martes, 26 de julio de 2022

EL HIJO ÚNICO

HASTA SIEMPRE, HIJO MÍO
(Di jiu tianchang / So Long, my Son)
2019. Dir. Wang Xiaoshuai.

                   Sin narración lineal, la película nos cuenta el destino de una familia a lo largo de 40 años. Lyun (Yong Mei) y Yaojun (Wang Jingchun) se ven envueltos en la Revolución Cultural y en la política de control de nacimientos (que fue de 1979 hasta 2013), que no permitía a las parejas tener más de un hijo. La cinta inicia con la muerte accidental del hijo biológico del matrimonio y luego continúa, quince años más tarde, con un hijo adoptivo, que pronto se irá de la casa. Antes de la primera muerte, Lyun se embaraza por segunda ocasión y es forzada a abortar por ley. Su relación con la familia de un amigo del niño que fallece tendrá fuerte incidencia sobre el significado de la culpa, aunque en realidad, los personajes se resignan a su destino: estar en un lugar, durante un tiempo de restricciones (semejante al artículo 175 contra la homosexualidad en lo que les conté acerca de “La gran libertad”). De esta manera, el realizador Xiaoshuai revisa la historia de su país y ejerce una crítica a las consecuencias del pasado sobre su presente.

Cada familia con su hijo único, acorde con la ley del país

                   La cinta exige atención al espectador. Lo que inicialmente son datos aparentemente inconexos, y sin explicación, que producen dudas, se irán despejando según se aportan mayores pistas. Y esto es lo que hace fascinante a una película que también refleja el caos emocional de una generación que tuvo que llegar a extremos impensables en otra era. De ahí surge la culpa que siempre tendrá la amiga de la protagonista quien, siendo su jefa y miembro del partido, la obligó al aborto: nunca se imaginaba el sufrimiento posterior con la pérdida del hijo. El realizador comentó que, finalmente, quiso mostrar que, a pesar de los cambios generacionales y del progreso económico en China “existe primacía de lo colectivo sobre lo individual". De ahí que Lyun sea una persona que comprenda su situación y logre perdonar. (Sin embargo, sutilmente en unas escenas se muestra un gran edificio comercial atrás de una monumental estatua del tiránico Mao Tsé-Tung, yendo contra todo su discurso previo, comunista, colectivo).

Lyun y Yaojun con su hijo adoptivo, nombrado igual que el otro

                   El estilo de Xiaoshuai es lo que alarga la cinta hasta poco más de tres horas. Hay secuencias donde la cámara recorre lentamente el espacio, y otras que pudieran, aparentemente suprimirse, pero que van abonando a la comprensión de los hechos. En una de ellas, el primer hijo y su amigo, responsable indirecto de su muerte, juegan en una especie de almacén antiguo, de piedra. El amigo siempre muestra una actitud envalentonada contra la timidez del hijo. Sin que se muestre el accidente fatal, y bajo la explicación que muchos años después ofrecerá el amigo, permite entender las reacciones que ocurrirían en la muerte del niño. En otra secuencia, un amigo de la familia, siempre socarrón y rebelde, es hecho preso, desafiando a la autoridad, por lo que entra a un programa de reinserción social que lo transforma, pero que permite conocer cómo una sociedad represiva ahogaba, de otra manera, a sus integrantes.

Yaojun y Lyun retornan a Beijing a su antiguo hogar, para sellar de una vez por todas, su resignación y resiliencia.

                   Y, no obstante, la cinta no llega a cansar. Es hipnótica. Uno no puede dejar de irse enterando de lo que sucede. Es una saga familiar, fragmentada, cuatro décadas de sufrimiento y resignación, de carga de culpas, de saber que uno no puede vivir de esa manera. Además, el reparto es excelente en su interpretación. Tanto Mei como Jingchun, ganaron los Osos de Plata como mejores actores en Berlín, así como muchos premios en su propio país. A pesar de que todavía el régimen es estricto, el permiso de estas críticas muestra avances y reconocimiento al desarrollo fílmico. Al realizador Xiaoshuai se le conoció principalmente por La bicicleta de Beijing (2001) donde este transporte permitía mostrar la diferencia de clases en una China ya en proceso de cambio. El título original de esta película se traduce como “Tierra antigua, vasto cielo” que simboliza la inmensidad de la patria y la necesidad de libertad, a lo que nos invita el cielo…

El realizador Wang Xiaoshiau