“Virginia Fábregas -
Actriz, pilar del teatro en México”
por Luis Reyes de la Maza y Fela Fábregas.
Una hermosa edición de Editorial Azabache (2010) donde lo que importan son las fotografías que recuperan al teatro mexicano de fines del XIX y la primera mitad del siglo XX. Con material gráfico proporcionado por Fela Fábregas y textos redactados por Luis Reyes de la Maza para convertirse en escritos apócrifos de ilustres personajes o fragmentos de un falso diario, se consiguen datos e ilustraciones que hablan de la morelense
Virginia Fábregas (1871 - 1950), eximia actriz que se tornó en símbolo de la escena mexicana al llevarla por varias partes del mundo, además de tener una labor continuada en el Teatro que llevaba su nombre.
Así, en seis capítulos que van desde el nacimiento hasta el triunfo y el desarrollo como actriz para terminar en su muerte, el libro sirve como testimonio de una era. Doña Virginia reunía los requisitos de su tiempo: dama regordeta con amplio busto y ancha cadera, pero con un encanto y carisma que fascinaba a público y crítica. No era una mujer agraciada físicamente por lo que debe imaginarse que poseía un magnetismo personal.
Seducida y abandonada por un aristócrata porfiriano llamado Manuel Sánchez Navarro, quedó embarazada y soltera. Como era actriz de fama, las habladurías se quedaban en eso, porque ya se sabía del “libertinaje” y “perdición” del medio artístico. Siguió adelante dándole a su hijo bastardo los apellidos paterno y materno. Años más tarde se casó con un actor llamado Francisco Cardona con el cual formó compañía teatral, pero el tipo era alcohólico y derrochador. Doña Virginia se divorció para ser la primera mujer en tramitarlo en nuestro país.
Su hijo, quien no era muy buen actor, hizo teatro y cine, y además tuvo, a su vez, un hijo llamado también Manuel (luego Manolo Fábregas) con la actriz Fanny Schiller, quien se convertiría en presencia popular, fina y famosa del ambiente artístico. Sería consentido de su abuela Virginia.
A Doña Virginia la podemos ver en pocas películas. Una joya es “La casa de la Zorra” (Juan José Ortega, 1945)
donde interpreta a la dueña de una casa ilegal de juego mientras pide orden y moralidad a su hijo. Entre un posible incesto y el descubrimiento de secretos largo tiempo ocultos se desarrolla un melodrama que no puede, por muchos motivos, demostrar esa calidad que la ya anciana actriz destellaba sobre los escenarios. Sin embargo, no deja de ser un testimonio interesante, como esta hermosa edición.