jueves, 31 de enero de 2019

EL PODER DETRÁS DEL TRONO


LA FAVORITA
(The Favourite)
2018. Dir. Yorgos Lanthimos.


         Al palacio real llega Abigail (Emma Stone), prima de Sarah, Lady Marlborough (Rachel Weisz), amiga y confidente, además de asesora política de la débil, enfermiza y prácticamente insegura reina Ana (Olivia Colman). Abigail ha venido a menos desde su anterior buena posición y ahora recurre a su pariente para conseguir trabajo, de cualquier tipo, y subsistir. En pocos días pasará de sirvienta de Sarah a sirvienta de la reina. Al enterarse de ciertos secretos, además de unir fuerzas con el representante de los Torys, Lord Harley (Nicholas Hoult), puede manipular a su manera las situaciones. La rivalidad entre las dos mujeres para tener el afecto de la mandataria será recalcitrante en ambas partes: lo interesante es saber quién ganará o cuáles armas utilizará.

La llegada de Abigail
es en el estiércol
Luego llega a ser
sirvienta de la reina
         Sin ser fiel a la historia, con muchas libertades poéticas, introduciendo elementos atemporales (como un baile tipo Vogue en la corte real o mezclando música de los tiempos con otros más recientes), además de impartir un ritmo incontenible, el realizador Lanthimos juega y se regodea con estos personajes de principios del siglo XVIII como monstruos que se enfrentan en una batalla para sobrevivir.  De hecho, los juegos reales son absurdos y dan una idea de corte infantiloide y ridícula (las apuestas se definen en carreras de patos o los nobles jóvenes se divierten lanzando mitades o gajos o cáscaras de naranja a un pobre bufón gordo y desnudo que tapa sus genitales con la mano)

Lady Marlborough, amiga
y amante de la reina Ana
El dominio sobre la soberana;
el poder detrás del trono
         Sin embargo, más importante es la condición femenina. Dentro de estos juegos perversos, Lanthimos nos ofrece a mujeres aguerridas y empoderadas. Ana tiene sus momentos temerosos pero finalmente está consciente de su naturaleza real. Sarah ha permanecido en su calidad de dama de la nobleza, además de contar con una amistad desde niña con la reina, por lo que su influencia es inmensa. Abigail sabe que la única manera de evitar caer en la inopia es arriesgarse a arrebatar un lugar de privilegio. Esta trilogía amorosa cae en la intriga, el duelo verbal y la seducción carnal. 
De sirvienta a nueva
favorita de la reina
La caída en desgracia
de la anterior amiga
         Abigail utiliza sus conocimientos herbolarios para su beneficio a través de dos caminos completamente distintos. Al enterarse, accidentalmente, de las relaciones sexuales que se dan entre la reina y su prima, sabe que tendrá un arma particular en otro momento, lo mismo que la necesidad de recuperar su estatus como dama noble para alcanzar otro propósito. Sarah, por su lado, es intelectual y estratega, a la cual no le importa enviar a su marido a la guerra con España mientras sea por la defensa de la nación. El ejemplo perfecto de lo que se conoce como “poder detrás del trono”: reina putativa. Y Ana vive en su mundo frágil, enfermizo, de frustración por haber perdido diecisiete hijos (según la película, en la vida real se mencionan diecinueve) ya fuera por abortos o muertes prematuras. Nunca se menciona ni se presenta a su esposo (Jorge de Dinamarca).
Olivia Colman como Ana de Inglaterra
La verdadera Ana
         Las actrices han informado a través de entrevistas que el director les mostró tres fragmentos de películas para que entendieran el tono y ritmo que deseaba darle a su película: Extraña pareja (The Odd Couple, Saks, 1968), La fiera de mi niña (Bringing Up Baby, Hawks, 1937) y La chica terremoto (What’s Up, Doc?, Bogdanovich, 1972). Esta información adicional le sirve mucho al espectador para su percepción y apreciación de la cinta: por un lado, los diálogos rápidos que requieren de réplicas inmediatas, la acción física que llega a extremos inesperados, o simplemente los absurdos de lo cotidiano. Todo ello puede notarse en la película: un retrato de la manipulación del poder y de la naturaleza de los seres humanos, con un tiempo pasado alegórico de nuestra época, tal como lo demostró directamente en sus anteriores fábulas contemporáneas: Colmillos con los padres ultraprotectores de adolescentes, La langosta con la sociedad totalitaria y amenazadora o El sacrificio del ciervo sagrado con el adolescente vengativo que sometía a una familia. 

