sábado, 15 de diciembre de 2018

AMO DE MAR Y TIERRA


AQUAMAN
2018. Dir. James Wan.


         De nuevo, como en Rápidos y furiosos 7, se subraya que a James Wan le gustan las peleas y los trucos imposibles más que los improbables. La cinta se desarrolla a través de constantes enfrentamientos que el héroe vive contra piratas humanos, luego contra seres acuáticos, siempre dentro de la total fantasía: es un ser prácticamente indestructible. Un prólogo nos muestra a la princesa Atlanna (Nicole Kidman), herida,  rescatada por Tom (Temuera Morrison), el cuidador del faro de un puerto en la costa este de Estados Unidos. Primero asustada, agresiva, Atlanna pronto se recupera e inicia un romance con el hombre y con el tiempo tienen un hijo, Arthur. Cierto día, ante el ataque que vive de unos soldados procedentes de Atlantis, a los cuales vence, decide regresar para evitar futuras invasiones. Arthur (Jason Momoa) crece solamente con Tom, desarrollando sus poderes gracias al entrenamiento de su mentor Vulko (Willem Dafoe), quien llegaba de Atlantis para cumplir con su misión ya que Arthur es descendiente de la nobleza acuática, mestizo, entre agua y tierra, para ayudar a la humanidad. Luego vendrá su propio retorno al reino de su madre, gracias a la intervención de Mera (Amber Heard), prometida del Rey Orm (Patrick Wilson), quien ahora es el mandatario, porque fue también fruto de la relación entre el rey Orvik y Atlanna, quien fue después lanzada a su muerte.
         Otro episodio, con nuevo personaje estelar de la liga con superhéroes, de las historietas de DC Comics, conformando un  universo paralelo al de Marvel Studios en estos años cuando ha proliferado el género, y que ya había aparecido brevemente en otras dos cintas (Batman vs. Superman, La liga de la justicia). Maravillosamente diseñada visualmente (Los hermanos Coen dicen que el cine digital ha dado lugar a un nuevo género de animación porque casi todo lo que vemos es producido gracias a los avanzados efectos especiales de la computación, que adornan a los actores: lo que viene a ser un largo trayecto entre la original Mary Poppins y nuestro presente), la película va asombrando con la elegancia de sus productos creados. Si Ud. la ve en IMAX se dará cuenta que las secuencias en las profundidades marinas ocupan todo el campo visual de la pantalla para cambiar a la panorámica normal en los momentos alternos. 
         Aquaman o en busca del tridente perdido. Nuestro héroe deberá encontrar y utilizar al artefacto que un legendario antecesor poseyó y que será la prueba de que el siguiente regidor de Atlantis tiene la casta y las cualidades para alcanzar el título de rey. Lo más interesante es que a Arthur no le interesa el poder pero accede solamente cuando ve la injusticia interna de Orm y la amenaza de los efectos que una guerra produciría en el planeta. Aquaman es producto de mar y tierra: debe ser solidario con ambos. Aquaman nos recrea el odio entre hermanos: Abel contra Caín aunque con la esperanza de la redención. Y ya sabemos que estas películas son, al menos, recordatorio para los jóvenes espectadores de la lucha entre buenos y villanos donde estos últimos habrán de sufrir las consecuencias de sus malas intenciones o acciones, contrastando con el ambiente acrítico y confuso en que se vive actualmente.
         Ante una cinta que se encuentra en acción constante y vertiginosa, con pocos respiros para redondear a los personajes y un ritmo que nunca decae porque nos va sorprendiendo a cada momento, no pudo encontrarse mejor realizador que el dinámico Wan, ya maestro absoluto en su dominio narrativo (ya que, además, colaboró en el argumento). Aquaman es el triunfo del matrimonio entre la tecnología visual y el discurso del amor familiar por excelencia: y claro, se ofrece una ligera probadita de lo que será la secuela futura. Lo mínimo que se pide a estas películas es honestidad y estilo: se cumple con creces.
James Wan: lo que tiene de pequeño, 
se compensa por el dinamismo y el talento.

lunes, 3 de diciembre de 2018

RETRATO DE LA AFLICCIÓN


VIUDAS

(Widows)

2018. Dir. Steve McQueen.


         Verónica (la imponente Viola Davis) es amenazada por un político corrupto porque su marido le robó dos millones de dólares. Al ser atacada por la policía, la banda de ladrones murió y el botín se quemó al incendiarse el vehículo. Verónica tendrá un mes para devolver ese dinero. Antes que esto suceda, hemos sido testigos del gran amor que se tienen Verónica y Harry (Liam Neeson), el cabecilla de la banda, mientras se alternan imágenes de la persecución que sufren los ladrones hasta la explosión de su camioneta donde todos mueren y momentos en la vida de las parejas de los otros integrantes de la banda: golpeadores, estafadores, jugadores. Verónica descubre una libreta donde Harry planeaba con rigor sus asaltos. Ahí se encuentra el siguiente, por lo que decide llevarlo a cabo asistiéndose de las viudas de los otros compinches: todas con necesidades económicas.

