GRINGO
2014.
Dir. José Luis Solís Olivares.
Gringo
o el dolor. Omar (Fernando Álvarez Rebeil) y Esperanza (Ana Ochoa) han vuelto
al país luego de cursar estudios en el extranjero para encontrarse en un
Monterrey envuelto en la violencia de la guerra contra el narcotráfico. La
madre del joven (Leticia Huijara) se encuentra trastornada por un hecho
ocurrido en el pasado donde murió el padre.
Gringo
o la amenaza cotidiana. Al recibir una propuesta de trabajo en Estados Unidos,
Omar viaja hacia la frontera y le acompaña una joven que trabaja ayudándole con
su madre. En el camino es detenido por unos policías municipales en contubernio
con unos narcotraficantes que llegan, amenazan sin consecuencia, bajan y suben (¿vejan?)
a la empleada en un vehículo de ellos.
Gringo
o la tristeza. En contraste con la situación de su suegra, Esperanza se entera
que espera un hijo. Recorta el contorno de la República Mexicana en un mapa
para envolver la prueba de embarazo.
Omar, por su parte, llega a la hacienda La querencia en la frontera, propiedad
de su padre, para desenterrar el ataúd que lleva el cadáver de quien murió en
un ataque de narcos, y tirarlo al agua de ¿una laguna? Tan triste como un
corrido que canta el encargado de la hacienda cuya casa está llena de agujeros
por balas de metralleta.
Primer largometraje de Solís
Olivares con guion premiado donde ofrece cierto testimonio de un momento
crucial en la historia de su estado: el arranque de la violencia que dio lugar
a muchas víctimas por la llamada guerra
del narco. Una pareja sale del país y al retornar lo encuentra consternado
por su realidad. En lugar de permanecer en él, busca una salida: el exilio que
será la única manera de asegurar algún futuro (profesional y, como nos
enteramos, simbolizado por el hijo que viene). En esta cinta, ambos tienen la
alternativa intelectual que les permitirá sobrevivir en otro lugar, pero se
siente, se nota, que es a pesar suyo. El país duele, causa tristeza, pero es
amenazante. La cinta deberá crecer en importancia con el tiempo. Ahora, por lo
pronto, estruja y nos resulta cercano. Uno no puede permanecer insensible.