ROSTROS Y LUGARES
(Visages Villages / Faces Places)2017. Dirs. Agnès Varda y JR.
Dentro
de un mes la directora Agnès Varda cumplirá 90 años y puede ser considerada
como la bisabuela de la Nueva Ola. Junto con Jean-Luc Godard es la
sobreviviente de los grandes nombres de la Nueva Ola Francesa. La cinta es ejemplo
de su vitalidad, su creatividad, su energía que ha permanecido ininterrumpida
desde que debutó en 1955 con La Pointe-Courte
para llegar a este maravilloso y conmovedor documental que el año pasado
presentó fuera de competencia en Cannes (donde ha sido la única mujer que ha
obtenido un reconocimiento especial por su carrera).
Agnès Varda, nonagenaria sobreviviente
de la emblemática Nueva Ola Francesa.
Abajo, con su codirector JR.
Rostros y lugares lo realizó en
colaboración con el fotógrafo e instalador JR. Ambos viajan en un camión
decorado como gran cámara donde puede entrar una persona y tomarse una foto
(como en los “fotomatones” de las ferias) que será impresa en tamaño muy
grande.
Con ellas, gracias a las ideas que entre ambos van
imaginando y realizando, llevan a cabo intervenciones sobre muros, vagones de
ferrocarril, graneros, casas abandonadas que van encontrando en diversos
pueblos a lo largo de Francia.
El documental inicia con una gran broma: el
fotógrafo va por la carretera en un sentido y la directora por el opuesto para
expresar “no nos conocimos en la carretera”. Luego se encuentran en una parada
de autobús, ella pregunta cuánto tardará el siguiente camión para desistir de
la espera a lo que el hombre dice “tampoco nos conocimos en una parada de camiones”.
La siguiente imagen es en una panadería donde la directora ha comprado los
últimos pasteles que quería el fotógrafo: “no nos conocimos en una panadería”. Finalmente,
se escucha una música estridente y moderna para trasladarnos a una discoteca
donde cada uno baila por su lado y el hombre termina con “no nos conocimos en
una discoteca”.
La
admiración de Varda por el trabajo de JR y viceversa los unió para que juntaran
sus mentes soñadoras e imaginativas para crear obras de arte, aunque fueran
efímeras, pero que sirvieran para ayudar a la memoria, reconocer a las personas
comunes y cotidianas, elevar la condición femenina, recordar el pasado a través
de viejas imágenes recuperadas, rendir homenaje a las actividades de vidas
sencillas (el granjero, la fabricante de quesos, el minero, los estibadores).
Mientras tanto hay discusiones, pequeños pleitos,
muchas conversaciones y acciones entre ambos artistas que denotan sus
sensibilidades: el recuerdo de Iban por
lana (Bande à part, Godard, 1964) con una secuencia donde sus tres
protagonistas corrían por el Louvre para batir un récord de velocidad, aquí se
repite con JR empujando una silla de ruedas donde va la Varda a través del
mismo pasillo del Louvre deteniéndose en los grandes cuadros que ella admira.
El homenaje indirecto a Godard
La
cinta reflexiona sobre diversos tópicos: la edad, la cercanía de la muerte, el
talento de artistas ya fallecidos (Cartier-Bresson al cual visitan su tumba y
del cual señalan su “instante preciso” para fotografiar, Guy Bourdelin, otro fotógrafo,
en un retrato de adolescencia tomada por la propia Varda,
Guy Bourdelin, joven, en una de las
instalaciones de JR con foto de la directora
el maravilloso Jacques Demy quien fuera esposo de
la directora y realizador de, por ejemplo, Los
paraguas de Cherburgo). Hay un momento en que se expresa que “la
oportunidad, (el azar) siempre ha sido mi mejor aliada”.
La
cinta va de rostro en rostro y de lugar en lugar: nunca ha sido más exacto el
título de una película. El documental no sigue los cánones del género y parece
la ficción de un par de artistas que comparten los momentos de felicidad (los
resultados de sus obras de arte), de intimidad (se visita a la centenaria
abuela de JR), de sarcasmo (Varda critica a JR que nunca se quite su sombrero
ni sus lentes oscuros). Existe el tono mágico e intelectual de la Nueva Ola:
vemos a personas sensibles cuyos ojos y mentes reflexionan sobre la condición
humana. Así como la Nueva Ola fue parte de una Francia que ya no existe y cuyos
miembros se han ido extinguiendo, así se habla de una Francia que va desapareciendo
y se trata de rescatar a esos lugares, a esos rostros que significan el
presente de un pasado ya irrecuperable pero motor de todo lo que se vive en nuestros días.
Una obra maestra, ni duda cabe.
Una de las viejas fotos de Agnès Varda
titulada "Ulises" es rememorada en esta cinta