La felicidad previa entre Verónica y Harry
         Así se va desarrollando la cuarta película del realizador McQueen quien ahora se introduce en un género que antes no había visitado: la acción e intriga, aunque con el comentario político que es usual en su trabajo. McQueen ha presentado a personajes que se hallan en situaciones límite: el revolucionario huelguista que llega a la muerte en Hunger (2008, así titulada en su paso por el cine internacional), el hombre en el ápice de la adicción sexual en Deseos culpables (Shame, 2011) o el hombre despojado de su libertad y familia por circunstancias sociales en 12 años esclavo (12 Years a Slave, 2013), pero ahora, a diferencia de esos tres previos largometrajes, tenemos en el centro a una mujer cuya motivación será doble: la aflicción absoluta por la pérdida del ser querido y la presión por las consecuencias de un hecho ajeno a ella. Este retrato del sufrimiento es lo que hará que la sonrisa se aleje del rostro de Verónica.

Deberá pagar dos millones de dólares
         El aspecto relevante es Chicago como ciudad de los acontecimientos. El propio McQueen ha comentado que quiso trasladar el argumento original, basado en una serie británica de televisión en los años ochenta, a una de las ciudades con la mayor historia de corrupción en la historia norteamericana. Al mostrar al político aspirante Mulligan (Colin Farrell), quien sigue adelante con el antecedente de su padre racista (Robert Duvall, excelente a los 86 años) contra otro aspirante quien ha pertenecido a la vida criminal y ahora busca un puesto político porque desde ahí se puede alcanzar todo, sin importar la legalidad.

El psicópata Jatemme (Daniel Kaluuya, genial),
hermano del aspirante político, quien tiene
sus propios métodos persuasivos de convencimiento
         La cinta se torna significativa en estos momentos de siglo XXI corroído por la ambición y la falta de ética y moral en muchos aspectos y naciones, al grado que ha llevado a que los habitantes del mundo elijan cambios radicales que llegan al neofascismo en varios países. Ignorancia rampante, injusticia e impunidad, además de consumismo desbordante que pueden explicar las motivaciones de los personajes principales en esta narrativa: políticos que se aprovechan del chantaje blandengue y la pasividad, hombres que buscan su propio beneficio (como se reitera ante una inesperada revelación) que llevan a las consecuencias de atracos. La esperanza reside en la búsqueda y encuentro del amor aunque sea solución devaluada.


         El talentoso y productivo Steve McQueen, 
homónimo radicalmente opuesto 
del actor de los años 60 y 70.

martes, 13 de noviembre de 2018

PELÍCULA HÍBRIDA Y PERFECTA


OPERACIÓN OVERLORD
(Overlord)
2018. Dir. Julius Avery.


         Un grupo de soldados paracaidístas se prepara para saltar sobre un pueblo francés invadido por nazis que mantienen una antena de transmisión que obstaculiza el desembarco de los aliados norteamericanos. Es la víspera del día D, pero antes de que puedan realizar su misión, el avión es atacado, forzando al salto de emergencia. Por tal motivo, solamente cinco soldados se encontrarán en el bosque cercano, pero uno de ellos morirá al pisar una mina. El encuentro con una de las mujeres que habitan el pueblo hará que exista la posibilidad de un refugio mientras deciden la forma en introducirse a la torre donde se encuentra el centro de operaciones. Más adelante, se darán cuenta que hay una finalidad más tenebrosa que esconden los nazis: la búsqueda de un suero que crea zombis ultrafuertes y casi indestructibles: la posibilidad de un poderío infinito.
Wyatt Russell
Jovan Adepo, izquierda
         Estamos ante un gran ejemplo de cine híbrido: la película inicia con el género bélico para posteriormente introducirse en los terrenos del terror, con toda la acción y el suspenso que podrían esperarse de ambas narrativas. Con una hiperviolencia sustentada en el odio de la confrontación humana que sigue caminos distintos, es natural que el villano supremo sea el nazi con sus afanes de exterminio, mientras que el bando contrario muestra al norteamericano en dos sentidos: uno redimible, bueno por naturaleza, incapaz de causar daño; y en otro ejemplo, el violento que no perdona, demuestra su disgusto y olvida los límites civilizados. De esta manera se alcanza un equilibrio que no se convierte en mera propaganda usual, aunque se caiga en lugares comunes (como en Bastardos sin gloria), donde no todo es maniqueo. 
Pilou Asbaek, el villano nazi
         El ritmo es extraordinario y la acción jamás decae. El eficiente y brillante reparto está compuesto por actores más conocidos a través de series de televisión: Jovan Adepo, Wyatt Russell, Pilou Asbaek, por lo que la película es una producción que se centra más en su discurso que en estrellas populares y esa es otra de sus cualidades. En estos tiempos, cuando el tema de la Segunda Guerra Mundial ha pasado a otros niveles, además de que ya no es cercano a las nuevas generaciones, se tiene la ventaja de que se manejan los extremos en personajes más que en la explicación de un conflicto: el único punto histórico es el día D y se establece la fecha del desembarco a Normandía: 6 de junio de 1944. El título en español es el nombre con el cual se designó a esa batalla. Y luego viene, como desviación, el camino hacia el terror: género tan querido y admirado, sobre todo en la edad juvenil. De ahí, el éxito (merecido).