Yorgos Lanthimos con la talentosa
y carismática Emma Stone


            

viernes, 25 de enero de 2019

UN CUENTO MORAL


LA MULA
(The Mule)
2018. Dir. Clint Eastwood.

        

         En 2005 Earl Stone (Clint Eastwood) es un próspero cultivador y vendedor de flores que no cree en la tecnología. Sin embargo, debido al trabajo ha descuidado siempre a su familia: no asiste a la boda de su hija Iris (Alison Eastwood) sin que esto sorprenda a su ex esposa Mary (Dianne Wiest). Pasan doce años y en 2017 el ya anciano Earl tiene que abandonar su casa porque el Internet ha cambiado las cosas: ya nadie compra flores directamente. Cuando asiste a una fiesta por el próximo matrimonio de su nieta Ginny (Taissa Farmiga), ante el rechazo de hija y ex esposa, uno de los asistentes le da un número telefónico por si quiere un trabajo que consiste simplemente en llevar y traer mercancía sin que le especifique detalles. Ante su necesidad económica, Earl acepta y, de esta manera, sin imaginarlo ni saberlo, entra en el traslado de droga desde Texas hacia Illinois. El fuerte pago que recibe le mueve a continuar haciéndolo para sufragar el arreglo de la casa de los veteranos de guerra, comprarse una camioneta, apoyar la fiesta de matrimonio de su nieta, entre otras cosas. Al mismo tiempo que Stone debuta en el acarreo prohibido, el agente especial Bates (Bradley Cooper) inicia una misión particular para cazar a la banda de narcotraficantes que mueven la droga por medio de “mulas” como el viejo Earl.

         Igual que en sus cintas anteriores, el maestro Eastwood nos ofrece otro retrato del norteamericano por antonomasia, el patriota, el que defiende los valores ciudadanos, aquel que antepone el trabajo para mantener a su familia y tiene una bandera al exterior de su casa. Indirectamente, resalta los detalles sociales que identifican y mueven a los norteamericanos, sobre todo a aquellos de edad avanzada, educados en otro tiempo, que no hacen caso porque no les importa lo que significa la corrección política. Earl sigue llamando con los epítetos ahora considerados denigrantes a las razas que tiene enfrente (niggers, beaners) sin expresarlos de manera peyorativa sino inocente, porque eran vocablos comunes, anteriores a las exigencias de respeto a derechos civiles pero que ahora resultan ser insultos.

El "mulero" a pesar de sí mismo
se asombra al darse cuenta de la
excesiva y fácil paga.

         En realidad estamos ante un cuento moral donde sobresale la dignidad humana. Earl se dará cuenta del respeto que se debe a sí mismo, aunque el dinero ganado ya que ha tomado conciencia de sus acarreos, lo ha utilizado para buenas causas: el dilema de Robin Hood (por medio de actos negativos se beneficia a inocentes o desprotegidos). Earl aprende, en sus últimos años, una lección de vida gracias a circunstancias debidas a la propia existencia: la muerte o la amenaza de muerte. Hay un momento en que Earl cruza su camino con Bates, sin que ninguno sepa la identidad del otro, para que se establezca la moraleja: el consejo del anciano al novato absorbido por su trabajo.


Y sin embargo, el otro lado de la moneda es el humor. La cinta mantiene un tono positivo y divertido. No se había tenido en las películas con temas de narcotráfico, una ligereza en el trato de los personajes naturalmente tenebrosos. Earl mantiene una relación tirante pero indolente y respetuosa hacia el vigilante que le imponen: Julio (Ignacio Serricchio) quien de la dureza deviene compasivo. Ese tono de humor que colinda en lo macabro puede apreciarse, por ejemplo, cuando Earl es llevado a la mansión mexicana del jefe del cártel, Latón (Andy García) quien deseaba conocerlo: impactado por el lujo y exceso del lugar, Earl pregunta al capo “¿a cuántos hay que matar para conseguir todo esto?” a lo cual Latón le responde con una sonrisa “a muchos, muchos…” que es una verdad amarga pero que en este contexto divierte. Y así hay otros momentos deliciosos e imaginativos en el manejo del lenguaje.

