sábado, 1 de julio de 2017

EL MIEDO


VIENE DE NOCHE

(It Comes at Night)

2017. Dir. Trey Edward Shults.





         Paul (Joel Edgerton) vive con su esposa Sarah (Carmen Ejogo) y su hijo de 17 años Travis (Kelvin Harrison, Jr.) en una cabaña en el bosque. Hay una amenaza sobre el mundo que se manifiesta en enfermedad y muerte, por lo que se han encerrado en este lugar. Cierta noche llega un hombre que fuerza su entrada a la cabaña. Paul lo somete y luego se entera que estaba en busca de comida y agua para su familia a la cual tiene en una casa abandonada a 80 kilómetros del lugar. Paul le cree y luego le ayuda para que traiga a vivir con ellos a su esposa e hijo pequeño. Esto dará lugar a una confianza que se transformará en paranoia y, por supuesto, en desconfianza.





         Partiendo de una imagen apocalíptica para el planeta con otro virus amenazante y desconocido, estamos ante el instinto de supervivencia. Al inicio de la cinta, Paul tiene que matar e incinerar al padre de su esposa ya que se encuentra infectado. Es la única manera de poder seguir adelante sin saber hasta cuándo les tocará a ellos o tal vez ocurra un milagro. En un mundo apocalíptico, no queda más que la esperanza aunque ésta deba alimentarse del miedo y del temor ante los demás. Paul tiene a su hijo adolescente y a una esposa para proteger: motivos para continuar en medio de las peores condiciones y perspectivas.





         La llegada de otra persona se vuelve ahora en amenaza corpórea: ya no solamente la enfermedad. Hay que obrar con cautela y creer que el otro cuenta verdades, tener compasión y enfrentar juntos la triste realidad. Sin embargo, está el miedo eternamente presente. El más simple movimiento en falso sirve para detonar el delirio, la amenaza. La familia recibe con agrado a otras personas en su vida. Entre más personas puede haber mayor solidaridad y defensa en común, pero siempre estando en alerta.





         El personaje más entrañable es Travis, el hijo adolescente, quien no ha podido dormir bien desde hace tiempo. Su miedo se alimenta a través de las pesadillas que le acercan a las imágenes acechantes, posibles, futuras. En sueños sublima su sexualidad con un intercambio de sangre con la joven esposa del nuevo inquilino o mira sus manos bañadas en el rojo líquido, su cuerpo cubierto de llagas, el camino entre largos pasillos que llevan a lo desconocido: eso que ha provocado esta situación.





         Lo que inicia como una muestra de solidaridad deviene temor y desconfianza. Las buenas intenciones, la protección hacia el semejante ofrecen una idea del hombre moralmente comprometido: como paradoja será lo que lleve a una ruina personal y a una actuación opuesta y radical a lo que se esperaba. Y todo sucede mientras se espera el sinuoso, acechante, terminal cumplimiento del destino inescapable. La anécdota enfatiza nuestros más ocultos temores. Es el nuevo cine de horror donde el monstruo reside dentro de las personas.