         No debe contarse mucho para no echar a perder las sorpresas. Simplemente, una de las mejores películas del año.
Julius Avery y J.J. Abrams.
director y productor

lunes, 12 de noviembre de 2018

RETRATO DEL ASTRONAUTA


EL PRIMER HOMBRE EN LA LUNA
(First Man)
2018. Dir. Damien Chazelle.


         El título nos indica que la cinta se centrará en el personaje: Neil Armstrong quien fue el primero en poner un pie sobre nuestra querida luna lunera. La época son los años sesenta desde 1961 cuando Armstrong era piloto de peligrosos aviones que probaban velocidades, gravedad y atmósfera para luego pasar sucesivamente a su reclutamiento como astronauta, los entrenamientos, las pruebas, hasta llegar al momento estelar en su vida. Alternadamente se narra su vida familiar, sus experiencias personales, su reticencia a mostrarse abierto debido al constante riesgo, a las muertes a su alrededor, al temor de que posiblemente sería el último día de vida.


         Una película que narra un hecho harto conocido que será cincuentenario el año entrante y del cual conocemos su resultado no puede crear suspenso. No obstante, la cinta está tan bien planeada que la amenaza está presente, la intriga de lo que sucederá (porque sabemos y se muestran desgracias que ocurrieron en el camino) y el desarrollo del viaje, algo que nunca se vio durante las primitivas transmisiones en blanco y negro que nos tocó ver cuando éramos jóvenes (junto con otros cuatrocientos millones de personas en el mundo para gritar de júbilo al ver y escuchar esas sombras que estaban en la luna, sin poderlo creer). No obstante, esto es accesorio para intentar comprender a ese primer hombre.


         ¿Por qué Damien Chazelle dirige esta cinta? Es su cuarto largometraje (el primero fue anterior a su siguiente éxito de crítica), en este orden: Whiplash: música y obsesión (2014), luego La La Land: una historia de amor (2016) y ahora la que estamos comentando. Ya no está la música involucrada (bueno, indirectamente como comentario o acercamiento de pareja) pero en estas tres tenemos personajes que desean ir más allá de lo habitual, alcanzar cierta notoriedad en sus vidas, destacar en lo que “son buenos”. En las tres películas existe el ánimo de sobrepasar obstáculos: el mentor sádico y demandante del baterista en la primera; las pasiones amorosas que detienen los anhelos y se vuelven reticencias, pequeños reclamos en la segunda; y finalmente están estos temores, la pérdida que desampara y produce tristeza: Armstrong no se recupera de la muerte prematura de su primogénita apenas con dos años por un cáncer fulminante. Estamos ante un realizador fiel a su discurso e inquietud personal.


         Y luego está la perfección técnica. La narración visual, así como las composiciones fotográficas en algunos momentos son magistrales. Los reflejos en vidrios o cascos espaciales sirven para acrecentar la distancia o disminuir esa lejanía. Las tomas internas en las cápsulas de viaje o los ejercicios en módulos experimentales son caleidoscópicos en estos y claustrofóbicas en aquellas. La secuencia lunar es impecable y se llega a la famosa frase que se volvió inmortal, sobre todo en esos años cuando estaba la guerra de Vietnam, las protestas estudiantiles, aparte del rechazo público por el gasto excesivo de la NASA mientras había, como siempre, terribles carencias terrenales.


         Es el retrato de un hombre singular dentro de una misión singular. Es la recreación de una época cuyo logro tecnológico resulta espectacular y casi imposible en esos años. Es la representación del amor familiar entre una pareja poco expresiva pero que se demostraba amor y el sentimiento persiste desde la primera hasta la última toma (vea la imagen de ellos bailando). Personaje, tiempo, familia, contexto: los hijos de Armstrong fueron supervisores para que todo se realizara de manera fiel y quedaron satisfechos. El libro biográfico (casi 800 páginas) en que se basa hubiera dado lugar a una serie completa: el gran acierto de la cinta es presentarnos la esencia de su personaje.

