BATMAN
VS SUPERMAN: EL ORIGEN DE LA JUSTICIA
(Batman
v Superman: Dawn of Justice)2016. Dir. Zack Snyder.
Al llegar Superman (Henry Cavill) a
salvar a Lois Lane (Amy Adams) de unos mercenarios en África, estos propician
la muerte de muchos inocentes. Al ocurrir la invasión de Metrópolis por
extraterrestres, el billonario Bruce Wayne (Ben Affleck) pierde un edificio y a
muchos de sus empleados. La opinión pública se lanza contra Superman, aparte de
tener el odio gratuito de Wayne, o sea Batman. Lex Luthor (Jesse Eisenberg)
busca la manera de aniquilar al hombre de acero consiguiendo kriptonita que se
encuentra en el Océano Índico. Y así van sucediéndose diversas situaciones que
pondrán (u obligarán) a que los dos héroes se enfrenten hasta que llegue la
hora de la verdad.
Impactante narración por un maestro
de la acción y el suspenso que sabe utilizar las elipsis visuales para darle
flujo a la trama. Momentos casi imperceptibles donde se establecen parámetros (“toda
acción es política” exclama Andrew Sullivan, líder en la vida real de los
derechos gay) o secuencias oníricas que anticipan y correlacionan a los dos
héroes (“hay que salvar a Martha” percibe Wayne en un sueño que luego le
permitirá evitar la aniquilación injusta de su enemigo: los nombres de sus madres coinciden) o parábolas visuales
que enfatizan la humanidad de quien se considera metahumano (Clark reencuentra
al espíritu de su padre para dejar clara la añoranza de otros tiempos
ingenuos).
La importancia de esta película
reside en su discurso acerca de un mundo constantemente amenazado. Por un lado puede
reflejarse la paranoia que ya no es exclusiva del norteamericano (consideremos
lo que acaba de ocurrir en Bélgica y el año pasado en Francia) y la intención
de buscar soluciones que permitan la paz. Lo que hubiera sido mera acción
ilustrada, va construyendo un retrato del estado actual de la humanidad en esas
metáforas colectivas que se llaman Metrópolis y Ciudad Gótica. Todos resultan
vulnerables de alguna u otra manera: la justicia es violentada por un paria
social y no se diga de los héroes principales.
Por otro lado, no estamos ante la
recreación visual de historieta. Ese ha sido un gran error para los supuestos
fanáticos de los personajes que llegan con expectativas falsas a la proyección: es una lectura contemporánea de dos hombres que
tienen astucia y recursos económicos, por un lado; poderes y buenas intenciones
por otro. No es gratuito que Bruce Wayne se despierte y haya una mujer en su
cama: alguna aventura casual. Es la inocencia de Superman lo que le lleva a
asistir a la corte de justicia sin imaginar que volverá a haber muerte y caos
contra su voluntad y ante su invulnerabilidad. Tampoco es un capricho la
inclusión de Marvila (o Mujer Maravilla) como ente acompañante (se anticipa
otra serie con la Liga de la Justicia: Aquaman, Flash, entre otros).
Ben Affleck y Henry Cavill están
perfectos en sus papeles tanto en presencia como actuación. Amy Adams es una
actriz camaleónica ya sea en cintas pequeñas o de gran presupuesto. Sin
embargo, la estrella principal es el director. Luego de su relectura
apasionante y tenebrosa de El amanecer de
los muertos para ofrecernos esa épica visualmente espléndida y homoerótica 300 y luego deslumbrarnos con El hombre de acero, Zack Snyder se
coloca en los estratos superiores del cine norteamericano del nuevo milenio. Su
dominio del género y su fluida narración hacen que la película no se sienta
larga ni pesada. Al terminar uno no puede creer que hayan pasado dos horas y
media porque ha sido bombardeado con ideas, personajes, destrucciones y
reflexiones. El gran entretenimiento inteligente que no es aceptado por quienes
ya han sido dañados por la filmofagia que no llega a ser digerida. Una de las grandes películas
del año.