LEYENDA: LA PROFESIÓN DE LA VIOLENCIA
(Legend)2015. Dir. Brian Helgeland.
Una reconstrucción del Londres de los
años sesenta y el retrato de dos personajes del hampa que adquirieron
notoriedad. Los hermanos Reg y Ron Kray, originarios del East End, con la
ambición de apoderarse de Londres vendiendo protección, adquiriendo casinos,
asociándose con la mafia norteamericana de Meyer Lansky. Reg era el
inteligente, la cabeza de los negocios, y Ron era el psicótico esquizofrénico
condenado a una vida de pastillas controladoras. Reg era el romántico,
enamorado de la hermana de su chofer, Frances, a la cual corteja y luego desposa.
Ron era abiertamente homosexual pero enfatizaba que era el que daba y nunca el
que recibía porque no era maricón. La cinta se narra a través de comentarios de
Frances hasta llegar al desenlace irónico.
Los verdaderos gemelos Kray y el libro
en que se basa esta película
Leyenda
procede del libro de John Pearson La
profesión de la violencia que investigó y presentó con detalle los hechos
sangrientos y tenebrosos de esta pareja gangsteril. La cinta va desarrollando
las estafas, chantajes, amenazas, para que los hermanos Kray fueran asentándose
como poderosos. Su inicial rivalidad con otra banda terminó con violencia y la
posterior unión con un tipo listo que manejó sus intereses, al grado de
introducirlos con personajes clave de la política. En todos lados la corrupción
se impone.
El extraordinario Tom Hardy
Sin embargo, lo que más destaca es la
naturaleza afectiva de Reggie al prendarse y luego enamorarse de la inocente
Frances (Emily Browning) quien le pide que se redima y abandone la vida
criminal. Ante una primera promesa, que no cumplirá, ambos se casan. Hay una
secuencia donde Reg aparece bajo la ventana de la muchacha al salir de prisión.
Ella le pide desde lo alto que entre, pero el hombre no quiere ver a la madre,
quien lo desprecia. Desea darle un regalo. No le queda más remedio que subir
por el tubo de desagüe cargando unas flores que le entrega y luego le da un
anillo antes de proponerle matrimonio. Es uno de los momentos clave para
indicar cierta clase de humanidad del tipo.
Al contrario, Ron es salvaje. Su
enfermedad mental no podrá curarse jamás y solamente controlarse por
medicamento que, en ocasiones, deja de tomar llevándolo a la paranoia y la
violencia extrema. Una de las cualidades de la película es que no se regodea en
la homosexualidad ni presenta escenas extremas, ni muestras escandalosas de
afecto porque, en realidad, era personaje instintivo: satisfacción cuando fuera
necesaria sin que se llegara a alguna demostración de afecto. Siempre se le
presenta con dos jóvenes acompañantes y se sugiere que uno de ellos es el
amante de planta.
Luego está la violencia, los
enfrentamientos, las amenazas, el ascenso y la caída. Se tiene un guion bien
adaptado y una realización correcta. El director Brian Helgeland siempre ha
sido mejor escritor que realizador [fue quien perpetró la vulgar y estupidísima
Corazón de caballero, pero fue el
adaptador de la extraordinaria Río
Místico (2003, Eastwood) luego de haber sido galardonado por Los Ángeles al desnudo (1997, Hanson)].
Y fuera de todo ello, es una película de actor: Tom Hardy ofrece una excelente
actuación doble al interpretar a ambos hermanos, capturando sus personalidades
distintas, su parecido físico, pero también sus diferencias naturales o
accesorias (lentes, gestualidades, sobre todo los variados caracteres y
comportamientos).
Gary y Martin Kemp, del grupo Spandau Ballet
en la cinta de 1990 con los mismos personajes
Ya se había filmado otra producción
británica con estos personajes llamada precisamente Los Kray (The Krays, Peter Medak, 1990) donde fueron interpretados
por los hermanos (no gemelos) Gary y Martin Kemp, miembros de un popular grupo
de rock de los años ochenta y noventa llamado Spandau Ballet. En esa cinta, además de la violencia natural, se le
daba importancia al personaje materno (aquí simplemente se sugiere breve pero
significativamente), que le dio premios a la actriz Billie Whitelaw. Al conocer
ambas películas uno piensa en que se complementan desde diversos puntos de
vista. No es una gran película, pero al menos alcanza su objetivo al mostrar
los alcances y avatares de la ambición.
Brian Helgeland, mejor guionista
que realizador, logra una cinta aceptable