Rayn Gosling, Damien Chazelle y Claire Foy

miércoles, 24 de octubre de 2018

EL RETORNO DEL MAL


Sólo hay tres resortes fundamentales de las acciones humanas, y todos los posibles motivos obedecen a ellos: el egoísmo, que quiere su propio bien y carece de limites; la malevolencia, que quiere el mal ajeno y llega a la extrema crueldad; y la piedad que es la grandeza del alma, donde busca el bien del otro.  
Schopenhauer

Loomis: Lo conocí hace quince años; me dijeron que no quedaba nada: ni razón, ni conciencia, ni el entendimiento, en el sentido más rudimentario, de lo que era la vida o la muerte, del bien o del mal, lo correcto o lo equivocado. Conocí a este… niño de seis años con ese rostro pálido, en blanco, sin emoción y… los ojos más negros: los ojos del diablo. Pasé ocho años intentando que me entendiera, y luego otros siete tratando de mantenerlo encerrado porque me di cuenta que lo que estaba viviendo detrás de los ojos de ese joven era simple y sencillamente… maldad.

Parlamento de Donald Pleasance,
como el Doctor Loomis en la cinta original
de Halloween (Carpenter, 1978) que se repite
al inicio de Halloween H20 (Steve Miner, 1998).



HALLOWEEN
2018. Dir. David Gordon Green.


         En los primeros momentos de esta reconstrucción de un ícono fílmico, emblemático de una generación y de un género, caminan los amigos Allyson (Andi Matichak), Vicky (Virginia Gardner) y Dave (Miles Robbins) quienes platican sobre lo que sucedió hace cuarenta años, en su pueblo de Haddonfield, Illinois, a la abuela de Allyson, Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), sobreviviente de los ataques del psicópata in extremis Michael Myers. Dave, como joven millenial no le da importancia porque ahora son hechos que no tienen motivo para desconcertar a la gente. Es esta indolencia la que establece el sentido y justificación de que se haya filmado un homenaje, a cuarenta años de su realización, a la siempre presente Halloween. Podría pensarse que con el paso de tanto tiempo, la proliferación de infinidad de películas de terror (bajos, altos presupuestos), las recreaciones inmediatas por televisión del género, los efectos especiales que ya no asustan a nadie, era empresa inútil. La alta popularidad y el taquillazo correspondiente han demostrado todo lo opuesto y se comprueba que la buena mercadotecnia, la referencia de la cinta original que puede disfrutarse por muchos tipos de plataformas visuales, pero, más que nada, gracias a la sensibilidad y buen tratamiento del tema, ha logrado atrapar a los ojos del siglo XXI.


         Michael Myers va a ser trasladado a otro hospital psiquiátrico. Lleva cuarenta años sin pronunciar palabra, bajo el cuidado del Dr. Sartain (el actor turco Haluk Bilginer), quien fue el reemplazo del Dr. Loomis original. Lo visitan dos periodistas que quieren desentrañar su misterio y llevan consigo la máscara que utilizaba desde pequeño. No consiguen nada, por lo que se dirigen a la casa de Laurie Strode en Haddonfield, fortificada, donde la mujer vive aislada, siempre con el temor del retorno de Michael. Al ser transportado Michael, sin que se muestre explícitamente, logra imponerse contra chofer, guardias y escapa, no sin antes empezar a manifestar sus hábitos y necesidades asesinas, además de recuperar su máscara. Luego, encontrará a Laurie, su hija Karen (Judy Greer) y a la nieta Allyson. También se dan a entender las relaciones tirantes en la familia debidas, todo el tiempo, desde la niñez de Karen, a la paranoia constante de Laurie.

Los jóvenes millenials
         La cinta maneja perfectamente el suspenso. Es muy entretenida y el espectador, por lo que noté en la sala donde la vi, no pierde atención. De hecho, fueron mínimas las molestias por encendidos de teléfonos celulares, lo que deviene en la acción magnética, la espera de la amenaza acechante, siempre, todo el tiempo, ahora más cruel que nunca, tal vez para darle gusto a este público de nuevos y jóvenes espectadores. Aunque la trama se ha reconstruido (ya han desaparecido hijos e hijas de Laurie en otras secuelas), permanece el recuerdo de Loomis. Lo que no se pierde es la esencia del mal: Myers es la representación de toda amenaza que acecha, de ahí que aparezca de pronto, sin importar geografía, distancia, obstáculo ni lógica. En las palabras de Loomis que escuchamos en el pasado y que les comparto como epígrafe, está la descripción de Michael como metáfora de la maldad que no muere, la total sinrazón porque mata sin motivo y por placer. Loomis mismo había recomendado drogarlo, asesinarlo y luego incinerarlo para eliminar todo rastro físico que ha servido como cáscara que envuelve al mal: Michael es la representación humana de vileza, insensibilidad y crimen: esa malevolencia que Schopenhauer comenta como motor para las acciones humanas, lo mismo que el egoísmo y jamás, en este caso, la piedad. Y a pesar de la batalla, nunca se podrá uno asegurar de la terminación de ese mal que contrariaba a los teólogos en su afán por demostrar que Dios no podía haberlo creado, que todo se debía al libre albedrío…


