miércoles, 24 de agosto de 2011

SOLAMENTE IMAGINE...


COWBOYS VS. ALIENS
(Cowboys & Aliens)
2011. Dir. Jon Favreau.


La eterna pregunta ha sido: ¿Por qué los extraterrestres solamente llegan a los Estados Unidos?. Uno se lo explica porque en ese país está Hollywood y los grandes especialistas de efectos especiales. Aunque ya se han extendido a otras naciones, básicamente se sigue atacando a la nación que se llamaba “la más poderosa del mundo” porque parece que ya flaquea. La película que hoy comentamos da al traste con la costumbre de que los interplanetarios solamente lleguen en los tiempos contemporáneos del argumento en cuestión. Exceptuando a los extraños seres de Flash Gordon o Cosas que vendrán, de los años treinta que, de cualquier manera, se ubicaban en un futuro, o los años sesenta por medio de series de televisión, usualmente eran los años cincuenta, sesenta, etcétera, cuando llegaban los amenazantes visitantes al mismo tiempo de los espectadores. Surge la segunda pregunta: ¿Por qué no habrían de aparecer los extraterrestres en los tiempos del salvaje oeste? y claro que la respuesta es otra pregunta: ¿Por qué no?

Cowboys vs. Aliens es una producción de Spielberg y muchas compañías productoras y personas y guionistas. Tiene un reparto esplendoroso (Sam Rockwell, Adam Beach, Keith Carradine, Clancy Brown, Olivia Wilde) encabezado por dos íconos del cine de acción: Daniel Craig (bastante deteriorado para sus 42 años de edad, al filmarla) y Harrison Ford (inexplicable durante la primera hora de metraje para luego dominar su lugar: el colmillo no se adquiere en vano)
y mezcla peligrosamente a dos géneros clásicos: la ciencia-ficción y el cine del oeste. Al terminar la cinta nos damos cuenta que se han respetado las convenciones de ambos, pero se ha destacado y ha ganado el admirado western.

Está el héroe que desconoce su realidad y tiene algo en su pasado que se encuentra desdibujado; hay vastos escenarios que dan idea de libertad; se encuentra a la ley moldeada por el poderoso del pueblo; coexisten las nobles profesiones: el médico, el predicador; con los estereotipos de la maldad: el hijo mimado del cacique, los hombres bajo su mando. El héroe que, en este caso, es en realidad un asaltante, se encuentra regido de cualquier manera por las leyes morales. A pesar de todo, tendrá que ponerse del lado de la justicia, combatir la acechanza del mal y redimirse.

En un pequeño pueblo que se encuentra limitado desde que se fueron agotando, extrañamente, las vetas de oro en sus minas, opera la ley del más fuerte (el ganadero que permite la subsistencia de los habitantes: Harrison Ford).

Llega un extraño, al cual reconocen como un tipo buscado por la justicia y porta un curioso aditamente como brazalete en su extremidad izquierda (aparecido repentinamente, sin memoria, al inicio de la película: Daniel Craig).

Hay enfrentamientos, cárcel, amenazas, cuando repentinamente surgen luces en el cielo: naves que atacan al lugar y lazan, como si fueran caballos salvajes, a algunos de los habitantes para raptarlos. Quienes quedan sin sus seres queridos se encaminan en su búsqueda. Todo da lugar a muchas aventuras que no contaré en este espacio para que Ud. las disfrute.

La película devuelve al director Jon Favreau
a sus orígenes. Luego de sus exitosas pero blandengues ilustraciones de Iron Man con sus discursos antiarmamentistas, con esta cinta maneja la fantasía inocente que hizo efectiva a Zathura, una aventura espacial. Es el sentido de sueño y confrontación con situaciones inesperadas. Así como los niños jugaban al azar sin saber cuál sería la consecuencia, ahora tenemos a personas ingenuas, acostumbradas a un pensamiento más primitivo, conociendo lo que es alta tecnología sin siquiera saber el significado de esta frase.

Se agradece la secuencia donde los nativos chiricahuas devuelven místicamente la memoria al hombre sin pasado porque es otra imagen visitada excepcionalmente en el género. Un chupamirto es símbolo de la pasión amorosa y el oro, elemento esencial en las cintas del oeste, es el motivo de la guerra. También es metafórica una vuelta a la vida que tiene su razón de ser y hace que valiera la pena que dos personas pensaran un argumento que cinco tornarían en guión y que lo supervisara, por ejemplo, Spielberg, a quien también le debemos otra joya del cine de acción en este año (Súper 8).

Es el respeto al género del oeste basado en tantos títulos que nos llegaban a la mente mientras disfrutábamos de esta inconcebible película (¡qué bueno que hay quienes se arriesgan a la recreación de mundos imposibles!) lo que le da fuerza y credibilidad. Solamente imagine usted que en lugar de extraterrestres andaba una banda de forajidos amenazando a un pueblo entero y ya tiene una genialidad recuperada de Kurosawa o Leone o una joya clásica de Eastwood, Sturges, Peckinpah, por no hablar de los pioneros. Es la forma. Es la libertad.