domingo, 1 de diciembre de 2019

ENAMORARSE


UN DÍA LLUVIOSO EN NUEVA YORK
(A Rainy Day in New York)
2018. Dir. Woody Allen.

         Gatsby (Timothée Chalamet) y su novia Ashleigh (Elle Fanning) planean pasar un sábado en Nueva York aprovechando que ella debe cubrir una entrevista para el periódico de la Universidad a la cual asisten. Gatsby, originario de esta ciudad, planea llevarla a conocer varios lugares. Sin embargo, el mencionado sábado, las cosas se salen de lo esperado. Cada uno toma un rumbo distinto ya que el director de cine al cual ella entrevistaría la invita a ver una proyección de la cinta en la cual trabaja. Así, se corta el plan de ir a comer. Mientras tanto, Gatsby acude a visitar a su hermano Hunter (Will Rogers) quien está cercano a casarse. Todavía estas desviaciones en el camino de cada uno de ellos se harán más largas volviendo a ampliarse. Las experiencias de cada uno de ellos servirán para que Gatsby descubra secretos de familia, se confronte con su realidad y reencuentre su pasado para de esta manera arreglar su futuro.
         En su cuadragésimo octavo largometraje como autor completo (no se consideran otros formatos), el maestro Allen recapitula sobre temas que ya ha tocado en cintas anteriores pero que vienen a converger en la ciudad que más ama y a la cual ha rendido pleitesía durante toda su vida. Así como el azar era parte del juego narrativo en Melinda y Melinda (2004) al presentar una misma historia en términos de tragedia y comedia o las casualidades eran importantes para los desenlaces de La provocación (2005) y Los inquebrantables (2007), también tenemos a una pareja que se separa para que el destino los lleve por rumbos inesperados como en De Roma con amor (2012) (que a su vez era un homenaje indirecto a Fellini y su Jeque blanco).
Ashleigh irá a entrevistar a Roland Pollard (Liev Schreiber) quien es un director importante para enterarse que no está contento con su cinta en postproducción, para que el guionista Ted (Jude Law) le solicite que lo disuada de ese pensamiento, y en el trayecto conozca al actor Francisco (Diego Luna), para que ponga a prueba su amor por Gatsby. A su vez, éste reencontrará a Chan (Selena Gomez) la hermana menor de una antigua novia, para que sus percepciones sobre las relaciones amorosas se pongan en jaque, además de que un incidente le hará asistir a una fiesta en casa de su madre (la incomparable Cherry Jones) para enterarse de un secreto bien guardado que mejorará su visión familiar y su propia realidad.
         Con muchos momentos de humorismo sutil o culto (Gatsby besó a su antigua novia al conmoverse con un cuadro de Bosch por lo que Chan le comenta que entonces se dio cuenta que su terapeuta no le estaba ayudando mucho) y las referencias cinematográficas que serán básicas para la solución final de la cinta (la pareja que se reencuentra bajo el reloj de la estación de trenes en Campanas del destino, Vincente Minnelli, 1945) además de las referencias musicales (cuando Gatsby está decepcionado dice que necesita una canción de Berlin, refiriéndose al compositor Irving Berlin, y de inmediato se escucha  They Say It’s Wonderful). 

         Allen filma sus obsesiones y predilecciones permaneciendo fiel a sí mismo, con el humor y la ironía que le son propios, sin perder la profundidad que se alcanza al excavar significados, referencias (y hasta lo que no se expresa verbalmente, sino por la mirada o el gesto). En esta cinta, Chalamet viene a ser el alter ego de Allen (tal como lo hicieran Kenneth Branagh en El precio del éxito, 1998, o Larry David en Así pasa cuando sucede, 2009) y hasta su tono de voz y actitud (que demuestran su versatilidad) lo apoyan para que los espectadores nos sintamos cercanos. 
         Debemos sentirnos afortunados, también, de que haya llegado esta cinta a nuestras salas luego del ridículo, absurdo y oscurantista escándalo suscitado por Amazon Studios al negarle distribución en Estados Unidos por el resurgimiento de una vieja acusación, sin fundamento ni comprobación, de un turbio episodio en el pasado de Allen. Chalamet debe estar arrepentido por haber tomado partido, repudiando a Allen. No puede negarse su talento y versatilidad pero es reprobable que se dejara llevar por un movimiento de cacería de brujas sin valorar la gran experiencia que vivió. Allen ha recuperado los derechos de su cinta y Amazon tiene una demanda multimillonaria en proceso: ¡Que se haga justicia!