         El director Green nos ha ofrecido cintas magníficas pero incomprensiblemente subestimadas (la divertida Piña Express, la inteligente Experta en crisis, y sí, la fallida Más fuerte que el destino, entre otras). Aquí apenas se sumerge en el género del horror y sale muy bien librado. El reparto se agradece y era necesario que Jamie Lee Curtis retornara y cerrara con broche de oro un ciclo espectacular (es poco probable que retorne a los 50 o 60 años de la franquicia a continuar la saga, como también que uno la alcance). El turco Bilginer (a quien pueden recordar los lectores en Sueño de invierno del realizador Nuri Bilge Ceylan) se convierte en sorpresivo obsesionado por su paciente más allá de cordura y temor.


         La cinta estremece. Dentro de los horrores que nos va narrando y los miedos que nos va infligiendo y al mismo tiempo exorcizando (todo ocurre en la pantalla: nunca nos tocará a nuestra persona) se mezcla un sentimiento de nostalgia: todavía nos ocurrió ver la original en aquellos palacios de cine que alimentaron a nuestras cinefílicas niñez y juventud. Dentro de la recuperación icónica que significa esta película, ese cuchillo ensangrentado que vemos en la mano de la joven Allyson produce tanto escalofrío por la experiencia como una ligera humedad en los ojos por lo que fue un momento de nuestra vida al ser personas a quienes el cine ha importado mucho, nos ha transformado, nos ha marcado junto con las vivencias cotidianas.


sábado, 6 de octubre de 2018

LA SIMBIOSIS PERFECTA


VENOM
2018. Dir. Ruben Fleischer.


         Eddie Brock (Tom Hardy) es un impulsivo reportero de televisión. Vive con su novia, la abogada Anne (Michelle Williams) y cierta noche descubre en su computadora, un reporte confidencial donde se confirma la muerte de los tripulantes de una nave que retornaba a la tierra trayendo consigo unos especímenes extraterrestres. Al entrevistar al millonario Carlton Drake (Riz Ahmed) que financió estos viajes, saca el tema, sin poder comprobar nada, lo que provoca la furia del hombre, y Eddie es despedido. Su novia lo abandona, enojada por haberse sentido utilizada. Pasan seis meses.
El tiempo feliz de la pareja
         Previo a todo lo que he comentado, hemos visto un prólogo de la mencionada nave que se estrella en terrenos de Malasia y hemos sido testigos de que una especie ha escapado de su contenedor (otras dos se han rescatado) y se ha introducido en el cuerpo de uno de los astronautas. Su característica es que logra ser absorbida por otros cuerpos creando una simbiosis, siempre y cuando sean compatibles. El millonario Drake las ha traído a la tierra con la intención de que los cuerpos unan sus naturalezas y tengan la posibilidad de sobrevivir tanto en la tierra como en otro planeta. Por accidente, una de las especies se introduce en el cuerpo de Eddie creando la simbiosis perfecta.

Las primeras manifestaciones
         Hay mil detalles que el lector podrá conocer al ver la película pero lo que importa es el juego del discurso de esta enésima recreación de un héroe de historieta Marvel en el cine. Ya no tenemos exclusivamente al bueno luchando contra el malo: ahora se habla de “simbiosis” en un sentido científico, pero narrativamente tenemos al bien y al mal en conjunto. Eddie lucha con su conciencia de ser razonable, sin tendencia a la negatividad, contra el monstruoso Venom, ser que requiere alimentarse de seres vivos, sin considerar la ética o el respeto a la vida. Todo está dentro de sí mismo y hemos vuelto a la tesis de que todo hombre tiene una esencia malvada en su interior como nos lo recalcó Stevenson en su “Dr. Jekyll y el Sr. Hyde” que podía transformarse en el malvado Hyde para dar rienda suelta a sus bajos instintos. Aquí la lucha es interna y la transformación vuelve a suceder aunque con la plena conciencia por ambas partes. La diferencia reside en que al bueno de Eddie se le ha introducido otro ser malvado. Su dualidad es artificial: simbiótica, uno se alimenta del otro.
Las múltiples armas
         Al ser una historieta con compromiso moral para sus jóvenes lectores, llega un momento en que Eddie debe controlar al ser malvado. Éste “aprende” a distinguir entre ambas posibilidades. Sus acciones deberán dirigirse a la escoria del planeta y respetar a los seres inocentes. El realizador Fleischer usualmente habla de sobrevivencia en sus películas: los nuevos horizontes luego del apocalipsis zombi en Tierra de zombis; el joven que logra escapar de la bomba que trae atada al cuerpo en 30 minutos o menos; el grupo de policías que erradican el mal para que sobreviva Los Ángeles sin la mafia en Fuerza antigangster. En esta ocasión, Eddie logra sobrevivir gracias a la fuerza que se le ha incrustado y que le sirve como “empuje” de conciencia.
         Venom atrapa por esta manifestación del mal que transforma al cuerpo. Sus cualidades y sus armas son múltiples por lo que siempre sorprende: ya sea aventando objetos punzantes, adhiriéndose a las paredes, amortiguando balas, tomando la viscosidad y fluidez a través de superficies que recuerdan a La mancha voraz (The Blob, Yeaworth, 1958), transportándose a través de cuerpos como la fuerza antinatural en Poseídos (Fallen, Hoblit, 1998), pero advirtiendo que ciertos decibeles de sonido y el fuego son sus enemigos. Como todo héroe, Eddie será un hombre cuyas debilidades lo definan por sus limitaciones emocionales, para compensarlas apoyando al prójimo. Tom Hardy sorprende ante la vulnerabilidad manifiesta que lo separa de sus roles duros y rudos que nos ha ofrecido previamente.
Ruben Fleischer, el director de la sobrevivencia

