domingo, 9 de agosto de 2015

EL INGRATO (Y FÁCIL) DESPRECIO

EXORCISMO EN EL VATICANO
(The Vatican Tapes)
2015. Dir. Mark Neveldine.


La joven Ángela (Olivia Taylor Dudley) cumple veinticinco años y le ofrecen una fiesta sorpresa. Al cortar el pastel se corta la mano. Luego, mientras va en un autobús, un cuervo se estrella en una ventana y entra dentro del vehículo donde muerde el dedo de la joven. Luego de cierta recuperación comienza el extraño comportamiento: el deseo de ahogar a un bebé, las órdenes a un grupo de enfermos mentales para que se maten entre ellos, la agresión contra una psiquiatra. En el Vaticano se enteran del problema y se decide que un Cardenal asista a exorcizarla. Junto con un sacerdote, que había estado cercano a Ángela, inicia el rito para llegar a un final inesperado.

Con un brío esperado en el co-director de Brian Taylor (quienes nos dieran cuatro cintas fenomenales Crank: muerte anunciada, Crank: alto voltaje, Gamer: juego letal y Ghost Rider: espíritu de venganza), que además dirigió en patines para darnos tomas de pasillos que se vuelven siniestros para que la acción nunca se detenga (y si lo hace físicamente, la interior está siempre hirviendo), además de utilizar personajes comunes y corrientes: Ángela es cualquier persona porque cualquiera puede ser poseída, estamos ante una cinta que cumple con su objetivo de hablarnos del Diablo sobre la tierra: de los falsos símbolos de bondad y bienestar que nos rodean y que han hecho de este mundo una masa insensible, solitaria, pegada a sus pantallas
donde el otro ya no importa porque está alejado.

Gran metáfora de la posesión cotidiana donde ya no importa el rito porque es inútil y el poder del mal se encuentra sobre todas las cosas. La fábula moral al revés: ya no triunfa el bien porque es inocuo, no satisface y prohíbe en lugar de permitir la sensualidad constante. Neveldine nos entrega la realidad. Evita seguir adelante con la narrativa de la “cinta de vídeo encontrada”: ahora parte de la imagen grabada para entrar en la acción cotidiana. Director visual que arrebata al espectador con imágenes insólitas, plenas de belleza (Ángela encima del techo con una ventana posterior o Ángela dislocándose mientras se libera de sus cadenas).

Los personajes son tan simples como el principal femenino: un sacerdote chicano que fue militar (Michael Peña), un novio del cual nunca conocemos su oficio (John Patrick Amedori), un Cardenal que fue poseído en la niñez y ahora vive temeroso (el sueco Peter Andersson, de la famosa serie Millenium) o el padre desesperado y vulnerable (un espléndido Dougray Scott siempre atractivo por su talento). Todo este conjunto permite la credibilidad de una cinta que ha sido disminuida en sus valores por quienes esperan las emociones primarias, el susto constante y la sangre derramada: gran ejemplo de la tensión que se va creando e incrementando como en las otras grandes películas de su realizador.


LOS CUATRO FANTÁSTICOS
(Fantastic Four)
2015. Dir. Josh Trank.


Este nuevo lanzamiento de los personajes de historieta que en 2005 y 2007 fueron protagonistas de sendas cintas dirigidas por Tim Story, exitosas discretamente, establece otro origen y circunstancia. Ya no es la expedición a una estación espacial donde una tormenta cósmica le daba sus poderes a cuatro personajes; ya no es el malvado Von Doom cuyos intereses personales dan lugar a una traición. Ahora tenemos a un par de niños, Reed y Ben, amigos que han trabajado el invento de Reed para teletransportar materia. Crecen para que éste sea reclutado por una agencia investigadora donde podrá perfeccionar su objetivo que, había sido pensado previamente por otro joven, el rebelde Víctor Von Doom.

Por otra parte, el reclutador, el Dr. Storm tiene una hija adoptiva, Sue, y un hijo con el cual tiene desavenencias. Todos entran al proyecto y con ellos se construye la nave requerida. Cuando el gobierno quiere apoderarse de ella, los cuatro jóvenes, excepto Sue, quien quedará en tierra manejando la parte técnica, deciden efectuar el viaje. Llegan a otra dimensión que sería un planeta paralelo, llamado cero, donde hay pura energía. Al intentar retornar sufren varios accidentes que producen la transformación de cada uno de ellos así como indirectamente en Sue: elasticidad, fuego, cuerpo de piedra, manejo de la invisibilidad. Víctor ha quedado atrás hundido en el fondo del planeta.

El realizador Josh Trank se hizo popular por su éxito Poder sin límites (2012, Chronicle), producción simple acerca de un grupo de amigos que adquirían poderes gracias al descubrimiento de un extraño mineral dentro de un pozo en el bosque. Empezaban a mover objetos y luego logran volar. El personaje principal usaba una cámara para registrar el abuso que sufría de su padre alcohólico y el dolor de una madre moribunda. Así, la cinta era una especie de documental con vídeo encontrado. Trank era, entonces, el realizador indicado para esta cinta porque tenemos nuevamente a un grupo de jóvenes, hay la adquisición de poderes, y surge el aislamiento: la idea de cada uno que su nueva naturaleza los separa, sobre todo por los intereses creados.

Esta cinta ha sido vapuleada por crítica y público; seguramente será un fracaso (en el valor que los norteamericanos dan al éxito: por la taquilla), pero estamos ante una historieta con tono negro y sombrío. La cinta tarda en arrancar porque desea dejar claros los orígenes. Cuando sucede el viaje al planeta cero, las sombras, los tonos verdes de la energía calma, así como los brutales efectos que el mismo planeta realiza contra los jóvenes, le imparte el tono que Trank manejó en su cinta anterior. No obstante, es una cinta que tiene relación y requerimientos de entretenimiento familiar que debe jugar con elementos de efectos especiales.

Estamos en el sentido contrario del divertimento de las cintas filmadas hace diez años con estos personajes. Ahora todo es contenido y explicado. De ahí que un público masivo salga decepcionado ante la demanda de satisfactores usuales a los que se le ha acostumbrado: acción constante, mismos efectos especiales. La gran cualidad de esta película es que se mete en sus personajes, les da forma y fondo, ofrece antecedentes y todo queda perfecto para el siguiente episodio que, ahora, parece ser que no sucederá.