sábado, 12 de marzo de 2016

CÍNICA Y TRIUNFALISTA: MUCHO ENTRETENIMIENTO


LONDRES BAJO FUEGO
(London Has Fallen)
2016. Dir. Babak Najafi.

 
         Hace tres años escribí sobre "Olimpo bajo fuego" (Olympus Has Fallen, 2013, Antoine Fuqua):Lo que sería un mero discurso de la hegemonía norteamericana respecto a su posición como el gran país del mundo se convierte en gran entretenimiento y en otro episodio más de la serie con el súperheroe invencible y sobrenaturalmente invulnerable. Mike Banning (Gerard Butler en su mejor momento físico) es un agente del servicio secreto que cae de la gracia de su gran amigo, el Presidente de los Estados Unidos (Aaron Eckhart), luego de una tragedia inesperada. Año y medio más tarde, Banning hace trabajo de oficina mientras la Casa Blanca sufre otro inesperado ataque que secuestra al mandatario y que hace que el ex agente pueda vivir su redención salvándolo”.




         Ahora, Banning está casado y es el jefe de vigilancia del presidente. Se encuentra tomando la decisión de renunciar porque su esposa está a punto de tener un bebé y desea otro tipo de vida. Sin embargo, la noche previa a que escriba su carta de dimisión, es notificado por su jefa que el mandatario deberá viajar inesperadamente a un funeral de estado a Londres. Antes de que esto suceda, hemos sido testigos de un prólogo donde un blanco en el medio oriente es bombardeado porque ahí se encuentra uno de los criminales más buscados, sin que importa la presencia de una niña en los alrededores.


 

         El Presidente llega a Londres y repentinamente comienzan ataques multitudinarios que asesinan a la jefa de estado alemana, al primer ministro canadiense, a una personalidad japonesa, entre otros. Banning y su jefa protegen al Presidente norteamericano encontrando muchos obstáculos en el camino ya que se han intervenido las centrales eléctricas y de comunicaciones. Lo que desea el enemigo es capturar al mandatario norteamericano y matarlo por internet.




         En la cinta previa los villanos eran coreanos y en este caso pertenecen al contorno islámico. Durante la cinta comienzan a surgir los dilemas morales usuales en este tipo de discursos: ¿Quién tiene la razón? La visión triunfalista de occidente (permanece esa insistencia en la hegemonía suprema de los Estados Unidos) habla de la gente inocente que ha sido muerta por otros intereses sin que haya, por lo tanto, reflexión sobre el bando contrario: al atacar al enemigo muere mucha gente inocente. El pretexto reside en que el villano es criminal sádico y sus acciones se basan en la venganza personal. Sin embargo, esa posición de Hollywood ante los momentos bélicos ha sido constante (Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam)...
 
 
         Mientras tanto, los efectos especiales son extraordinarios. Igual que en la cinta previa éramos testigos de la destrucción de la Casa Blanca, ahora Londres sufre la pérdida de sus puentes sobre el Támesis, además del ataque a edificios que ya son legados de la humanidad. Mientras tanto, la acción es constante y estridente, con toda la apariencia de un videojuego. Es el tipo de película que apasiona al espectador sin que se le solicite reflexión ética o moral cuando, por ejemplo, el vicepresidente expresa al enemigo: “A aquellos que amenacen nuestra libertad, lo enfrentaremos y, sin equivocarnos, los encontraremos y destruiremos”.


         En esta cinta Gerard Butler sigue luciendo una extraordinaria presencia física aunque el rostro ya tiene más arrugas: su personaje se vuelve contundente en cinismo y arrojo, además de mostrarse implacable y cruel ante los enemigos que asesina. Aaron Eckhart y Morgan Freeman repiten sus roles como presidente y vicepresidente norteamericanos. En el caso del staff presidencial vuelven a aparecer Melissa Leo y Robert Forster, aunque vienen a ser meros adornos icónicos, sin diálogos ni mayor trascendencia.




         Realizada por Babak Najafi, un realizador de origen iraní, aunque su carrera se ha desarrollado sobre todo en Suecia, distinguido por su manejo de la acción (Dinero fácil 2, 2012) que ahora muestra con un gran presupuesto. Uno extraña al riguroso Fuqua de la cinta previa, pero aquí se repite la premisa original del cine desde sus inicios: hay que entretener al público. Uno se emociona, queda envuelto en la vertiginosa cascada de imágenes, acciones y situaciones que van más allá de la realidad (aunque uno teme que, de pronto, se tornen en horripilantes verdades).