LAS OCTOGENARIAS NACIONALES
No vale la pena detenerse en centenarios porque en 1915
se seguía filmando la realidad testimonial en el Distrito Federal y en diversas
partes del país. Hace 90 años se filmaron cinco largometrajes en la capital
pero no tenemos evidencias de ninguno de ellos. Así fue lo tanto que se
descuidó al cine como expresión cultural, pero ni modo: ¿qué se puede hacer?
Ya en 1935 se iba consolidando una industria que apenas
tenía estrellas reconocibles y que seguía ofreciendo productos de compañías
efímeras que filmaban para lograr alguna ganancia solamente. Se filmaron 23
largometrajes. Ese año se conformó la poderosa compañía CLASA a través de la
cual Fernando de Fuentes pudo filmar ¡Vámonos con Pancho Villa!, basada en la
novela de Rafael Muñoz, donde se discutía la efectividad revolucionaria y la
calidad de los héroes. Aparte de una inversión de millón de pesos, se contó con
armamento y soldados por parte del gobierno cardenista.
El debutante Arturo de Córdova, al lado de Vilma Vidal
y Fernando Soler en la delirante disección del personaje
devorado por los celos infundados.
Fue el año en que debutaron dos actores que se tornarían
en grandes personalidades del cine mexicano: Pedro Armendáriz en María Elena de Raphael J. Sevilla; y Arturo de Córdova en Celos de Arcady Boytler.
Estas fueron las cintas del año (con sus directores): no
dejaron de realizarse cintas estimulantes y otras que simplemente fueron
consolidando nuestros géneros esenciales.
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Martín Garatuza - Gabriel Soria
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Monja, casada, virgen y mártir - Juan Bustillo Oro
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María Elena - Raphael J. Sevilla
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Todo un hombre - Ramón Peón
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El tesoro de Pancho Villa - Arcady Boytler
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Sueño de amor - José Bohr
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El rayo de Sinaloa - Julián S. González
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La familia Dressel - Fernando de Fuentes
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Sor Juana Inés de la Cruz - Ramón Peón
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Madre querida - Juan Orol
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Luponini de Chicago - José Bohr
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Hoy comienza la vida - Alex Phillips y Juan José Segura
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El misterio del rostro pálido - Juan Bustillo Oro
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Los muertos hablan - Gabriel Soria
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Los desheredados - Guillermo Baqueriza
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Juan Pistolas - Robert Curtwood
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Silencio sublime - Ramón Peón
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Rosario - Miguel Zacarías
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¿Que hago con la criatura? - Ramón Peón
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Más allá de la muerte - Ramón Peón
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Celos - Arcady Boytler
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¡Vámonos con Pancho Villa! - Fernando de Fuentes
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No matarás – Miguel Contreras Torres.
(En rojo destaco las cintas importantes de este año, por
variadas y disímbolas razones).
Puede uno darse cuenta de la variedad temática. Soria y
Bustillo Oro recurrieron a novelas de Vicente Riva Palacio para recrear al
México del siglo XVII,
mientras que José Bohr trasponía al gángster de Chicago
en el México contemporáneo dentro de una ingenuidad y un desparpajo impactante: Anita Blanch era vedette que bailaba tap, pero nunca la vemos ejecutándolo, por ejemplo.
Juan Orol debutaba ya como realizador y autor completo
con un melodrama maternal que fue un taquillazo.
O se rendía pleitesía a la
décima musa con una biografía estática y solemne con Andrea Palma, ahora alejadísima de los pecados del Destino, en el rol
principal.
Consuelo Frank dirigida por Juan Bustillo Oro
en la filmación de Monja, casada, virgen y mártir
Fernando de Fuentes aportó dos realizaciones cumbres:
mientras que en la mencionada épica revolucionaria ponía en tela de juicio al
héroe y a los supuestos beneficios del conflicto, en La familia Dressel
hablaba de las tribulaciones sociales, sentimentales y urbanas centrando su
punto de vista en una familia extranjera radicada en México.
Juan Bustillo Oro entró radicalmente al género del horror
con El misterio del rostro pálido, una delirante cinta de amores imposibles
entre un hombre desfigurado y la mujer a la cual aspiraba. Y otro delirio
innegable es Celos, donde Arcady Boytler disecta los efectos de esta terrible
enfermedad en un médico casado con una bella mujer varios años menor que él, de la cual sospecha
que tiene amoríos con otro colega y llega hasta la locura.