HISTORIA DE
FANTASMAS
(A Ghost
Story)
2017. Dir.
David Lowery.
Una
pareja está a punto de mudarse de su casa. Cierta noche escucha un ruido en el
piano. No hay nada. Luego, el marido aparece muerto sobre el volante de su auto
al haber tenido un accidente. La esposa va a verlo a la morgue y al irse, el
hombre se levanta bajo la sábana que lo cubría. Vaga por los pasillos, se niega
a cruzar una puerta de luz que se le aparece enfrente, luego lo vemos
encaminándose a la casa donde vivió. A partir de este instante, permanece en el
lugar mientras pasa el tiempo, cambian los dueños, se demuele la casa, se
construye un edificio…
Con
mínimo diálogo y tomas largas, estamos ante una cinta que debió haberse
traducido como Historia de un fantasma
ya que es en el cual se centra la cinta.
El chiste visual es presentar al espíritu como se ha hecho convencionalmente o de
la manera en que la gente se disfraza para aparentar un fantasma: una sábana
con agujeros donde irían los ojos. Es la única chispa humorística en una cinta
que ¿desea? mostrar la idea del dolor, de la espera, de la consumación amorosa, de la pasión por aquello ya lejano, pero con interés visual más que de contenido: un amoroso fantasma que se mantiene pasivo.
Hay
un momento en que el fantasma mira por la ventana y se da cuenta que en la casa
de enfrente hay otro fantasma que a su vez lo está viendo. Se comunican
mentalmente. Es un fantasma femenino ya que la sábana es floreada. Le dice que
espera a alguien pero ya no le recuerda. A diferencia de “ella”, nuestro
fantasma busca reencontrarse con quien fuera su esposa, la cual dejó, antes de
mudarse, una pequeña hoja de papel con algo escrito entre la rendija de un
marco de puerta de madera y luego la selló: ahí, quizás está la respuesta que
busca el fantasma: el mensaje final.
La
cinta tiene entonces, cuando ya no hay casa, solamente un alto edificio de
oficinas en su lugar, una salida cíclica (e incomprensible: el fantasma se tira de cabeza) lo que permitirá el ¿retroceso?
en el tiempo para irse a los tiempos de pioneros (ya que hay unos cuerpos
muertos por flechas), viajar inmediatamente hacia adelante hasta llegar al punto inicial de
la película.
En toda ella no existen pistas para entender a los personajes, no
sucede nada interesante (ni siquiera uno de los habitantes de la casa que se
echa toda una desordenada perorata sobre la historia de la humanidad y la
existencia de Dios), se termina en el regodeo ¿estético? por lo estático (una
larga toma, desesperante, muestra a la viuda mientras engulle un pastel hasta
que va al baño a vomitarse) y solamente se justifica ese ruido que se escuchó
al principio.
Debido a esa vuelta al origen, el fantasma ahora mira al fantasma que fue, mirando
por la ventana, y ante este remolino de tiempos, etapas, confusiones, frialdades y galimatías, uno
agradece que sea una película de 90 minutos.