lunes, 25 de noviembre de 2019

NEGRA ATMÓSFERA


HUÉRFANOS DE BROOKLYN
(Motherless Brooklyn)
2019. Dir. Edward Norton.
         Es 1957 y Lionel (Edward Norton), un joven afectado con el Síndrome de Tourette, trabaja al lado del detective privado Frank Minna (Bruce Willis) en el que será el último día de su vida. Lionel ha podido escuchar por el teléfono lo que se dijo en una reunión con unos hombres que luego lo trasladaron hacia un callejón donde lo asesinaron. Lionel no llega a tiempo más que para llevarlo al hospital donde la última palabra que expresa Minna es “Formosa”. Afectado por su muerte y agradecido porque siempre le protegió desde que estaba pequeño, además de aprovechar su condición que le daba una memoria prodigiosa, Lionel se decide a investigar por su cuenta para encontrar motivos y culpables. Por tal razón se encontrará con la corrupción de los altos mandos municipales de Nueva York, sobre todo con Moses Randolph (Alec Baldwin), encargado desde hace muchos años del departamento de construcción quien abusa de las minorías raciales (sobre todo, negros) para apoderarse de sus propiedades y “mejorar” los barrios, además de darse cuenta que se ciernen amenazas contra la vida de una joven activista mulata: la experiencia hará que descubra razones que más que deberse a la política tendrán que ver con secretos íntimos. 
         Basada en una distinguida novela premiada en 1999, el actor Norton tardó veinte años en poder llevarla al cine con cambios radicales como trasladar la acción de finales de siglo XX a la mitad del mismo, con la intención de recrear la atmósfera propia del cine negro, o sea el género policiaco que floreció en Hollywood durante las décadas de cuarentas y cincuentas. Fue un cambio inteligente ya que en esos tiempos alejados de celulares e individualismo, son más convincentes los hechos de abuso e injusticia social. Lionel, nombrado por Minna como “Brooklyn” (que es donde sucede la acción principal) es muy consciente de su estado físico y de su padecimiento. Los tics nerviosos, los gestos que debe repetir para poder detenerlos, las palabrotas que de repente salen de sus labios sirven como contrapunto de una realidad que se desea perfecta pero que resulta distorsionada. 
         Siguiendo los patrones del mejor cine negro (o film noir como lo definieron los críticos franceses de la Nueva Ola) tenemos a los personajes oscuros que aparentan una calidad que no poseen, el desvío de la trama por rumbos jamás pensados, la atmósfera bohemia y la actitud negativa, de enojo, ante la sociedad (no en balde aparece la marquesina de un teatro en Broadway que anuncia la temporada de Recordando con ira de Osborne que sería luego el título que lanzaría, en su versión fílmica, la corriente de los “jóvenes iracundos, enojados” del cine británico) y está el objeto anhelado, aquellos papeles por los cuales se está dispuesto hasta llegar al crimen (como pasaba en El halcón maltés y su ave enjoyada). Hay el secreto oculto que debe permanecer sin conocerse para evitar consecuencias nefandas (como ocurría con la hija disoluta en Al borde del abismo o la relación incestuosa en Barrio chino, la obra maestra de Polanski inserta en el neo noir). Y sobre todo, está el héroe que finalmente triunfa aunque sea con algún sacrificio, dejando alguna deuda pendiente con la esperanza de que finalmente el culpable pague sus pecados.
         El título está mal traducido: “motherless” significa huérfano o sin madre, pero en este caso “Brooklyn” viene a ser el mote de una persona. “Brooklyn huérfano” que se refiere al personaje de Lionel. Así estaba cuando lo amparó Frank Minna y así ha terminado sin su protector. Norton ofrece una actuación equilibrada y admirable por reacciones y respuestas al entorno. Como realizador demuestra que sabe dominar la narración y que de algo le han servido tantos años en el cine.