lunes, 1 de octubre de 2018

LA FUGA OLVIDABLE


PAPILLÓN: LA GRAN FUGA
(Papillon)
2017. Dir. Michael Noer.


         Nueva lectura de una película de 1973 con Steve McQueen y Dustin Hoffman donde se narraban las aventuras de Henri Charriére, apodado “Papillón” (mariposa en francés, por el tatuaje que tenía en su pecho). Basada en el libro que fue gran éxito mundial de ventas en 1969, siempre puesto en tela de juicio, ya que el autor aseguraba que era autobiográfico, ahora la cinta utiliza como punto de partida el guion original de Dalton Trumbo y Lorenzo Semple, Jr. (dos de los guionistas más importantes de los años setenta) para presentar primero a Papillón (Charlie Hunnam), robando una caja fuerte, que era su especialidad. Es el año 1931. Luego de entregar la mercancía de joyas a su jefe, al cual asegura que no se ha quedado con nada, es sorprendido sin que él se dé cuenta, cuando regala un collar a su novia. Su jefe lo denuncia como culpable de un asesinato y Papillón es condenado a cubrir su condena perpetua en los penales de la entonces Guayana Francesa. Desde el viaje por barco desde París hasta su destino, se relaciona con Louis Degá (Rami Malek), rico falsificador, famoso por haber estafado a mucha gente con fraudulentos bonos de gobierno, cuidando sus espaldas y aprovechando el dinero que trae consigo para planear un escape que, considerando los peligros alrededor de la cárcel: una selva sin salida, un mar pleno de tiburones, la amenaza de confinamiento solitario, viene a ser su razón para vivir.
         De eso trata la película. Es el hombre contra el hombre y la naturaleza. Es la fortaleza y el temple ante la adversidad. Es el deseo de comprobar su inocencia ante la injusticia. La cinta está muy bien filmada pero al partir de un material deprimente, repetitivo tanto en el afán del escape como en una trama que se ha visto en muchas otras ocasiones, se vuelve intolerable para algunos espectadores (y para otros, deviene aburrida). La violencia explota y los abusos se imponen: los carceleros que tienen el poder golpean a diestra y siniestra. Matan sin castigo porque cada uno de los presos representa a la escoria humana: uno menos no importa. La justicia se aplica con base en la ley del más fuerte. No queda otra salida que escapar o morir.
         La química lograda hace 45 años entre McQueen y Hoffman, dos estrellas importantísimas en ese entonces, 
se alcanza ahora entre el irregular Hunnam y el expresivo Malek (ambos actores más populares por la televisión que por el cine). La fortaleza del primero, con cuerpo esbelto que se deforma al sufrir un terrible castigo, se complementa con la delicadeza y la astucia (así como la riqueza) del otro, menudo y frágil. Sin embargo, el impacto posible para los ojos del espectador de este siglo se ha disminuido ante la menor capacidad de asombro. Uno imagina que el motivo para volver a filmar esta película fue aprovechar la narrativa de fugas y escapes para llamar la atención con Montecristos modernos y revalorar la actual falta de justicia y el ataque a los derechos humanos. Sin embargo, se queda en mera ilustración formal, correcta, pero fría, lejana, ya pasada de moda. Tan fácil como fijarse en que la cinta original no requirió de "apoyo" en el título, hablando de fugas. Era un libro popular, todos lo conocíamos y la cinta fue un taquillazo por las estrellas. Ahora: ni eso, por desgracia.

sábado, 29 de septiembre de 2018

¿BUENAS? AMIGAS


UN PEQUEÑO FAVOR
(A Simple Favor)
2018. Dir. Paul Feig.



