OLEG
(Oļegs)
2019. Dir. Juris Kursietis.
Oleg
(Valentin Novopolskij, excelente) es un carnicero letón quien, dentro de las
políticas de la Unión Europea, consigue permiso limitado de trabajo en Bruselas,
para conseguir dinero y enviarlo a su abuela en Riga. Un accidente laboral,
donde la víctima culpa, sin razón, a Oleg, provoca su despido. La necesidad de
trabajar lo hace caer en las redes del afable polaco Andrzej (Dawid Ogrodnik,
intenso) quien le ofrece un pasaporte falso y otra oportunidad de trabajo. Sin
saber que, en realidad, Andrzej es un criminal buscado en su país, quien tiene sometidos a
otros compatriotas, Oleg se encontrará en condición de esclavo.
La
cinta inicia con una imagen de Oleg desvanecido sobre un lago congelado
mientras se escucha una anécdota que cuenta Oleg, sobre su abuela cuando le
platicó acerca del cordero sacrificial como símbolo de esperanza. Oleg le
respondió que no era posible porque el cordero estaba muerto y entonces
comprendió que él era un cordero listo para el sacrificio. En ese momento, Oleg se mueve y cae dentro de
las aguas del helado río, buscando una salida. Esta metáfora oral/visual sirve como base
del tema que se trata en la película acerca de la explotación de los
trabajadores extranjeros que llegan, inocentes, con la única esperanza de
conseguir dinero para enviar a sus familias, y terminan dentro de la peor
esclavitud y abuso. Oleg buscará primero alternativas de trabajo ilegal (ya que
su condición de trabajo era dentro de la carnicería exclusivamente), hasta que
se topa con Andrzej. Luego de hacer trabajos meniales y darse cuenta de que no
se le pagará, Oleg viaja a Gante en busca de otras oportunidades. Ahí puede
conocer el políptico del cordero de pascua de los hermanos Van Eyck y conectarse indirectamente con la
anécdota de la abuela.
Luego
de tener una aventura sexual, y todavía sin trabajo, decide retornar con
Andrzej quien primero se lo reprocha, pero luego lo acepta, sometiéndolo a
humillaciones, temores y amenazas. Le quita su celular y su pasaporte y le
empieza a obligar a ciertos latrocinios y trabajos que no le son gratos.
Durante todo este tiempo, el personaje de Oleg se ha mantenido estable y
tolerante, aunque ahogándose en el mar de injusticia. Lo mueve la esperanza de
ese sacrificio pascual, donde tal vez el cordero no muera. Por otro lado, la
cinta también habla del destino de las mujeres: la novia de Andrzej viene a ser
el retrato del maltrato y el abuso, a la cual no le quedará otra que seguir un
destino cruel con tal de conservar su vida. En el caso del criminal, se le
presenta como un personaje bipolar cuyo humor cambia de repente y es propenso
al encanto de la serpiente y a la ira del demonio.
Al
ver la película, uno puede extrapolarla al caso de los latinos en Estados
Unidos; de las personas que huyen de sus países por cualquier medio, para escapar
de un cruel destino, para encontrarse, en muchos casos, en peores condiciones;
o puede pensarse en los niños y adolescentes obligados a pertenecer a cárteles
o que son secuestrados para el comercio de órganos o sexual. Desde otra perspectiva, es comentario acerca de la realidad de la Unión Europea, donde las condiciones de vida cambian radicalmente entre países, a pesar de la idealización que se tiene del viejo continente. Uno se cuestiona
el sentido humanitario y la cinta nos permite darnos cuenta del verdadero significado
del cordero pascual.
El director Juris Kursietis