martes, 8 de mayo de 2018

LA FÁBULA CANINA


ISLA DE PERROS
(Isle of Dogs)
2018. Dir. Wes Anderson.



         Siempre he comentado que Anderson es un realizador fuera de serie que se atreve a contar historias que suceden en ámbitos prácticamente irreales, notoriamente falsos, con personajes cuyos alcances son exagerados. Viaje a Darjeeling, Un reino bajo la luna o El Gran Hotel Budapest, por mencionar los logros más recientes, entrañables y conmovedores, nos hablaban de seres cuyas vidas usuales eran modificadas por situaciones externas e incontroladas. Ahora, por segunda vez, dentro de la animación cuadro por cuadro (stop-motion animation, en inglés), utilizando títeres magníficamente diseñados y creados, repite la temática con perros.

El malvado alcalde Kobayashi

         Luego de una lucha constante por la dinastía Kobayashi contra los perros, finalmente, en un futuro cercano en Japón, su líder ordena la expulsión de todas estas mascotas a una isla donde se concentra la basura. El pretexto es que los animales han contraído moquillo, entre otras infecciones. En realidad, todo ha sido provocado por el alcalde de Megasaki. El primer perro en ser expulsado es Spots (la voz de Liev Schreiber) que pertenecía Atari, hijo adoptivo del alcalde. Luego de cierto tiempo, el niño de doce años, roba un avión y llega a la isla para buscar a su mascota. Es recibido por cinco perros: uno de ellos es el rebelde Chief (con la voz de Bryan Cranston), callejero, desobediente, provocador de todas sus propias desgracias. Habrá muchas aventuras para encontrar a Spots, quizás ya muerto, para que se logre la camaradería entre Atari y el perro, para que se descubran muchos secretos.

Los cinco perros magníficos
y contradictorios y democráticos

         Estamos ante la fábula del perro que encontró su destino, del perro que descubrió sus cualidades internas, del perro que aprendió a amar, del perro que simboliza a todas las especies que son amigas fieles del ser humano. Su apoyo al joven niño logrará derrocar tiranías y hacer que su contraparte homínida encuentre su esencia. Un despliegue técnico magistral para narrar una trama que rinde homenaje al cine oriental y a los maestros de las técnicas de animación. Un divertimento que no profundiza ni adelanta la carrera del realizador pero que subraya el talento y la capacidad de dirigirse al espectador para provocarle reflexiones sobre sí mismo a través de metáforas visuales.


Atari logra conmover al rebelde Chief
quien siempre ha evitado ser feliz

         La cinta está tan bien narrada que la mitad contiene diálogos en japonés que no son traducidos y no hacen falta. Posee la gran ventaja de presentarse en idioma original, sin doblaje, porque “no está dirigida a niños” (aunque en realidad no contiene nada ofensivo ni cuestionable para los pequeños). Sus sagaces comentarios sociales incluyen a un perro llamado “Oráculo” porque simplemente repite lo que escucha por una televisión convirtiéndole en “profeta”. Todo el escenario ofrece referencias a viejos estilos de decoración y decorados orientales.
Oráculo, el profeta visionario, porque
repite lo que ve por televisión


         Es una película que merece muchas repeticiones: su riqueza visual, de detalles, de comentarios, de voces al fondo, hace que de repente se pierdan algunos o algunas. Hay que retornar para ir complementando y abundando en toda la minuciosa laboriosidad de ejecución. Anderson es un artista fuera de serie con mundos particulares que nos parecen extraños pero que en realidad son en los que estamos inmersos. Deliciosa experiencia.

Kunichi Nomura, Jason Schwartzman,
Wes Anderson y Roman Coppola,
los cuatro guionistas