martes, 20 de marzo de 2018

PERÍMETRO DE MUERTE



ZONA MORTAL
(Radius)
2017. Dirs. Caroline Labrèche y Steeve Leonard.



         En esta producción canadiense de ciencia ficción encontramos a Liam (Diego Klaatenhoff) luego de haber sufrido un accidente automovilístico, con amnesia. Descubre su nombre y dirección gracias a su cartera. Para su desgracia, descubre que apenas se le acerca cualquier ser vivo, cae repentinamente muerto. Se refugia en el cobertizo de su casa pensando que haya alguna amenaza biológica en el aire pero luego comprueba que él es quien provoca las muertes. Llega una mujer (Charlotte Sullivan), también amnésica, a la cual le han dado sus datos porque la encontraron cerca de la camioneta de Liam. Sorpresivamente, a la mujer no le pasa nada al estar cerca de él, pero cuando ocurre una separación de algunos metros, vuelve a ocurrir el efecto mortal. Juntos deberán ir buscando alguna solución además de tratar de recordar todo lo que sucedió antes del accidente.



         No puede contarse nada más. La trama seduce y maneja el suspenso además de ir tomando giros inesperados (como toda buena película del género). La angustia se transmite de personaje a espectador: uno se siente vulnerable ante la amenaza desconocida y automática. La intriga es soberana: uno se pregunta los motivos por los cuales la mujer no sufre ninguna consecuencia o cuál será el motivo que los ligue para que se neutralice, hasta cierto “radio” de acción, la causa de la muerte. Los autores-realizadores saben dosificar los hechos y, dentro de la fantasía, se mantiene la lógica y nada sucede sin motivación. El juego de la pareja va cambiando desde la amenaza hasta la simpatía. Se sugiere cierto romance para que luego haya una revelación que cambia todo.



         Lo que resulta más satisfactorio es que cuando llegan las explicaciones y cada personaje revela una faceta desconocida en sus vidas originales, no hay frustración en el espectador. Uno sabe que la vida tiene muchos rumbos y que las personalidades son variadas entre los seres humanos. Es tan real que nuestras existencias se modifiquen radicalmente en segundos, minutos u horas, que todo es posible: del ángel se puede llegar al monstruo, al demonio, al ser más despreciable.  Filmada en los espléndidos bosques y campos de Winnipeg con un par de actores solventes, estamos ante otra de tantas cintas que, sin presupuesto ni publicidad, pasan desapercibidas. Rescátela usted.