CINCUENTENARIAS
En 1965 se filmaron 97 películas y
entre ellas, las últimas del Primer Concurso de Cine Experimental antes de
proceder a la selección de ganadoras. Debutaron dos realizadores en este,
primer año de gobierno de Díaz Ordaz, Arturo Ripstein, gracias al apoyo de su
padre, poderoso productor de cine, además de Ícaro Cisneros, antiguo actor
infantil y realizador de una cinta decorosa dentro del mencionado concurso (“El
día comenzó ayer”).
La última cinta del maestro Juan Bustillo Oro
a quien le debemos obras maestras como
"Vino el remolino y nos alevantó" (1949).
En este año Juan Bustillo Oro filmó la
que sería su última película (“Los valses venían de Viena y los niños de
París”), dentro de la añoranza porfiriana, género que él ayudaría a brillar en
los años treinta y cuarenta. Igualmente María Antonieta Pons decidió retirarse
del cine (ya tenía 46 años y quizás pensó que era el mejor momento para dejar
el recuerdo de un cuerpo maravilloso y una serie de cintas antológicas por
diversos motivos).
María Félix utilizó la fama de Piporro en su penúltima cinta
de 1965. Volvería al cine con "La generala" (1970, Ibáñez)
María Félix filmó al lado de Piporro.
Muy criticada entonces, el tiempo le da la razón porque utilizó la fórmula de
Libertad Lamarque: unir fuerzas con personalidades taquilleras (“La Valentina”
de Rogelio A. González). El mismo realizador ofreció otra cinta interesante
(“Río Hondo”).
Julio Bracho filmó una variante de su
exitosa “Guadalajara en verano” del año anterior, trasladándose ahora a
“Cuernavaca en primavera” narrando tres historias de amor e infidelidad. Aparte
realizó una buena versión de la pasión cristiana (“El proceso de Cristo”).
Fanny Cano demostró con creces su falta de talento
en esta cinta, sobre todo en la secuencia cuando
grita que un sacerdote la quiere ultrajar...
Gilberto Martínez Solares tuvo la
desgracia de filmar tres películas con los insoportables Viruta y Capulina, pero
le tocaron dos superproducciones de Sotomayor con ídolos juveniles (“Los
perversos (a go go)” y “Juventud sin ley”) y una comedia ranchera bastante
agradable (“Los tres salvajes”).
Manuel López Ochoa (1933 - 2011),
simpático galán, buen actor y cantante.
(¿Lo recuerdan en "El quelite"?
Chano Urueta filmó una comedia juvenil
con Enrique Guzmán y la fuera de serie Diana Mariscal, al lado de Javier Solís
y Tin Tan (nada menos) donde aparecían al inicio, en papelitos como enamoradas
del cantante Solís, quienes serían futuras estrellas del cine nacional: Meche
Carreño e Hilda Aguirre (“Especialista en chamacas”). Además filmó una
excelente cinta de aventuras con personaje de historieta nacional que era un
indio yaqui criado por un viejo europeo, interpretado por el simpático Manuel
López Ochoa (“Alma grande”).
Hasta Chachita sale de interplanetaria
con el nombre de !Frijo! y su galán fue Ferrusquilla.
Alfredo B. Crevenna solamente ofreció
un melodrama con la vedette argentina Libertad Leblanc (“Una mujer sin precio”)
y dos delirios espaciales (“Gigantes planetarios” y “El planeta de las mujeres
invasoras”) que luego serían antologados en un ciclo sobre cine mexicano de
ciencia-ficción.
Hubo títulos que tuvieron ciertas
cualidades particulares como “¿Qué haremos con papá?” de Rafael Baledón, “Los
malvados” de Corona Blake, “3000 kilómetros de amor” de Agustín P. Delgado (con
Silvana Pampanini y Los Polivoces), o “Cargamento prohibido” de Miguel M.
Delgado.
Entre los jóvenes está el mencionado
Ripstein con “Tiempo de morir”; Carlos Enrique Taboada con “A la sombra del
sol” y Francisco del Villar con “Los cuervos están de luto”, además de un
Alberto Mariscal incipiente con “Crisol” y “Cruces sobre el yermo”. Ícaro
Cisneros” filmó “Tirando a gol”.
Uno de los grandes melodramas eróticos del cine mexicano.
Pero si debe destacarse a alguno es a Sergio Véjar por un
delirio erótico-fatalista llamado “Sólo de noche vienes” donde Elsa Aguirre y
Julio Alemán vivían una pasión desbordada pero prohibida, sobre un argumento de
Elena Garro. Es quizás la cinta más sugerente del deseo sexual filmada ese año.
Otro esfuerzo de Véjar fue un melodrama menor (“La muerte es puntual”) que
buscaba insertarse dentro del cine negro.
Un esfuerzo internacional fue “El mal”
del inquieto Gilberto Gazcón. Glenn Ford y Stella Stevens, estrellas de la
Columbia Pictures (distribuidora y coproductora de la cinta), llevaron los
estelares con voces dobladas, en la trama de un hombre mordido por un perro
rabioso que debe llegar a tiempo a la ciudad para ser vacunado o morir una
muerte terrible. Ariadne Welter, Isela Vega y Maura Monti (futura esposa de
Gazcón) aparecían como prostitutas con poca ropa, pero sin llegar al desnudo.
Dentro del cine experimental se filmó
“Los bienamados”, cinta consistente en dos mediometrajes unidos, dirigidos por
Juan José Gurrola (“Tajimara”) y Juan Ibáñez (“Un alma pura”), basados en
sendos cuentos de Juan García Ponce y Carlos Fuentes, que ahora, con el tiempo,
se ha tornado en ejemplo del gran cine mexicano que pudo ser equiparable a las
tendencias fílmicas europeas.
Pilar Pellicer en el gran papel de su carrera
como la Cecilia de "Tajimara".
Y
como siempre quedan pendientes, pero ahí están para que ustedes busquen y
encuentren.