Earl llega a la casa de su hija
porque su ex mujer está enferma

Un reparto de excelencia que conforma un cuadro general: el mejor ejemplo de lo que es un ensamble actoral donde cada uno es pieza importante para que brille cada uno. Dianne Wiest, ya veterana pero siempre con la gracia de su talento, en un papel conmovedor. Cooper se acompaña de Michael Peña para ser los brazos fuertes de la ley en contraste de raza. García y  Serricchio como afables y humanos (es un decir) narcotraficantes. Destaca el ritmo que Eastwood impone a su narración además de la maestría en la edición de su colaborador en la mayoría de sus cintas, desde los años setenta, Joel Cox que permite una fluidez impecable. No hay, como siempre lo he enfatizado, un fotograma de más ni de menos.

La talentosa Dianne Wiest

Eastwood se basó en un hecho de la vida real como ha insistido en sus últimas joyas como 15:17 Tren a París, Sully: hazaña en el Hudson, Francotirador, Jersey Boys: persiguiendo la música o J. Edgar, por mencionar las más recientes en su ya vasta filmografía. Cada uno de estos casos nos lleva de un pasado nostálgico como la música de los ídolos de Nueva Jersey al siniestro dirigente del FBI o soldados heroicos en el frente o fuera del mismo, que tuvieron un profundo impacto en la sociedad norteamericana. Lo que para algunos puede pensarse como patriotero, en realidad son exaltaciones al valor y al espíritu ciudadano que se preocupa por su entorno. En este caso, nada admirable, finalmente prevalecerá la dignidad que será el camino de redención: de aquello que sea nocivo puede surgir la salvación personal. Eastwood cree en sus compatriotas y tiene todavía fe en la humanidad. Obra maestra.
A los 88 años Clint Eastwood es uno de los más
veteranos y lúcidos realizadores del cine mundial

lunes, 21 de enero de 2019

AQUELARRE DE BRUJAS


SUSPIRIA 
2018. Dir. Luca Guadagnino. 

         Dividida en seis capítulos y un epílogo, estamos ante la relectura – homenaje que el realizador italiano Guadagnino ofrece a la obra maestra de su compatriota Dario Argento quien la filmara en 1977. No es una nueva versión. Inspirada en la cinta original, estamos ante todo un comentario acerca del caos en que vivimos donde ya no hay memoria, solamente olvido. Al inicio tenemos a la joven Patricia (Chloe – Grace Moretz) llegando al consultorio de su psiquiatra Klemperer (Lutz Ebersdorf, en realidad Tilda Swinton disfrazada como hombre) para comunicarle sus temores, sus descubrimientos de que en la academia de danza donde participa se encuentra en realidad una asamblea de brujas. Ante la indolencia del hombre, quien piensa que son simples alucinaciones, Patricia se va sin rumbo conocido. Luego vemos a Susie (la fea Dakota Johnson), llegada desde Ohio hacia este Berlín dividido por un muro que se encuentra precisamente frente al edificio que alberga al grupo de danza que Patricia ha referido. Al mismo tiempo en que se incorpora Susie, otra de las alumnas, Olga, la solista de la coreografía cumbre de esta escuela, se rebela con la misma desesperación mostrada por Patricia. Desea alejarse del lugar pero es forzada a entrar en una sala de espejos que se encuentra en un piso inferior del edificio. Ante su ausencia, Susie se autopropone para bailar el rol de Olga y la directora de la compañía, Madame Blanc (Tilda Swinton), la acepta para que la joven demuestre sus cualidades innatas. Sin embargo, ante cada movimiento de Susie, Olga sufre lesiones en su cuerpo que se va deformando y lacerando terriblemente: una especie de sacrificio.

Chloe Grace Moretz como una rebelde
que recuerda a la banda Baader - Meinhof
La terrible tortura a la que es sometida
la bailarina que ha dejado su puesto
El actor Lutz Ebersdorf
es en realidad Tilda Swinton
La película tiene este inicio que establece el dominio de las brujas que se irá complementando con otras circunstancias: Es 1977, durante los enfrentamientos del llamado Ejército Rojo (RAF) o la banda Baader-Meinhof que enfrentaba a la generación pasada para reclamar el imperialismo y su conformidad ante la situación que actualmente se vivía en una Alemania dividida. Para ello, se contrapone la situación del psiquiatra Klemperer quien vive con el remordimiento de haber perdido a su mujer Anke (Jessica Harper), la cual desapareció durante el conflicto de la Segunda Guerra Mundial, sin que él hubiera hecho nada para salvarla, por lo que toma conciencia de lo que ha sucedido con Patricia quien también se ha esfumado sin saberse de su paradero. Y todavía, la circunstancia personal de Susie, descendiente de una familia Amish, considerada como fruto de pecado por su madre, quien se ha alejado de sus creencias tradicionales quedando como fácil presa de las fuerzas del mal.

