lunes, 24 de agosto de 2015

SENTIDO DE MUERTE


HITMAN: AGENTE 47
(Hitman: Agent 47)
2015. Dir. Aleksander Bach.




         Esta cinta es la relectura, ocho años después, de un exitosísimo videojuego traspasado al cine. El jugador puede tomar el rol del Agente 47, genéticamente modificado para ser inteligente, rápido y sin emociones, ya que es una máquina para matar. En esta película, Katia (Hannah Ware, con una personalidad cercana a la Linda Hamilton de Terminator) anda en busca de su padre, un genetista que ayudó a crear una serie de dichos agentes pero, luego, al tomar conciencia de su peligrosidad, abandonó todo y se escondió. Ahora también lo persigue una ambiciosa compañía que desea volver a fabricar a las máquinas mortales. Entre un enviado de la compañía, Smith (Zachary Quinto, perfecto) y el agente 47 (Rupert Friend, resonante) Katia se encuentra entre dos fuegos porque es la pista para hallar al científico. La chica confía en quien no debe y siempre descubre sorpresas.




         La película es un derroche de efectos especiales y mucha acción. La textura visual corresponde a la de los videojuegos, sobre todo en los momentos del enfrentamiento y la aniquilación de los enemigos. Hay algunas secuencias donde los personajes se detienen a hablar del pasado o de su naturaleza (la misma Katia sufrió esa modificación que le otorga el poder de determinar cierto futuro cercano o la localzación de quien la persigue). Katia quiere convencerse que el Agente 47 posee todavía ciertos rasgos de humanidad porque es difícil eliminar los sentimientos amorosos o de miedo. La cinta lo describe al ir transformando paulatinamente al seco y preciso Agente en un ser que se preocupa, pragmáticamente, por Katia.




                  Es la ópera prima del polaco Aleksander Bach quien demuestra un gran sentido de la acción y no deja caer la trama. Las locaciones de filmación son estupendas. Hay algunos destellos de humor, pero lo que más llama la atención es la sensación de ubicuidad de los personajes. Tecnología extrema, para seguir con la idea formal del videojuego, y que inmediatamente se logre la cercanía, la amenaza, el enfrentamiento. El mundo se torna pequeño porque es el sentido que debe dar a entender un juego cuya cualidad tendrá que consistir en el ritmo constante y vertiginoso.


         La cinta previa con el personaje (interpretado por Timothy Oliphant: más siniestro; dirigida por el extremista Xavier Gens) y mismo punto de partida (la diferencia de opciones narrativas) tenía que ver con el asesinato del presidente ruso y la necesidad del Agente por evitar la muerte de una mujer que había sido, supuestamente, testigo del crimen. O sea que se mantiene fiel el principio de impartir cierta compasión a la máquina asesina. Tiene que ver con la repetición del guionista Skip Woods (a quien debemos varias joyas como Swordfish: acceso autorizado que reveló la presencia magnética de Hugh Jackman en el cine; o Duro de matar: un buen día para morir que recuperó a John McClane (Willis) para nuestra iconografía de cinéfilos) que no alteró naturaleza ni convenciones.



Aleksander Bach, director de la cinta
         “Son nuestras acciones las que nos determinan” es la frase con la cual se justifica que 47 no sea totalmente negativo. Lo bueno es que impera el sentido de muerte: simplemente vea la angustiante secuencia de la turbina o la extraordinaria coreografía del escape en la Embajada. Un pequeño tratado sobre la persistencia moral a pesar de todo. Habrá que seguirle la pista al polaco Bach.