         Paul Feig es el responsable de comedias fantásticas (Spy, una espía despistada, Damas en guerra) gracias a que sabe aprovechar a sus elencos. Cuando uno se entera que ha dirigido esta cinta que se anuncia como drama de intriga y suspenso, piensa que ha decidido cambiar de rumbo o probar otro género: no es así, en realidad es una comedia disfrazada. Feig comprueba que es un individuo muy creativo en su manejo del humor (aunque él personalmente no posea el carisma ni la gracia suficiente) y en su habilidad para extraerlo de cualquier situación, más que nada, aprovechando las cualidades de sus elencos y de sus guiones. En esta película parte del guion de Jessica Sharzer (cuyos antecedentes más populares son episodios de la serie de televisión American Horror Story) sobre una novela que vuelve a tratar el tema de mujeres que desaparecen (al estilo Perdida) y que si se pone uno a analizar con cuidado, no tiene ni pies ni cabeza psicológicamente ya que muestra giros inesperados, sospechosos inesperados, personajes inesperados y hasta reacciones inesperadas, aparte de divulgar secretos inesperados.

La maravillosa Anna Kendrick con la sensual Blake Lively
         Y sin embargo, no importa. No se toma en serio y aprovecha todas las posibilidades para descubrir la chispa, el ingenio (hasta la socarronería) dentro de situaciones de suspenso que atrapan la atención del espectador. Así como se entra al incesto o perversiones sexuales, hay elementos que se notan copiados de muchos otros temas del género y que no pueden ser comentados para no arruinar  las sorpresas de la cinta. Stephanie (Anna Kendrick), una viuda con hijo pequeño, demasiado servicial, creadora de un videoblog donde ofrece recetas de cocina y otros consejos domésticos, conoce a la sofisticada madre de un amigo de su hijo llamada Emily (Blake Lively). A pesar de sus contrastes personales, se hacen buenas amigas, y Stephanie comienza a hacerle favores como cuidar a su pequeño. Cierto día, ésta desaparece, y Stephanie, utilizando las experiencias comunes y ya muy conocidas en libros y películas, empieza a investigar hasta que se descubre el paradero de la mujer: aparece muerta en otro estado.
Henry Golding (el galán de la ridícula "Locamente millonarios"
aquí tiene el papel como marido de la extraña Emily
         Con lo que le he contado, que deja atrás muchos detalles y momentos, la cinta sigue con misterios, más sospechas, otras investigaciones, hasta llegar a un desenlace. A pesar del desastre discursivo y psicológico, la película cuenta con ese par de actrices maravillosas cuyos talentos, físicos y gracia, permiten que Feig alcance niveles sorprendentes de humor que subrayan su habilidad para lograr imponerlo y sustraerlo de situaciones dramáticas, aparentemente serias. La cinta es frívola, hecha con fórmulas, acciones inverosímiles, pero está contada y resuelta inteligentemente. El espectador sonríe, lanza de pronto alguna carcajada, se extraña, porque a cada momento las cosas cambian con un ritmo tan bien estructurado, y queda satisfecho.
Paul Feig domina el humor para cualquier situación,
aunque personalmente carezca de gracia...

lunes, 24 de septiembre de 2018

LOS HECHOS A DISTANCIA


BUSCANDO…
(Searching)
2018. Dir. Aneesh Chaganty.


         Cuando su hija Margot (Michelle La) desaparece, su padre David (John Cho, excelente) la empieza a buscar hurgando en sus redes sociales. Paulatinamente va encontrando pistas sobre todo cuando forma alianza con la detective Vick (Debra Messing) hasta que logran descubrir algo. Y ya, no se vale echar a perder la sorpresa del espectador que no haya visto esta cinta novedosa, por su manera de narrar, pero bastante desigual por el mismo motivo. Toda la película está filmada a través de pantallas: computadora, teléfono, redes sociales, correos, con la intención de ofrecer una crítica y un comentario: nuestras vidas están definidas por estos medios electrónicos. Si bien nos ofrecen las ventajas de la rapidez y de la comunicación masiva (de hecho estoy escribiendo en una computadora y estoy publicando en una red social), por otro lado dan lugar a lo efímero, inmediato, al comentario estúpido, a la opinión ligera, a la burla y el escarnio, a la proyección de las mayores amarguras o del peor cinismo: el mejor ejemplo de lo peor que han provocado estas grandes creaciones de la inteligencia humana. 


