jueves, 26 de mayo de 2022

SENTIR ALGO

DETENGAN LA TIERRA
(Stop-Zamlia)
2021. Dir. Kateryna Gornostai.

         Es importante que se exhiba esta película ucraniana en estos tiempos cuando nos imaginamos los horrores que han vivido sus habitantes, sobre todo porque se narra la vida cotidiana de un grupo de jóvenes adolescentes, en su último año de la preparatoria. Una tenue línea entre ficción y realidad separa a los personajes de los intérpretes. La directora Gornostai, en su ópera prima, entrevistó a los jóvenes que aparecen en la película y así fue estableciendo el hilo narrativo. De hecho, se alternan varios momentos de estas audiciones, junto con lo que se está contando. Todo es muy simple: Masha (María Fedorchenko) convive con sus mejores amigos, Yana (Yana Isaienko) y Senia (Arsenii Markov). Los tres se conocen desde pequeños y hasta pasan noches juntos. Senia tiene algunas inquietudes respecto a su sexualidad, aparte de conflictos con su madre. Masha está enamorada de Sasha (Oleksandr Ivanov) quien no le corresponde, pero más que nada porque ni idea tiene de la atracción que produce en la chica. Masha tiene padres que usualmente, por trabajo, andan fuera de casa, y ha tenido problemas emocionales (cortarse el cuerpo, por ejemplo). Sasha tiene una madre preocupada y posesiva.

         Estamos ante el umbral de la vida adulta. Jóvenes inmersos dentro de la tecnología, sin gran claridad acerca de su futuro (y ahora, con la guerra, uno se pone a reflexionar acerca de cuál ha de ser su situación). La realizadora quiso poner al día lo que fue su experiencia como adolescente en la preparatoria y de ahí que entrevistara a 250 jovencitos para responder a sus inquietudes. Así nos enteramos de que viven el presente de la manera más absoluta porque ni idea se tiene de lo que traerá el día siguiente. El título se refiere a un juego semejante a nuestra “gallina ciega”. Lo único que tiene que evitarse es tropezar con un obstáculo, por lo que se convierte en metáfora de sus existencias. Simplemente, hay que sobrepasar los obstáculos que se presenten, pero si no ocurre, no hay problema, es un juego, habrá que repetirlo.

         Masha es callada. Contempla su alrededor: se fija en la huella congelada que dejó una hoja sobre el cristal de una ventana, y tiene conversaciones acerca de sus problemas íntimos con alguien, que desconoce, en un chat. Ella piensa que podría ser Sasha, y así va incrementando su obsesión. La realizadora introduce sueños, alucinaciones, fantasías que vive Masha: luego de cortarse, imagina que fluye una gran corriente de sangre viscosa, brillante, fuera de su vena o se piensa abrazada a Sasha mientras éste toca el piano. En alguna de las entrevistas, uno de los chicos expresa me gusta sentir cosas, es mejor que no sentir nada. Y se vuelve de nuevo a comenzar el juego, a detener la tierra, a buscar nuevas sensaciones para encontrarle sentido a la vida…

La directora Kateryna Gornostai