martes, 18 de julio de 2017

NIÑA INTELIGENTE


UN DON EXCEPCIONAL

(Gifted)

2017. Dir. Marc Webb.





         Mary (McKenna Grace, muy graciosa) es una niña de siete años que se encuentra a punto de vivir su primer día escolar. Hasta el momento ha sido instruida por su tío Frank (Chris Evans, mostrando otra faceta de su talento) pero es una niña prodigio con alto coeficiente intelectual. En la escuela se aburre pero demuestra su superioridad. Esto provoca que la directora del lugar le ofrezca a Frank becarla para que vaya a una escuela de alto rendimiento pero aquel se niega ya que quiere que viva su infancia al lado de niños de su edad y sea tan humana como nunca lo fue su hermana. De pronto llega la abuela de la niña, huérfana porque su madre, igualmente inteligente, se suicidó cuando apenas tenía un año.  Inicia un juicio para quedarse con ella y aprovechar su talento matemático.


Una relación amorosa pero angustiante



         Lo que pudo haber sido un melodrama chantajista, ya otras veces contado, se convierte en un drama humano con personajes profundos y bien delineados. Frank fue profesor de filosofía pero dejó todo para dedicarse a un trabajo común (reparador de máquinas de botes y barcos) para cuidar a su sobrina en un ambiente cálido (la acción sucede en Florida), alejado de la influencia de su egocéntrica madre Evelyn (Lindsay Duncan) que retorna porque desea sublimar en Mary las cualidades que tenía, pero nunca comprendió en, su hija. Bonnie (la feúcha Jenny Slate) es la maestra que descubre las cualidades de Mary y descubre las motivaciones de Frank para luego iniciar una relación íntima. Roberta (Octavia Spencer) es la vecina que apoya a Frank en la realidad de la niña. Y Mary, interpretada por una chiquilla que se tornará en la Dakota Fanning del momento mientras crece, es una chiquilla superdotada que entiende el sentido de la justicia, comprende perfectamente las matemáticas, pero se encuentra perdida entre la angustia de un tío que no quiere fallar en su desarrollo y una abuela que vive frustrada por la sabiduría truncada de su hija, a la cual nunca atendió como debía.





         La cinta nos habla de la responsabilidad. Uno comprende los cuestionamientos de un tío que está consciente de la herencia familiar y no desea repetir la tragedia previa. Lo más importante es la prevalencia del conocimiento y la madurez que conlleva dentro de la inocencia. La cinta muestra la acción y la reacción sin caer en verbosidades como sucede cuando la niña se entera de la existencia de un padre que nunca se interesó por ella y abandonó a su madre embarazada por lo que se pone a llorar y se queja de que no la haya buscado: Frank la lleva a la sala de espera de un hospital para que sea testigo de la alegría de un padre cuando se entera del nacimiento de su hijo, algo que no sucedió en su caso, por lo que la inteligente niña asimila todo. Son estos momentos los que elevan a la cinta sobre el melodrama simple que explota emociones primarias: apela al entendimiento del espectador para que éste reaccione de alguna manera. Todo un hallazgo.



El realizador Marc Webb, luego de sus dos 
afortunadas experiencias con El hombre araña
y Andrew Garfield, además de su excelente debut
fílmico con 500 días con ella, reitera su talento.