martes, 16 de agosto de 2011

HÉROE DE BUEN CORAZÓN


CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR
(Captain America-The First Avenger)
2011. Dir. Joe Johnston.


Un prólogo muestra a un equipo de rescate contemporáneo en el Ártico. Han encontrado una gigantesca nave y a través de la ventana, un escudo singular. La cinta se va entonces a la Noruega de 1942 para que sepamos que un villano, nazi, alemán, llamado Schmidt se ha apoderado de un cubo maravilloso cuya procedencia es divina y que produce una cantidad enorme de energía. Luego pasa al Nueva York de esos tiempos para que conozcamos al enclenque y debilucho Steve Rogers (Chris Evans al cual los efectos especiales transforman en un bajo, flaco, enfermizo jovencito)

quien quiere enlistarse. Llama la atención de un científico que lo utiliza para un experimento porque nota su nobleza de espíritu. Por tal motivo, Steve adquiere un cuerpazo envidiable, crece en estatura, adquiere fuerza y poder, con su deseo de salvar a la patria.


A partir de esta premisa, la película podría haber tomado el camino fácil de entrar a la acción directa, pero no es así. Steve es rechazado por el alto mando para ir a pelear: debe continuar examinándose en el laboratorio a pesar de que muestra un heroísmo sin límites. Un senador lo ve como inversión segura para promover la venta de bonos de guerra y el personaje se torna en estrella popular, ejemplo a seguir para los jovencitos, pero objeto de burla por parte de quienes están peleando en el campo de batalla. Una circunstancia hace que parta al frente. Salva a muchos soldados. La caricatura se convierte en realidad. El héroe ya no es ridiculizado sino que se torna líder.

Al ver la película y seguir su trama, nos damos cuenta de la razón de ser. No es solamente un personaje más en la serie contínua de historietas trasladadas al cine. Es un símbolo: el mismo nombre que los estadunidenses otorgan a su país (América, cuando en realidad significa el continente) se transforma en un ser humano que tiene defectos y es mortal, pero tiene buen corazón y sus deseos son puros. Steve, por su mismo físico previo, sin atractivo para las damas, es virgen. Nunca ha bailado; mucho menos besado a una mujer. Otro ejemplo para los jovencitos admiradores del personaje. Es íntegro. Así debe ser la América de los espectadores nativos y es el rol que desean que todo el mundo adquiera. Es una vuelta al romanticismo desde los orígenes: un clásico de la historieta viene a semejar cualquier clásico literario que nos hable del caballero que lucha por su dama: un Cid Campeador, un don Quijote, un Roland. Son los años de la ingenuidad (que el mismo cine se esforzó en resguardar: las damas honestas y las camas separadas). Los años cuarenta con la amenaza del monstruo. Schmidt es peor que Hitler: tiene los medios para destruir al mundo porque piensa que es elegido de los dioses y, verdaderamente, ha encontrado una herencia de ellos. Su aspecto es repugnante: una especie de semiesqueleto rojo
y es el mal acechante como toda buena fábula moral que se respete porque es a lo que se reduce cualquiera de estas películas: la esencia de las historietas formativas e inocentes.

Vuelvo a la secuencia donde Steve se ha transformado en estrella popular presentando espectáculos para recaudar fondos y filmando películas para crear clubes de admiradores. Desde la timidez e inexperiencia hasta la seguridad que no está satisfecha. El héroe está detenido, suspendido, destinado a la grandeza. Este momento de la cinta le da sentido a toda la propaganda previa, a la creación del mito fílmico, a lo que en estos tiempos le da sentido al espectáculo de Hollywood y por eso nos anuncian al nuevo “Hombre araña” y al falso superhéroe Sherlock Holmes, pretexto de una variante.

La cinta demuestra nuevamente la capacidad del realizador Joe Johnston
para narrar a la imaginación (acuérdense de “Jumanji” o la segunda secuela “jurásica” o su primera, magnífica, subestimada, “Rocketeer”, otro héroe de los años treinta, anticipada a su tiempo). El reparto tiene al magnético Evans (genial desde su aparición en “Celular”: lo demás era tonto) y a secundarios de primera. Hay algo, de todas maneras, curioso: la película es inteligente. Su finalidad se entiende. Uno explica los motivos de su realización. Y, sin embargo, me entero que fue un fracaso en Estados Unidos (se recuperará por el mercado extranjero, los DVD, la venta por internet, el paso por televisión) al recabar apenas su inversión (algo negativo para la gente de la industria). ¿Habrá perdido la esperanza esta generación que se vuelca en, por ejemplo, otra dirección del camino del planeta de los simios? ¿Busca el escape fácil de la fantasía “potteriana”?

Por lo pronto, luego de semanas de no poder ir al cine, he visto una cinta muy satisfactoria. Otro retrato del héroe que tiene redención y que, dentro de su ingenuidad y su buen corazón, termina diciendo que tenía una cita para que nosotros nos conmovamos y esperemos más en el futuro.