domingo, 28 de diciembre de 2014

CINE NACIONAL DE 1965

CINCUENTENARIAS

         En 1965 se filmaron 97 películas y entre ellas, las últimas del Primer Concurso de Cine Experimental antes de proceder a la selección de ganadoras. Debutaron dos realizadores en este, primer año de gobierno de Díaz Ordaz, Arturo Ripstein, gracias al apoyo de su padre, poderoso productor de cine, además de Ícaro Cisneros, antiguo actor infantil y realizador de una cinta decorosa dentro del mencionado concurso (“El día comenzó ayer”).

La última cinta del maestro  Juan Bustillo Oro
a quien le debemos obras maestras como
"Vino el remolino y nos alevantó" (1949).


         En este año Juan Bustillo Oro filmó la que sería su última película (“Los valses venían de Viena y los niños de París”), dentro de la añoranza porfiriana, género que él ayudaría a brillar en los años treinta y cuarenta. Igualmente María Antonieta Pons decidió retirarse del cine (ya tenía 46 años y quizás pensó que era el mejor momento para dejar el recuerdo de un cuerpo maravilloso y una serie de cintas antológicas por diversos motivos).

María Félix utilizó la fama de Piporro en su penúltima cinta
de 1965. Volvería al cine con "La generala" (1970, Ibáñez)


         María Félix filmó al lado de Piporro. Muy criticada entonces, el tiempo le da la razón porque utilizó la fórmula de Libertad Lamarque: unir fuerzas con personalidades taquilleras (“La Valentina” de Rogelio A. González). El mismo realizador ofreció otra cinta interesante (“Río Hondo”).



         Julio Bracho filmó una variante de su exitosa “Guadalajara en verano” del año anterior, trasladándose ahora a “Cuernavaca en primavera” narrando tres historias de amor e infidelidad. Aparte realizó una buena versión de la pasión cristiana (“El proceso de Cristo”).

Fanny Cano demostró con creces su falta de talento
en esta cinta, sobre todo en la secuencia cuando
grita que un sacerdote la quiere ultrajar...


         Gilberto Martínez Solares tuvo la desgracia de filmar tres películas con los insoportables Viruta y Capulina, pero le tocaron dos superproducciones de Sotomayor con ídolos juveniles (“Los perversos (a go go)” y “Juventud sin ley”) y una comedia ranchera bastante agradable (“Los tres salvajes”).

Manuel López Ochoa (1933 - 2011),
simpático galán, buen actor y cantante.
(¿Lo recuerdan en "El quelite"?



         Chano Urueta filmó una comedia juvenil con Enrique Guzmán y la fuera de serie Diana Mariscal, al lado de Javier Solís y Tin Tan (nada menos) donde aparecían al inicio, en papelitos como enamoradas del cantante Solís, quienes serían futuras estrellas del cine nacional: Meche Carreño e Hilda Aguirre (“Especialista en chamacas”). Además filmó una excelente cinta de aventuras con personaje de historieta nacional que era un indio yaqui criado por un viejo europeo, interpretado por el simpático Manuel López Ochoa (“Alma grande”).

Hasta Chachita sale de interplanetaria 
con el nombre de !Frijo! y su galán fue Ferrusquilla.


         Alfredo B. Crevenna solamente ofreció un melodrama con la vedette argentina Libertad Leblanc (“Una mujer sin precio”) y dos delirios espaciales (“Gigantes planetarios” y “El planeta de las mujeres invasoras”) que luego serían antologados en un ciclo sobre cine mexicano de ciencia-ficción.



         Hubo títulos que tuvieron ciertas cualidades particulares como “¿Qué haremos con papá?” de Rafael Baledón, “Los malvados” de Corona Blake, “3000 kilómetros de amor” de Agustín P. Delgado (con Silvana Pampanini y Los Polivoces), o “Cargamento prohibido” de Miguel M. Delgado.



         Entre los jóvenes está el mencionado Ripstein con “Tiempo de morir”; Carlos Enrique Taboada con “A la sombra del sol” y Francisco del Villar con “Los cuervos están de luto”, además de un Alberto Mariscal incipiente con “Crisol” y “Cruces sobre el yermo”. Ícaro Cisneros” filmó “Tirando a gol”.

Uno de los grandes melodramas eróticos del cine mexicano.


Pero si debe destacarse a alguno es a Sergio Véjar por un delirio erótico-fatalista llamado “Sólo de noche vienes” donde Elsa Aguirre y Julio Alemán vivían una pasión desbordada pero prohibida, sobre un argumento de Elena Garro. Es quizás la cinta más sugerente del deseo sexual filmada ese año. Otro esfuerzo de Véjar fue un melodrama menor (“La muerte es puntual”) que buscaba insertarse dentro del cine negro.



         Un esfuerzo internacional fue “El mal” del inquieto Gilberto Gazcón. Glenn Ford y Stella Stevens, estrellas de la Columbia Pictures (distribuidora y coproductora de la cinta), llevaron los estelares con voces dobladas, en la trama de un hombre mordido por un perro rabioso que debe llegar a tiempo a la ciudad para ser vacunado o morir una muerte terrible. Ariadne Welter, Isela Vega y Maura Monti (futura esposa de Gazcón) aparecían como prostitutas con poca ropa, pero sin llegar al desnudo.



         Dentro del cine experimental se filmó “Los bienamados”, cinta consistente en dos mediometrajes unidos, dirigidos por Juan José Gurrola (“Tajimara”) y Juan Ibáñez (“Un alma pura”), basados en sendos cuentos de Juan García Ponce y Carlos Fuentes, que ahora, con el tiempo, se ha tornado en ejemplo del gran cine mexicano que pudo ser equiparable a las tendencias fílmicas europeas.
        
Pilar Pellicer en el gran papel de su carrera
como la Cecilia de "Tajimara".



         Y como siempre quedan pendientes, pero ahí están para que ustedes busquen y encuentren.