LA 4ª. COMPAÑÍA
2016. Dirs. Amir Galván Cerveray Mitzi Vanessa Arreola.
En
el sexenio de López Portillo (1976 – 1982), cuando Arturo Durazo era el Jefe de
Policía y Tránsito en el Distrito Federal, hubo un equipo de futbol americano
conformado por presos de la penitenciaría de Santa Marta Acatitla. La película
nos narra hechos de la vida real, con otros forzosamente ficticios por
cuestiones dramáticas, a través de varios personajes que vivieron las terribles
condiciones de encarcelamiento, sus privilegios por ser “perros” (como se
llamaba el equipo de americano), los enjuagues sucios de las autoridades del penal
comandados por el asqueroso Durazo y las terribles consecuencias luego de
recuperar su libertad.
Con
una recreación impecable de época y atmósfera, además de la crudeza al interior
de una cárcel donde convive la escoria con el inocente, el débil sometido ante
el poderoso, la reinvención de las clases sociales debidas a otras
características y recursos, la cinta nos ofrece, dentro de cierto contexto, la
imagen que se vive siempre, hasta ahora, con mayor fuerza, del discurso vacío,
populista, demagógico, externo, que cubre realidades y pinta paraísos donde hay
infiernos, del sistema político en turno. Si en esos tiempos la verdad ya era
falsa, de antemano, es inimaginable lo que el desarrollo tecnológico propicia
en estos tiempos. La denuncia de la podredumbre detrás del poder es rampante y
llega a provocar la ira y la náusea en el espectador.
De
esta manera vemos cómo los “perros eran soltados a la calle” para robar
automóviles o atracar bancos, todo dentro de una conspiración y complicidad
entre los superiores e inferiores guardianes de la ley. Se muestra cómo las
órdenes de libertad eran también pretexto para asesinar a reos “difíciles”. Y
en un alarde de singular disfraz irónic0, al General Durazo se le nombra como “Durazno”
y a la madrina del juego de futbol americano solamente se le designa como “Olga”.
Uno de los presos era, además, miembro de una célula revolucionaria que enviaba
recursos al exterior aprovechando su condición privilegiada. Todos estos
elementos complementan y dan sentido de lo que fue una década plena de
corrupción, aparente abundancia y preámbulo de un declive económico fatal, sobre
todo, del tipo “que defendería al peso como un perro”.
Se
nota un gran esfuerzo, en todos los aspectos técnicos y humanos, por parte de
la producción, para ofrecer un artículo de calidad. Este es el gran cine
mexicano contemporáneo que nos habla de la realidad nacional sin caer en la
pesadez ni en el populismo. Es el gran ejemplo de lo que debería ser el apoyo federal
para un producto digno. Un grupo de singulares actores (Adrián Ladrón, Hernán Mendoza, Gabino Rodríguez, entre otros) que llenan el tipo de
quienes fueran personajes de la vida real (al final, en los créditos, aparecen
las fotos de los presos originales con el actor que los interpretó). La cinta tuvo
gran retraso para su estreno a pesar de haber ganado varios Arieles en la
entrega pasada y, con todo, a pesar de su brillantez y potencial éxito
taquillero, sale al público sin mayor publicidad ni interés por parte de los
organismos cinematográficos o los medios de comunicación. Así está el país con "el peor sistema penitenciario del mundo (2016)".