Susie se ha integrado al aquelarre
         El aspecto anecdótico de la trama de terror reside en el deseo de las brujas por revivir a las Madres de lágrimas, tinieblas y suspiros, gracias a sacrificios que realizan con quienes las rechazan: la intención de Guadagnino es comparar al aquelarre siniestro con su realidad entonces circundante: una sociedad dividida (como las jóvenes que se aterran y rebelan en un parangón de los guerrilleros que cuestionaban a la autoridad con los consecuentes resultados de dolor y muerte), el sentimiento de culpa (la generación que sobrevivió a la guerra con toda la carga criminal del pasado alemán, nazi, exterminador, tal como lo vive el psiquiatra viudo agobiado por su cobardía personal), el triunfo del mal (una Susie asimilada con el poder que permanecerá imperando, provocando el olvido, dejando solamente evidencias gráficas o físicas, como un corazón dibujado sobre la pared de una casa, pero nunca morales ni en la memoria). Y todo ello, perfecta lectura del mundo contemporáneo: dividido, culpable y dominado por el mal.
Jessica Harper fue la original Susie
en la cinta de Argento, en 1977.
         Algo destacable en esta exuberante cinta es que se haya incorporado a la ya setentona Jessica Harper, quien fuera la Susie original, en el rol de la esposa muerta del psiquiatra. Guadagnino, luego de la extraordinaria Llámame por tu nombre (2017), confirma su calidad como realizador. No gustará a todo mundo. Habrá quienes siendo puristas rechazarán cualquier adaptación a estos tiempos. Hay quienes esperarán la atmósfera de la cinta original aunque ésta ya ha sido superada con creces. Suspiria nos recuerda los errores del pasado con la intención de que se tome conciencia de ellos y evitemos su repetición, no permitamos su olvido: lo decepcionante es que el mundo actual muestra matices de este aquelarre de brujas.   
Tilda Swinton y Luca Guadagnino,
durante el rodaje de "Suspiria"



viernes, 18 de enero de 2019

LUCHA ENTRE AMOR Y ODIO


EL INFILTRADO DEL KKKLAN
(Blackkklansman)
2018. Dir. Spike Lee.



         En 1973, el policía Ron Stallwarth (John David Washington) se convirtió en el primer oficial negro dentro de la policía de Colorado Springs. Con todo y provocaciones, además del desprecio de sus compañeros, fue ascendiendo poco a poco hasta que se integró al Departamento de Inteligencia. Al ver un anuncio donde se invitaba a participar en el Ku Klux Klan, llamó pidiendo información y se le respondió: se hizo pasar como blanco supremacista y para introducirse en la organización utilizó en presencia a su compañero blanco y judío Flip Zimmerman (Adam Driver), mientras que él mismo fue el guardia asignado para cuidar la visita del jefe superior de dicha organización David Duke (Topher Grace).


         Gracias al apoyo del productor Jordan Peele, el director de la exitosa ¡Huye! (Get Out!, 2017), Spike Lee fue invitado a dirigir esta cinta considerando su importante carrera, siempre sugerente e incitadora hacia la reflexión sobre las diferencias raciales y los personajes significativos de su etnia. En este caso se basó en un hecho de la vida real: la audaz intrusión en la antigua y criminal institución para ponerla al descubierto con sus métodos violentos y sus actos criminales. La cinta es una mezcla de humor con ironía, de discursos detestables con otras meditaciones sobre la situación del negro en una nación altamente segregada, apenas en la alborada de los derechos civiles.

Topher Grace como el líder del KKK, David Duke.

         El propio director comentó que una constante de su obra fílmica ha sido la eterna lucha entre el amor y el odio. De ahí que muestre el conflicto racial porque finalmente deriva en prejuicios y en el gratuito ataque entre seres humanos por diferencias de la propia naturaleza. De ahí que utilice referentes sociales de importancia como el brutal ataque de la policía contra Rodney King en Malcolm X o los comentarios sobre el ataque a las torres gemelas en La hora 25. Aquí muestra la marcha supremacista de 2017 en Virginia como una indirecta al estado actual de su nación donde se enfatiza que los avances sociales han retrocedido en un país gobernado por un matizado discriminador y el presente se asemeja a este pasado, pero también pone como referente a películas que han sido importantes en su penetración mundial ante espectadores que se regodean en su estética sin darle importancia al subtexto racista como El nacimiento de una nación (1915, Griffith) donde el padre del cine norteamericano expresaba su temor y desprecio hacia los negros por lo que el discurso es discutible mientras que sus cualidades técnicas, expresivas e históricas son admirables o Lo que el viento se llevó (1939, Mitchell) que en el fondo es un canto a la belleza del sur esclavista y al negro sometido pero contento con su situación. También posee una secuencia donde Ron discute con su objeto amoroso Patrice (Laura Harrier) sobre la importancia de las cintas consideradas de “blaxploitation” populares en esos primeros años setenta, donde los roles principales eran interpretados por actores negros que ponían en su lugar a los blancos y mostraban emociones y sentimientos (Shaft, como ejemplo).


