domingo, 11 de marzo de 2018

JUSTICIA POR SU MANO


DESEO DE MUERTE

(Death Wish)

2018. Dir. Eli Roth.





         Nueva lectura de una novela de 1972 y película de 1974 (El vengador anónimo, Michael Winner) que propone una visión más acorde con los años en que estamos viviendo. Paul Kersey (Bruce Willis, icónico) es un médico de emergencias en un hospital de Chicago. Su vida es cómoda y normal: su hija acaba de ser aceptada en NYU y su relación marital es feliz. Cierto día, al ir a comer, el encargado del valet parking anota la dirección del médico, se entera que cierta noche saldrán a celebrar. Ese día, Paul debe ir al hospital, mientras que la hija y la madre regresan solas a casa donde las sorprenden tres ladrones. Uno quiere abusar de la muchacha, ella se defiende, lo mismo que la madre, por lo que son baleadas: Paul pierde a su esposa mientras que su hija queda en coma. Entra en estado depresivo y ante la gran cantidad de latrocinios que sobrepasan a la policía, decide tomar la justicia en sus manos.





         Más alejada de la novela original (d0nde el protagonista tenía ese nombre pero era contador y se tornaba en vigilante vengador), en este caso tenemos su esencia, se añaden personajes, se llega al mismo dilema moral del castigo anárquico porque las víctimas lo merecen aunque no pasan por la justicia legal y humana. La atmósfera violenta se respira desde el inicio cuando el matrimonio va a un juego de soccer donde participa su hija: el padre de otra joven grita groserías y regaña a la muchacha: ante el reclamo de Paul, el hombre lo agrede y le amenaza incitándolo a la lucha física, algo que la esposa evita. Las noticias de radio, televisión e internet solamente hablan del estado de las cosas en Chicago: crímenes cotidianos, robos, asaltos y muchos muertos.





         Luego del asalto a sus seres queridos, Paul entra en depresión. Su psiquiatra le comenta que es una consecuencia natural de la pérdida, pero cierta noche, cuando se da cuenta de unos tipos que acosan a una joven transeúnte, interviene para recibir una golpiza. Mientras ve la televisión más tarde aparece el comercial de una tienda de armas a la cual visita pero dándose cuenta de las cámaras de seguridad así como de la necesidad de llenar un permiso para portar armas prefiere no hacerlo. La oportunidad se presenta cuando atiende de emergencia a un joven herido al cual se le cae su pistola que se las ingenia para quedarse con ella. Un tutorial de internet le enseña a usarla. Una noche sale, encapuchado, a la calle; se da cuenta de un intento de robo y lo detiene, matando a los ladrones. A partir de ese momento su actitud cambia y mejora: ha probado el sabor de la muerte y acorde con sus sentimientos, ha sido castigo justo, intercambio de crímenes, ojo por ojo.





         La cinta muestra la sensibilidad extrema y el gusto por la sangre del realizador Roth. Mientras que Paul practica y aprende cómo usar la pistola que servirá para la protección con resultados mortales, por otro lado se alternan imágenes de su trabajo como médico que salva vidas. El prólogo lo muestra anunciando a un policía que su compañero ha muerto debido a las heridas causadas por un delincuente al cual el mismo doctor irá a salvar: en sus manos están la injusticia y el deber. Luego de su tragedia en las manos tendrá la muerte, la ilegalidad, la justicia. Lo que le da sustancia a esta cinta es la presentación de ambas caras de la realidad donde se llega a plantear la necesidad de utilizar  otros medios para acabar con lo que está podrido en la sociedad.





         Y la gran discrepancia usualmente recae en la parcialidad del asunto: ¿Por qué solamente pensar en criminales y víctimas mortales? ¿Dónde queda la justicia de quienes son depredadores, destructores ecológicos, políticos que provocan muerte o miseria? Es un punto de partida. La gran pregunta que podemos hacernos recae en el uso y la proliferación de las armas que ha dado lugar a tantos crímenes. En esta época de estupideces trumpianas (“mayor distribución de armas para la defensa personal”) palidece lo que realiza este vigilante nocturno. En la versión de los años setenta, el mundo sin tanto desarrollo tecnológico tenía oportunidad para reflexionar y escandalizarse.


El realizador Eli Roth: una de sus mejores cintas



         Filmada con brío y ritmo vertiginoso que nunca cesa, aunque sea interior, tenemos otra de las mejores películas de su realizador. Lo que notamos como venganza viene a equipararse con la que contemplamos usualmente en otras cintas. Sin embargo, hay momentos en que la tortura justiciera nos recuerda a los hostales que le dieron la fama a Roth. Aunque uno deba tener fe y resignación, siempre queda ese deseo íntimo de que los culpables paguen por los daños que ocasionan. En estos tiempos cuando nada asombra y lo terrible se ha vuelto cotidiano y el cinismo afecta a la moral, es bueno detenerse y pensar que tal vez este sea el camino a seguir en el futuro.