THE SQUARE:
LA FARSA DEL ARTE
(The Square)
2017. Dir.
Ruben Östlund
Un
museo de arte contemporáneo prepara su siguiente exposición: “The Square” que
puede traducirse como cuadro o plaza. La obra de arte es un cuadrado de tamaño
regular, construido con ladrillo, que asemeja una plaza (por lo que se le dan
los dos sentidos: fue mejor que no tradujeran el término). El concepto detrás
de la obra es utópico: quien se pare sobre esta plaza puede tener la ayuda de
cualquier persona, es un canto humanitario, es un ejemplo para la solidaridad.
El director – curador del museo, Christian (Claes Bang, estupendo) viene a
representar el artificio, la pomposidad, la ignorancia disfrazada de
pseudointelectualidad cuando se quiere explicar al arte contemporáneo: al ser
entrevistado por una periodista norteamericana acerca de una declaración sobre
el contraste de la exhibición/no exhibición, Christian evade lo que sería una
respuesta aceptable porque simplemente no tiene la menor idea.
La plaza, el cuadro, el lugar utópico...
La
película tomará dos caminos narrativos: Christian sufre el robo de su celular y
cartera mientras camina rumbo a su trabajo. Gracias al GPS descubre dónde se
encuentra: un edificio en un sitio de clase baja. Un colaborador le aconseja
que escriba una carta amenazadora y la distribuya en el edificio, exigiendo su
devolución. Christian le comenta que no puede hacerlo porque es una “semicelebridad”,
una figura pública reconocible. El colaborador se ofrece a hacerlo pero a la
mera hora se retracta, Christian ejecuta la distribución. Al poco tiempo recibe
los objetos perdidos, pero también otra carta que le exige disculpas porque ha
ofendido a uno de los inquilinos y a su familia.
La pomposa y estúpida "obra de arte"
El
otro camino serán los preparativos e incidentes que rodean a la futura
exposición: un par de creativos que proponen un video promocional que cause
polémica, se torne viral y popularice el evento con anticipación. Un conserje que aspira accidentalmente una “obra de
arte” formada por montículos de grava y arena sobre el piso de una sala. La
entrevista de otro artista que se encuentra con exposición vigente en ese
momento y que es interrumpida por un espectador con Síndrome de Tourette (que
lanza palabrotas y groserías por una neuropatología). Un “performance” para
coronar la exposición de este artista que se sale control. En todos los casos sirve
como burla y cuestionamiento a lo que se considera arte contemporáneo o
conceptual que resulta extraño para una persona promedio (en la última bienal
local había una máquina de escribir deteriorada que equivaldría a los montículos de
arena aquí presentados).
El extraordinario Claes Bang
como Christian
Östlund,
creador completo (guionista y director), utiliza al personaje de Christian para
hablar del personaje deshumanizado que promueve y expresa ideas y sentimientos
que, en realidad, no siente. Su posición de clase media que se roza con los
patrocinadores y empresarios con altos recursos refleja un egocentrismo que se
mueve acorde con las conveniencias del momento. Su autodefinición de persona
pública reconocida, su desapego con las hijas pequeñas que aparecen de repente
para pasar un fin de semana a su lado, su soberbia para ofrecer las disculpas
que le exige el inquilino de barriada, entre muchos otros detalles y momentos
son los que imparten brillantez y trascendencia a esta cinta ganadora,
merecidamente, de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes.
El performance que se sale de control
para mostrar la agresión y la respuesta del poder
Ante
una relación de sexo casual no puede aceptar que lo movió el instinto; ante la
aspiración accidental de la estúpida “obra de arte” prefiere “componerla” con
la grava que el conserje retiró en lugar de hablarle a la compañía aseguradora porque al final de cuentas nadie se dará cuenta;
ante la necesidad de que alguien le cuide sus compras mientras va a buscar un
asunto, le pide a un pobre mendigo que lo haga. Christian representa al hombre
actual que se ha tornado indolente ante la pobreza y soberbio ante quienes son
menos privilegiados. Esta “plaza” de solidaridad vendrá a contradecirlo pero
también, presentará una oportunidad para redimirlo. Es una cinta riquísima que
puede ofrecer tanta información y reflexión sobre cómo están las cosas en el
mundo. Una obra superior.