         El hecho de que todo se narre gracias a cámaras de vídeo, a transmisiones directas, a noticiarios, a conversaciones por Facetime, limita lo que sería un desarrollo más directo y preciso de los hechos que están ocurriendo. La falta de alternancia entre un mundo real, que nunca se muestra directamente, y el mundo virtual, constante, solamente produce distancia al espectador. Nos tornamos en extensiones de nosotros mismos. Vamos al cine para que se replique la experiencia del hombre frente a la pantalla como si estuviera en su escritorio en lugar de su butaca. Hay un momento en que David se pelea con un posible sospechoso suyo pero al ser testigos por un reportaje noticioso, no alcanza a lograr el peso que envuelve en una cinta de intriga y suspenso.


         Se disfrutan las actuaciones, se mantiene la curiosidad, pero se termina con una frialdad absoluta. Viene a ser la nueva generación de las películas que se han narrado a través de vídeos encontrados. Técnicamente impecable. No obstante: decepción.


El realizador Aneesh Chaganty


        

LA FRESCURA DE UN GÉNERO


VERANO DEL 84
(Summer of 84)
2017. Dirs.  RKSS.
         Hay una escena en esta película donde vemos al protagonista principal, el quinceañero Davey (Graham Verchere), leyendo una novela de los Hardy Boys, personajes de una serie de libros, hermanos adolescentes que eran detectives aficionados quienes resolvían casos gracias a la cercanía de su padre quien era realmente investigador policiaco. Este es, en general, el espíritu y atmósfera de una interesante cinta revisionista que trae a colación muchas referencias de la cultura popular hasta el año que indica el título. Davey, junto con sus amigos Eats (Judah Lewis), Farraday (Cory Gruter-Andrew) y su mejor amigo, el gordito Woody (Caleb Emery) ha iniciado el verano en un suburbio de la ciudad de Ipswich. Al comienzo de la película, va en su bicicleta repartiendo periódicos, mientras expresa que nunca llegas a conocer verdaderamente a alguien aunque sea tu vecino, criticando al barrio en el cual vive. Es principio de vacaciones, juega a las escondidas, se reúne en una verdadera casa del árbol, y empieza a sospechar de su vecino, el policía Mackey (Rich Sommer) como el asesino en serie que anda suelto y cuyas víctimas son adolescentes principalmente. La desaparición de un jovencito en esta zona, además de los movimientos extraños que ha notado en el policía, lo lleva a iniciar una investigación donde involucra a sus amigos.

Woody, Davey, Farraday, Eats
El policía Mackey
         La cinta no desperdicia momento alguno para ofrecer elementos de la era que retrata: desde el tipo de bicicleta, el vestuario y los alimentos hasta los radios CB, el MTV, las televisiones cuadradas, los lectores de microfilmes en las bibliotecas, los títulos de películas o sus referencias literales, además de los automóviles: las Station Wagons, precursoras de nuestras recientes Vans o Crossovers, sin faltar el democrático Volkswagen. Las almas obvias y predecibles traerán a colación que los cuatro jovencitos, además de una deseable vecinita, recuerdan a Eso (Muschietti, 2017); o que la incesante mirada a través de catalejos es referencia a La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954), aunque está más cerca de Paranoia (D.J. Caruso, 2007); o que el vecino sospechoso es afín con La hora del espanto (Holland, 1985) o más bien Noche de miedo (Gillespie, 2011) y una culta referencia sobre la doble moral del suburbio estaría en Terciopelo azul (Lynch, 1986) o casi todo el cine de John Waters. Sí, ese debe haber sido el punto de partida de una cinta resumen para explotar la actual nostalgia por los años ochenta cuando los cuarentones son los principales consumidores o las estrellas juveniles acercan a los “millenials” de alguna manera.

         Lo más importante es que sus tres realizadores, que se firman con las siglas RKSS, logran mantener un suspenso constante dentro de las convenciones de este tipo de película que vuelve muy razonable la sospecha. El espectador comparte con el personaje su gran seguridad de que el vecino sea culpable, aunque algunas pistas quieren disipar dicha certeza. Todo se va desarrollando acorde con las variables y constantes del género hasta que llega el momento del giro narrativo. Por otro lado, la parte erótica de la adolescencia complementa las bromas pero afianza el momento dulcificado por el anhelo romántico que, además, será preámbulo y conciencia de que las cosas cambiarán: la misma adolescencia, el tiempo de la irresponsabilidad y la aventura, que se encuentran vulnerables. Davey enfatiza que la gente que nos rodea oculta secretos.

         La frescura de una película que nos repite aspectos ya conocidos, sin ser parodia ni referencia de género, como la saga de Scream (Wes Craven, 1996 – 2011), sino más bien una relectura con un replanteamiento final es lo que renueva la pasión por el cine y sus truculencias, la nostalgia de una época, las absurdas degradaciones sociopolíticos.
Los directores que se firman como RKSS: 
Yoann-Karl Whissell, Anouk Whissell y Francois Simard