LA REGIÓN
SALVAJE
2016. Dir.
Amat Escalante.
La cinta
inicia con una escena transgresora, como es costumbre con este realizador,
donde una mujer está teniendo relaciones sexuales con algo desconocido, como un
tentáculo, que se aleja de cuadro. Nos enteramos que es Verónica quien ya tiene
tiempo repitiendo este acto. Luego la vemos herida de un costado mientras intenta
arrancar su motocicleta. Llega a un puesto de auxilio donde menciona que fue
una mordida de perro. Se hace amiga del enfermero que se llama Fabián. Luego vemos
el rostro de Alejandra mientras su marido, Ángel, está teniendo relaciones
sexuales con ella detrás de su cuerpo. Más adelante, Ángel tiene relaciones
anales con Fabián quien resulta ser su cuñado, hermano de Alejandra. Verónica
incitará a Fabián para que asista a la casa donde se encuentra el extraño ser
que la ha poseído además de violentado: Fabián morirá…
Milagrosamente,
el realizador Escalante ha filmado una alegoría de la violencia como resultado
de la sexualidad sin recurrir a sus insoportables planos secuencia que produjeron
el fracaso de público de sus anteriores (soporíferas) películas (“Sangre”, “Los
bastardos”, “Heli”) que llamaron la atención crítica pero nunca conectaron con
el público. Ya no hay los efectos especiales para “asombrar” al adormilado
espectador (como los genitales incendiados de “Heli” o la cabeza mutilada de “Los
bastardos”) aunque permanece un elenco de actores desconocidos que marcan una
diferencia con los anteriores: al menos se les entiende y tienen idea de lo que
están haciendo frente a la cámara.
Definitivamente
que el tema de la violencia ha sido el objetivo principal del realizador. En
este caso, la metáfora de un ser extraterrestre con múltiples tentáculos que
causa satisfacción sexual pero también da lugar a la agresión permite una
comparación con la realidad de los personajes. Uno desconoce cuál fue el
verdadero ataque hacia Fabián como tampoco es testigo de la “mordedura” que
sufre Verónica. Este ente caído sobre la tierra permite el florecimiento del
ensañamiento. Igual que Alejandra, la costumbre le provoca tedio y reacciona
con furia: de ahí que necesite cambiar de pareja. Todo este juego ficticio es
mera simulación, pretexto para decirnos que nuestra naturaleza nos lleva a excesos
y a sometimientos. Dentro de la “normalidad” cotidiana, la violencia siempre
está latente. La transformación de los personajes como consecuencia de su
contacto con este extraterrestre los iguala con la brutalidad perenne.
Escalante
nos ofrece su película más accesible. Al menos agradece al polaco director
Andrzej Zulawski del cual toma prestada la imagen del monstruo de Posesión (1981) donde una mujer pedía el
divorcio para caer en una serie de acusaciones por infidelidad para llegar a su
satisfacción fantástica (y no como otros que solamente plagian). Sin embargo no
es mejor director que los rivales contendientes a los cuales les ha arrebatado
premios internacionales. ¿Será cierto aquello de que “nadie es profeta en su
tierra”? Aquí hay una cinta con discurso interesante, sin contundencia, nada más.