         La película es muy atractiva por su trama que permite el suspenso y la intriga, además de entrar en los cuestionamientos de raza ya sea por ese odio (el asunto del KKK) o ese amor (el conflicto personal de Ron ante Patrice, quien tiene mala opinión de los policías, desconociendo su identidad profesional). Alternadamente, es el rescate de un hecho que aconteció y que tomó por sorpresa a sus protagonistas. Estas cualidades son las que le otorgaron el Premio Especial del Jurado en Cannes 2018 así como su presencia en diversos festivales y selecciones de premios. Es otra manera de explicar la evolución en cuanto al estatus que actualmente mantienen las diferentes etnias a nivel mundial: al mismo tiempo, temer por su retroceso. Genial y divertida.

El director Spike Lee con su Premio Especial
del Jurado en Cannes 2018.

lunes, 14 de enero de 2019

BARBARIE EN EL SIGLO XX


EN TERRITORIO AMIGABLE
(Sweet Country)
2017. Dir. Warwick Thornton.



            Esta película nos lleva a una Australia salvaje. Pueblos todavía incivilizados por completo donde los indígenas Myall, de piel negra, eran tratados como esclavos por los hacendados además de que la justicia era parcial hacia la raza blanca. La acción sucede en un pueblo al norte de Australia donde las condiciones y las costumbres se asemejan a las que el cine norteamericano, el género del oeste, nos mostraba después de la mitad del siglo XIX. No obstante, a mitad de la película aparece un exhibidor ambulante de cine que proyecta sobre una sábana imágenes de una ficción silente, para darnos cuenta que es 1929 y enfatiza la lejanía de este continente, su retraso comparado con el imperio británico del cual depende.


March, un ranchero, llega a la propiedad del reverendo Smith y le pide que le preste a sus empleados para limpiar su propio rancho y terminar con algunos pendientes. Éste accede  y le facilita a Kelly con su esposa Lizzie y una sobria. March, ya en su terreno, luego de adelantar sus requerimientos, sin darle de comer ni atender a los sirvientes, abusa de Lizzie. Al día siguiente, ante el silencio de la indígena, los corre del lugar. Sin estar enterado Kelly, luego mata, por un malentendido a March, por lo que huye junto con su mujer porque sabe que al haber matado a un blanco lleva todas las de perder. Es perseguido por el jefe militar del lugar junto con otros rancheros.


Los diferentes paisajes australianos


La cinta se vuelve entonces el relato de una persecución que se alarga recorriendo terrenos todavía vírgenes donde hay diversos colores, vegetación o desierto, soledad o indígenas, todavía aislados que defienden sus espacios, así como escorpiones y otros peligros. Vamos alternando la visión de los perseguidos y luego la de sus perseguidores. El tiempo pasa sin que se perciba directamente.


Como si fuera el siglo XIX y ya era 1929


El realizador Thornton nos lleva al pasado para comentar sobre el presente: la diferencia racial, el odio, el abuso y el uso de las personas. Para ello nos habla de historia, de los hechos que ocurrían en los tiempos cuando apenas se iba desarrollando un continente. Paradójicamente, ahora tenemos la imagen de una nación fuerte, poderosa , con bajo nivel de corrupción, contra una realidad distinta de antaño. La trama no es nueva, los hechos sucedieron, pero es importante seguir repitiendo y enfatizando la falta de caridad y compasión.

Warwick Thornton , excepcional realizador y fotógrafo

Warwick Thornton se ha distinguido como uno de los más importantes realizadores contemporáneos de Australia. Su narrativa es interesante: en esta película inserta, de pronto, imágenes que adelantan la acción o que comentan lo que está sucediendo, para que el espectador complemente su comprensión de hechos y personajes. Por otro lado, al fungir como director de fotografía, Thronton ofrece una bellísima serie de imágenes que retrata la inmensidad, la grandeza, la diversidad de la naturaleza de su país como contraste de la maldad imperante, arropada por la misma.

viernes, 11 de enero de 2019

DESCUBRIR LA LIBERTAD


65a. Muestra Internacional de Cine 

LAS HEREDERAS
2018. Dir. Marcelo Martinessi.



