UN LUGAR EN SILENCIO
(A Quiet Place)
2018. Dir. John Krasinski.
Lee
(John Krasinski) y su esposa Evelyn (Emily Blunt) viven en un mundo
postapocalíptico. La tierra ha sido invadida por criaturas extraterrestres,
ciegas, que se orientan solamente por el sonido. Cualquier ruido hace que
acudan inmediatamente para aniquilar a todo ser vivo. El planeta está devastado,
según los viejos periódicos que de pronto aparecen en pantalla. Los encontramos
recolectando provisiones en un supermercado abandonado, junto con sus tres
hijos. Todo es en silencio. Se comunican por señas. Un descuido hará que suceda
una primera tragedia con el niño más pequeño. Luego pasa más de un año. Evelyn
está ahora embarazada. Viven en una granja donde han establecido sus
precauciones y cuidan mucho evitar cualquier sonoridad. A partir de este
momento el espectador será testigo de su terrible destino, formará parte de las
limitadas condiciones en que sobreviven y se angustiará ante la eterna
inminencia violenta con amenaza de muerte.
Sin
necesidad de monstruos dulzones ni utilizando el efecto chantajista de una
discapacidad. Sin grandes alardes tecnológicos ni el requerimiento de puros
efectos visuales para superar el complejo de inferioridad, estamos ante una
cinta que se sustenta en el puro terror cotidiano, en el amago de entidades
casi indestructibles, en la obligación moral de proteger a los seres queridos.
Con gran imaginación que parte de algo tan cercano y molesto a lo que la
tecnología, el crecimiento urbano, la rapidez en que está uno inmerso, o sea,
el ruido, Krasinski nos ofrece la otra cara de la moneda. Sabemos que ante toda
acción hay una reacción que, en este caso, significará debilidad que la cinta
nos propone por dos caminos: la debilidad ante el sentimiento humano, familiar;
la debilidad física que será clave para el exterminio de la amenaza.
Un
guion bien estructurado y compacto (la cinta dura apenas 90 minutos) que sabe
ir creando la angustia en el espectador: desde el momento en que Evelyn está
embarazada, uno empieza a adelantar el hecho y preguntarse qué pasará cuando lleguen
los dolores de parto, el nacimiento de un bebé que, seguramente, saldrá del
vientre materno gritándole al mundo. Un clavo en una escalera. Un personaje
inesperado. Hay una discapacidad auditiva en la hija preadolescente que nunca
se enfatiza (ni se nota por el ambiente silencioso) pero será elemental para
resolver tanto un asunto emocional como otro de supervivencia.
En
la tercera cinta de Krasinski, más popular por la serie de televisión “La
oficina”, se nota su formación académica y su experiencia como autor total en
un guion redondo y seco (escrito con otros dos colaboradores) que no le teme a
la crudeza ni a la vulnerabilidad. Vuelve a estar presente el tema de la
familia como núcleo social y su defensa ante toda advertencia mortal. La gran
cualidad de la cinta es, además de su presencia (Krasinski es carismático y
siempre aparece en sus películas que aquí hemos conocido por cable, sobre todo),
que su esposa en la vida real sea también la protagonista. Emily Blunt es una
de las personalidades más efectivas y diversas que hayan surgido en la pantalla
contemporánea: todos los géneros y roles le acomodan bien; todas las virtudes y
defectos se le creen. Así es de poderosa y versátil. Aparte de la pequeña
Millicent Simmonds, aparece el cálido y angelical Noah Jupe (a quien vimos en “Suburbicón”
y “Extraordinario”).