AMBULANCIA
(Ambulance)
2022. Dir. Michael Bay.
Los hermanos, por adopción, Danny (Jake Gyllenhaal) y Will (Yahya Abdul-Mateen II) se asocian para realizar el robo de 32 millones de dólares en un banco federal. Will había acudido con su hermano para pedirle dinero ya que su esposa necesitaba una operación. A pesar de su resistencia a cometer un crimen (Will había sido marino y tenía principios arraigados, pero su esposa era prioritaria), ambos se involucran en un robo que sale mal y que los lleva a secuestrar una ambulancia con un policía herido y una paramédica, Cam (Eiza González), dando lugar a una persecución implacable y constante. Todo sucede en un día: un laaargo día.
Nueva lectura de una película danesa de 2005 (Ambulancen, Munch-Petersen, que puede encontrarse en algunas plataformas) que ha sido inflada al estilo Hollywood, utilizando como línea argumental al par de hermanos y el robo de la ambulancia. Para imprimirle el tono negativo al personaje de Danny, se le identifica como ladrón de 38 bancos, algo que heredó de su padre. Al contrario, el personaje de Will, hombre de color, abandonó a la familia cuando se dio cuenta de que no era el camino que buscaba seguir, por lo que se enroló en la Marina, para defender su sentido del honor. A pesar de sus diferencias, los hermanos se quieren: hay secuencias donde se les muestra cuando eran niños y jugaban, estableciendo sus lazos de unión. Igualmente, se introduce al personaje de la paramédica Cam, bastante estoica, para quien su trabajo es rutinario: hay que realizarlo, tratar de salvar vidas y olvidar a los pacientes. Durante el día en que su persona se transforma de heroína a víctima y viceversa, aprenderá que la compasión es más importante que la negación de los sentimientos.
Al ser una película de Michael Bay, uno debe de esperar el exceso tanto visual como argumental como explosivo. Tan fácil como recordar la casi apocalíptica Armageddon, la serie de Transformers, pero, sobre todo, Pearl Harbor, tan fallida en su intento por crear héroes donde hubo masacre y fue una gran pérdida para los Estados Unidos. Así como dicha película era larga (¡3 horas!) y se dedicaba a buscar formas de contar más positivas y enaltecedoras para el espectador norteamericano, en este caso, la trama se centra en una persecución donde los que siempre pierden son los automóviles policiacos, los hermanos se la pasan discutiendo, haciendo las paces, gritándose, atacándose y reconciliándose. Lo que en la cinta original era un secuestro de ambulancia donde, sorpresivamente, iban una enfermera y un anciano enfermo del corazón que requería atención inmediata, aparte de la larga trayectoria en el vehículo, y que duraba 80 minutos, ahora se ha transpuesto de manera desbordante, con más de dos horas repetitivas.
Una
fotografía espléndida, casi en constante movimiento, sobre ciudad, subiendo y
bajando fachadas de rascacielos, además de registrar la persecución, aparte de
una sorprendente actuación de Eiza González, contenida y expresiva, aparte de
la siempre interesante presencia de Gyllenhaal, no logran, como pasó con Batman
(Reeves, 2022), que el espectador se mantenga atento todo el tiempo:
es el exceso, las convenciones del cine de acción, los efectos especiales, las
destrucciones, que en vez de alentar, dejan de lado al espectador; en lugar de una
empatía constante, los personajes se desdibujan a momentos; a cambio de una
historia que quiso ser de afecto fraternal y amor a la familia, que quiso
conmover y ofrecer el retrato de dos seres separados por la razón y la moral,
se ofrece otro conjunto de sinsentidos, recargado, desmedido hasta el
cansancio.