            Luego de un deplorable inicio con “La casa de Jack”, retrato del infierno personal de un extremo asesino en serie, filmada por el hiper valorado, pro nazi y sobreestimado Lars von Trier cuyos afanes para escandalizar al espectador hacen que sus cintas se tornen lugares comunes y excesivos hasta llegar al tedio, la 65ª. Muestra Internacional de Cine ahora sí arranca con mucha calidad y buen tino, solamente en nuestra Cineteca Nuevo León, con una impecable coproducción de Paraguay con Uruguay, Brasil y varios fondos europeos, que se ganó muchos premios en festivales prestigiosos, tanto como película y por su actriz principal, Ana Brun.

Chiquita y Chela

            Chela (Ana Brun, extraordinaria, sin experiencia fílmica y ganadora de premios imporantes) y Chiquita (Margarita Irún) son dos mujeres cincuentonas que provienen de familias acaudaladas pero ahora encuentran sus realidades disminuidas al acabarse el dinero. Han vivido juntas por treinta años y se han visto en la necesidad de empezar a vender sus objetos de valor. Las vemos arreglarse para una fiesta donde se celebrará el cincuentenario de una amiga donde se canta y bebe: al retornar a casa, Chela se queja del olor a tabaco y alcohol de Chiquita, rechazándola. No obstante, Chiquita es encarcelada por una acusación de fraude debido a faltas de pago al banco por su precaria situación. Chela queda sola. Cuando una vecina anciana le pide que la lleve en su auto, un viejo Mercedes que fue regalo de su padre, Chela, entonces, descubre una manera de ganarse la vida como chofer de ancianas ociosas y ricas. Gracias a ello, conoce a Angy (Ana Ivanova), una mujer más joven, divorciada y de ideas liberales (la hace beber y fumar, además de contarle sobre sus amantes) que vendrá a resquebrajar su vida cerrada, sobre todo cuando se convierta en objeto de admiración y motivadora de sentimientos amorosos.


Chela  Angy

            La cinta es impecable en cuanto atmósfera y retrato social. Sin muchos diálogos, va mostrando diversas realidades: la cotidianidad de Chela con la desprotección consecuente que le permitirá irse integrando a un mundo externo nunca explorado y la estancia de Chiquita en la cárcel donde también ha levantado pasiones y ha alcanzado cierto estatus. Las figuras de las ancianas que piden su servicio de coche a Chela, sus comentarios incisivos sobre sus amigas, su conciencia de pertenecer a una clase privilegiada en un Paraguay ya sometido al siglo XXI siendo ellas simples fantasmas de un pasado ya inexistente, vienen a ser el contrapunto de quienes ya lo han perdido todo. Los cambios que va sufriendo Chela ante este entorno para irse adecuando a la moralidad que cultiva Angy. Y una figura entrañable, la sirvienta Paty, de ascendencia indígena, de la cual inicialmente Chela pide que se bañe pero luego se tornará refugio.


Chela en el esplendor perdido para ella,
ahora como "taxista" improvisada

            Hay momentos significativos: cuando la gente adinerada llega a ver los muebles y objetos de Chela queriendo tomar ventaja. En la banda sonora se escucha, durante la fiesta, a una mujer cantando “Mis noches sin ti”, tradicional bolero paraguayo que podría tomarse como anticipo de lo que Chela vivirá sin Chiquita a su lado. Por otro lado, al término, se escucha “Recuerdos de Ypacaraí” que habla de ausencia, de preguntar dónde se encuentra el ser amado. La película disecciona a una forma de vida que paulatinamente va desapareciendo: la familia de abolengo paraguaya que pudo florecer y ser emblema del poder durante la larga dictadura de Stroessner. El propio director ha mencionado que Paraguay sigue siendo una gran prisión: aquí se retrata una especie de liberación, alejarse de la opresión de toda una vida. Ópera prima en largometraje de su realizador, estamos ante una extraordinaria película de una cinematografía que ha sido escasa, prácticamente desconocida. Todo un privilegio imperdible.

La extraordinaria Ana Brun,
mejor actriz en el Festival de Berlín 2018

Marcelo Martinessi
y una ópera prima ejemplar