JOJO RABBIT
2019. Dir. Taika Waititi.
Johannes (Roman Griffin Davis), al cual llaman Jo Jo, es un niño alemán de diez años en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Adora a Hitler y su amigo imaginario es precisamente una versión infantiloide del famoso dictador (Taika Waititi). Pertenece a las juventudes hitlerianas y vive con su madre Rosie (Scarlett Johansson) mientras que su padre se encuentra en la batalla. Al ir a un campamento de adoctrinamiento, le encomiendan que mate a un conejo, algo que no puede llevar a cabo. De ahí que ahora le apoden JoJo Rabbit. Un accidente le marca el rostro y hace que degraden a su capitán Klenzendorf (Sam Rockwell) quien le toma afecto al pequeño. Cierto día, mientras está solo en su casa, descubre que en un escondite secreto en el piso alto se halla una jovencita judía, Elsa (Thomasin Mckenzie). Oculta el hecho de que conoce el secreto de su madre pero vive en un grave conflicto emocional ya que, por un lado, aborrece a los judíos por inercia, pero por otro, empieza a agradarle la muchacha. Su amigo imaginario le reclama, ya que es su voz de la conciencia, y Jojo empieza a actuar erráticamente aunque sin delatarla.
La acción sucede en un típico pueblo alemán idealizado donde sus habitantes viven entre el terror (aparecen ahorcados los judíos o los rebeldes que llegan a ser atrapados) y el juego constante (el tono siempre es burlón porque el afán de Waititi es satírico) que, al menos, no resulta tan aberrante (pero sí molesto) como la espantosa (y vergonzoso grave error de los Óscares) La vida es bella (Benigni, 1997) donde los hechos humorísticos ocurrían dentro de un campo de concentración. el equivalente del infierno sobre la tierra que merece todo el respeto del mundo por sus millones de víctimas. El hecho de mostrar a un Hitler ficticio y estúpido es el pretexto en el cual se apoya la comicidad bajo la idea de que permitirá, entonces, esa atmósfera burlesca, además de que la época va indicando la inminente derrota donde todos los malvados tendrían su merecido.
Jojo es un niño enajenado, con el cerebro lavado por el adoctrinamiento que ha recibido. Un niño de diez años, engañado con la imagen de judíos con cola o cuernos, por mencionar una de tantas muestras de odio racial, quien además posee la inocencia de su edad. De ahí que, de repente, cuando en la cinta ocurran hechos más serios e inesperados, sea golpeado por la realidad. Y este es uno de los problemas de la película: el tono cambia hacia el dolor y la conciencia de haber vivido en el error por lo que toda la farsa y supuesta burla es cancelada. Hay una ligereza que sale a flote: no es la crítica social ni histórica, sino mero entretenimiento que vuelve triviales a hechos importantes.
Sí, hay algunos actos que provocan la sonrisa pero que pudieron haber sucedido en cualquier comedia más fina. El reparto es talentoso, sin duda, y el pequeño Griffin Davis impacta por su naturalidad y entrega al personaje debido a su inmenso carisma. Esto es lo que atrapa a un público que seguramente ríe, sin tomar conciencia del ambiente en el cual se está inmerso. Es una lectura superficial del caso de Anna Frank (por mencionar algo que ocurrió: el escondite de posibles víctimas por seres buenos y comprensivos), carece de contexto para cualquier espectador que solamente desea pasar un buen rato (como pasaba con la revista musical de Los productores, la comedia de Mel Brooks que usaba al horror hitleriano para producirel fracaso en una empresa comercial, para que provocara el beneplácito de los espectadores: son los resultados de esta cinta, tristemente). De ahí que se produzcan sentimientos encontrados que tienden más hacia el rechazo si se tiene alguna sensibilidad, pero, sin embargo, dentro de su modesta factura ha tenido éxito taquillero: otra señal de los tiempos en que estamos, donde no importa consumir y aceptar cualquier cosa con tal de que haya "entretenimiento".