LOS ÁNGELES DE CHARLIE
(Charlie’s Angels)
2019. Dir. Elizabeth Banks.
Una joven científica, Elena (Naomi Scott) está a cargo de la creación de un aditamento que producirá energía limpia, a bajo costo. Sin embargo, advierte a su jefe Peter (Nat Faxon) que detenga todavía al dueño de la empresa, Alexander (Sam Claflin), para su presentación, porque todavía implica peligro y podría hasta ser utilizada como arma mortal. Cuando Peter desaparece con los prototipos ya fabricados, Elena pide ayuda a la agencia de investigación privada de Charlie Townsend (del cual solamente se escucha su voz) para que sus espías-agentes (a las cuales se les nombra “ángeles”) le ayuden a recuperarlos. De esta manera se establece una conexión entre dos de estas mujeres, Sabina (Kristen Stewart) y Jane (Ella Balinska) junto con su mentora y guardiana Bosley (Elizabeth Banks) para la misión. Así narrada la sinopsis de este nuevo relanzamiento de la que fuera exitosa serie de televisión de los años setenta para luego convertirse en exitosa dupla de películas en 2000 y 2003, solamente se menciona el simple hilo conductor de la trama sin que se consideren un prólogo, matices, detalles previos para la recuperación de los aditamentos, los viajes por muchas capitales europeas, traiciones, agentes dobles, muerte de algunos personajes, persecuciones y explosiones.
La cinta establece que a lo largo del tiempo han existido varios Bosley, sobre todo porque ahora la cobertura de la agencia es mundial por lo que las anteriores “ángeles”, desde las de serie de televisión y las cintas precedentes, vienen a ser las empleadas previas del misterioso e ignoto Charlie. La agencia ha sido una fábrica de espías y ahora le ha tocado el turno a las dos mujeres mencionadas junto con Elena. De esta manera se justificará que la cinta sea una continuación, aunque no secuela directa, de las películas de principios de siglo. Sin esta aclaración, podría fácilmente haberse filmado otra cinta de espías contemporáneas sin la necesidad de darles el título. Hay el equivalente con James Bond en la persona de un personaje, Santo (Luis Gerardo Méndez, tan gris e igual a sí mismo como siempre) quien provee de armas sofisticadas y vestuarios especiales a las damas. Sabina es una heredera mal portada y Jane era agente de la policía especializada en Inglaterra. Y el Bosley vendría a ser el rol de la persona que está al pendiente de las operaciones como ocurre con “M” en la saga de Bond.
De ahí que estemos ante otra película de acción con mujeres poderosas y hábiles que saben defenderse y poseen un vigor que solamente la fuerza extrema puede extenuar, pero nunca destruir. El pretexto de una serie con tres personajes femeninos se vuelve adecuado para el discurso feminista que se ha desatado con fuerza en los últimos tiempos y que Hollywood ha visto con buenos ojos apoyar como una especie de paliativo a los escándalos del #MeToo y de las críticas de la falta de igualdad o paridad de género. La cinta, escrita, dirigida y actuada por la actriz-comediante Banks sirve para establecer la presencia omnipotente y universal de las mujeres (como lo viene enfatizando en las secuencias finales). Es interesante notar que una de las actrices se ha declarado bisexual (Stewart) en su vida privada, y que las otras dos son mulatas, también para seguir acorde con el discurso de diversidad y tolerancia, sin que esto afecte o sea de importancia dentro de la trama. Stewart tiene una belleza muy particular que aquí explota con pelucas, vestuarios e insinuaciones eróticas, con una feminidad muy sugerente: un grave problema es que no proyecta encanto ni gracia como tampoco lo logran sus compañeras. El espectador añora a Drew Barrymore, Cameron Diaz y sobre todo a Lucy Liu (cuyas cintas eran divertidamente intrascendentes pero irradiaban un magnetismo muy particular). Tampoco estas nuevas actrices poseen el carisma de Farrah, Jaclyn o Kate.
La cinta va de menos a más formalmente: un prólogo que sirve para incitar a la acción y otro que establece el objeto de interés para despertar a la ambición humana. Luego comienzan los enfrentamientos con una secuencia inteligente donde las tres mujeres se visten de igual manera para buscar los aditamentos dentro del edificio de la corporación, produciendo toda una confusión para quienes buscan capturarlas. Y a partir de este momento, la coreografía de las secuencias de acción y el ritmo que no cesa atrapan al espectador. Termina siendo una película efectiva, con momentos brillantes pero que, en general, resulta desechable. Ni como manifiesto feminista ni como discurso trascendente contra la violencia. Carece de humor, tal vez porque todo se tomó muy en serio y lo empieza a mostrar casi al final cuando ya es demasiado tarde. Ángeles desangelados...
Elizabeth Banks, directora (derecha).