lunes, 24 de septiembre de 2018

LA FRESCURA DE UN GÉNERO


VERANO DEL 84
(Summer of 84)
2017. Dirs.  RKSS.
         Hay una escena en esta película donde vemos al protagonista principal, el quinceañero Davey (Graham Verchere), leyendo una novela de los Hardy Boys, personajes de una serie de libros, hermanos adolescentes que eran detectives aficionados quienes resolvían casos gracias a la cercanía de su padre quien era realmente investigador policiaco. Este es, en general, el espíritu y atmósfera de una interesante cinta revisionista que trae a colación muchas referencias de la cultura popular hasta el año que indica el título. Davey, junto con sus amigos Eats (Judah Lewis), Farraday (Cory Gruter-Andrew) y su mejor amigo, el gordito Woody (Caleb Emery) ha iniciado el verano en un suburbio de la ciudad de Ipswich. Al comienzo de la película, va en su bicicleta repartiendo periódicos, mientras expresa que nunca llegas a conocer verdaderamente a alguien aunque sea tu vecino, criticando al barrio en el cual vive. Es principio de vacaciones, juega a las escondidas, se reúne en una verdadera casa del árbol, y empieza a sospechar de su vecino, el policía Mackey (Rich Sommer) como el asesino en serie que anda suelto y cuyas víctimas son adolescentes principalmente. La desaparición de un jovencito en esta zona, además de los movimientos extraños que ha notado en el policía, lo lleva a iniciar una investigación donde involucra a sus amigos.

Woody, Davey, Farraday, Eats
El policía Mackey
         La cinta no desperdicia momento alguno para ofrecer elementos de la era que retrata: desde el tipo de bicicleta, el vestuario y los alimentos hasta los radios CB, el MTV, las televisiones cuadradas, los lectores de microfilmes en las bibliotecas, los títulos de películas o sus referencias literales, además de los automóviles: las Station Wagons, precursoras de nuestras recientes Vans o Crossovers, sin faltar el democrático Volkswagen. Las almas obvias y predecibles traerán a colación que los cuatro jovencitos, además de una deseable vecinita, recuerdan a Eso (Muschietti, 2017); o que la incesante mirada a través de catalejos es referencia a La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954), aunque está más cerca de Paranoia (D.J. Caruso, 2007); o que el vecino sospechoso es afín con La hora del espanto (Holland, 1985) o más bien Noche de miedo (Gillespie, 2011) y una culta referencia sobre la doble moral del suburbio estaría en Terciopelo azul (Lynch, 1986) o casi todo el cine de John Waters. Sí, ese debe haber sido el punto de partida de una cinta resumen para explotar la actual nostalgia por los años ochenta cuando los cuarentones son los principales consumidores o las estrellas juveniles acercan a los “millenials” de alguna manera.

         Lo más importante es que sus tres realizadores, que se firman con las siglas RKSS, logran mantener un suspenso constante dentro de las convenciones de este tipo de película que vuelve muy razonable la sospecha. El espectador comparte con el personaje su gran seguridad de que el vecino sea culpable, aunque algunas pistas quieren disipar dicha certeza. Todo se va desarrollando acorde con las variables y constantes del género hasta que llega el momento del giro narrativo. Por otro lado, la parte erótica de la adolescencia complementa las bromas pero afianza el momento dulcificado por el anhelo romántico que, además, será preámbulo y conciencia de que las cosas cambiarán: la misma adolescencia, el tiempo de la irresponsabilidad y la aventura, que se encuentran vulnerables. Davey enfatiza que la gente que nos rodea oculta secretos.

         La frescura de una película que nos repite aspectos ya conocidos, sin ser parodia ni referencia de género, como la saga de Scream (Wes Craven, 1996 – 2011), sino más bien una relectura con un replanteamiento final es lo que renueva la pasión por el cine y sus truculencias, la nostalgia de una época, las absurdas degradaciones sociopolíticos.
Los directores que se firman como RKSS: 
Yoann-Karl Whissell, Anouk Whissell y Francois Simard