lunes, 31 de agosto de 2015

GRACIOSA Y PEQUEÑA OBRA MAESTRA


ENREDOS EN BROADWAY
(She’s Funny That Way)
2014. Dir. Peter Bogdanovich.

 


         Isabella (Imogen Poots) es una aspirante a actriz que se prostituye mientras consigue un papel. Cierta noche tiene relaciones con un director de teatro, Arnold, quien le cuenta toda una metáfora para animarla a cambiar de vida y que viva contenta: “hay gente que le da nueces a las ardillas, pero hay quienes son felices dándoles ardillas a las nueces”. Además le da dinero para que deje su vida sórdida. Lo espía uno de sus actores, el británico Seth (Rhys Ifans) quien está enamorado de la esposa de Arnold, Delta (Kathryn Hahn), quien será primera actriz de la obra que está a punto de ensayar. A Isabella la persigue un detective (George Morfogen) quien es padre de Josh (Will Forte), dramaturgo de la obra de teatro, además de novio de una terapeuta neurótica, Jane (Jennifer Aniston), a la cual consultan tanto Isabella como el juez Pendergast (Austin Pendleton) quien es el que paga al detective por investigar a su adorada prostituta Glow, quien en realidad es Isabella. Todos estos personajes y situaciones se entremezclarán de manera extrema para darle sentido al título en español y ser verdaderamente del género de comedia de enredos, al estilo de lo que se filmaba en los años treinta y de la cual el propio realizador Bogdanovich realizó un perfecto homenaje en La chica terremoto (What’s Up, Doc, 1972).

 

Imogen Poots y Owen Wilson
 
         Ahora estamos ante una relectura del género aunque con visión de siglo XXI. Bogdanovich tenía más de una década sin filmar un largometraje para pantalla grande, además de no haber logrado éxitos taquilleros como aquellos que filmara en los años setenta, cuando junto con Coppola y Friedkin se tornaron en los productores-directores prodigiosos. Con el tiempo, todos continuaron con su sello de excelencia pero disminuidos por la falta de cintas que atrajeran al gran público y a los dólares que, desde hace mucho tiempo, definen al triunfo estilo Hollywood. Aquí fue rescatado por dos productores-directores del nuevo cine norteamericano, inteligentes y conocedores: Noah Baumbach y Wes Anderson.

 

Will Forte y Jennifer Aniston
 
         Al entrar Isabella como actriz dentro de la obra que Arnold va a dirigir comienzan a converger coincidencias y a relucir verdades detrás de lo que sería una situación sencilla. Arnold ha contado la misma metáfora a diversas mujeres que al recibir además dinero, pudieron cambiar sus estilos de vida. Isabella tendrá que confrontar a otro de sus ex amantes, pero como luego concluye, "solamente puedes enfrentar al futuro si no olvidas el pasado".


Kathryn Hahn y Rhys Ifans
 
         Bogdanovich, como buen crítico y cinéfilo, admirador del viejo Hollywood, le rindió pleitesía con el cine de aventuras durante la depresión (Luna de papel, 1973), al primer final del cine debido a la televisión (La última película, 1971) o al melodrama (Daisy Miller, 1974), para luego caer en otro tipo de películas más adecuadas a los años posteriores, cuando ya había terminado la nostalgia que el público sintió en el cine de esos años setenta, y una nueva generación prefería entrar en la tecnología, con otros temas paralelos a la evolución del mundo. Ahora el maestro está de vuelta. Es su cine neoyorquino, con personajes que tienen antecedentes en el pasado. Es la película que retoma a la pareja pero en esta ocasión con el tema sexual más abierto, sin importar virginidad o decencia (como pasaba con la Barbra Streisand o la Madeline Kahn de esa mencionada Chica terremoto). Lo importante es la picardía.

 

El magnífico Austin Pendleton pertenece al
universo fílmico de Bogdanovich
 
         La película es muy divertida y hay momentos en que uno suelta la carcajada o permanece todo el tiempo con la sonrisa.  Hay puñetazos recurrentes (cuya víctima principal es el juez rabo verde), confusiones debidas a encuentros inesperados (viejas amantes de Arnold que aparecen por todos lados, por ejemplo), pero, sobre todo, ese sentimiento de pertenencia en los personajes: cada uno tiene su propia personalidad y localización por lo que permanecen fieles a sí mismos.



         La que resulta justificada para estos tiempos que estamos viviendo es la respuesta fría y limitada de la “krítika”. El lugar más común, repetido hasta la saciedad, es que se trata de un “remedo” de película de Woody Allen, sin considerar las referencias (bueno, debidas a la ignorancia) de la coincidencia de Bogdanovich en su amor por Nueva York y en el tono de sus películas (las ya mencionadas u otras como Al fin llegó el amor, 1975 o Todos rieron, 1981) que son una nueva interpretación del género de comedia como la filmaron Hawks o McCarey, por mencionar dos nombres. Claro, como se desconoce su obra pasada, es fácil caer en otro cliché porque Allen ha continuado siempre prolífico y vigente.


El maestro Ernst Lubitsch (1892 - 1947),
desconocidísimo para las nuevas generaciones
adoradoras de Tarantino o Kim Ki Duk
 
Por otro lado está la nula referencia del maestro Ernst Lubitsch a quien se debe todo el cuento de “darle ardillas a las nueces” que Arnold utiliza para ganarse el afecto y redimir a sus prostitutas. De hecho, la secuencia de la cinta donde aparece esa frase, se inserta al término de esta película (fue la última cinta dirigida totalmente por el maestro Lubitsch: El pecado de Cluny Brown, 1946). El propio Bogdanovich narra en alguna entrevista que siempre se le quedó esa anécdota para usarla en alguna cinta. Ahora bien, vuelvo al mismo tema, la ignorancia de nuestros amigos noteros o comentaristas (y es un mal internacional ¿eh?) por el cine de Lubitsch. Tiene que ver con el final de la cinefilia: ya quedan pocos especímenes en este mundo.


La secuencia de "El pecado de Cluny Brown" (1946)
que es referencia obligada para esta película
 
Bogdanovich nos ofrece una imagen ácida de la realidad actual donde se ha transformado la picardía. Lubitsch sugería lo que pasaba tras puertas cerradas de recámaras ardientes y ahora Bogdanovich nos lo muestra sin mayor morbo y con naturalidad, haciendo notar que siempre fue sexo sin vulgaridad. Enredos en Broadway  es un retorno al cine de género realizado con gracia y corazón. Un reparto entrañable ayuda a que la cinta sea efectiva y hay muchos roles pequeños con grandes actores (Cybill Shepherd, Richard Lewis, Debi Mazar, Michael Shannon, Tatum O’Neal,  ¡hasta Quentin Tarantino!) que además conforman el universo pasado del cine de Bogdanovich: muchos han muerto por desgracia. Pequeña obra maestra.

El maestro Peter Bogdanovich
a quien debemos importantes películas
y libros esenciales para el conocimiento
del cine del Hollywood de antaño.