ZONA MORTAL
(Radius)
2017. Dirs. Caroline Labrèche y Steeve Leonard.
En
esta producción canadiense de ciencia ficción encontramos a Liam (Diego
Klaatenhoff) luego de haber sufrido un accidente automovilístico, con amnesia.
Descubre su nombre y dirección gracias a su cartera. Para su desgracia,
descubre que apenas se le acerca cualquier ser vivo, cae repentinamente muerto.
Se refugia en el cobertizo de su casa pensando que haya alguna amenaza
biológica en el aire pero luego comprueba que él es quien provoca las muertes.
Llega una mujer (Charlotte Sullivan), también amnésica, a la cual le han dado sus datos porque la
encontraron cerca de la camioneta de Liam. Sorpresivamente, a la mujer no le
pasa nada al estar cerca de él, pero cuando ocurre una separación de algunos
metros, vuelve a ocurrir el efecto mortal. Juntos deberán ir buscando alguna
solución además de tratar de recordar todo lo que sucedió antes del accidente.
No
puede contarse nada más. La trama seduce y maneja el suspenso además de ir
tomando giros inesperados (como toda buena película del género). La angustia se
transmite de personaje a espectador: uno se siente vulnerable ante la amenaza
desconocida y automática. La intriga es soberana: uno se pregunta los motivos
por los cuales la mujer no sufre ninguna consecuencia o cuál será el motivo que
los ligue para que se neutralice, hasta cierto “radio” de acción, la causa de
la muerte. Los autores-realizadores saben dosificar los hechos y, dentro de la
fantasía, se mantiene la lógica y nada sucede sin motivación. El juego de la
pareja va cambiando desde la amenaza hasta la simpatía. Se sugiere cierto
romance para que luego haya una revelación que cambia todo.
Lo
que resulta más satisfactorio es que cuando llegan las explicaciones y cada
personaje revela una faceta desconocida en sus vidas originales, no hay
frustración en el espectador. Uno sabe que la vida tiene muchos rumbos y que
las personalidades son variadas entre los seres humanos. Es tan real que
nuestras existencias se modifiquen radicalmente en segundos, minutos u horas,
que todo es posible: del ángel se puede llegar al monstruo, al demonio, al ser
más despreciable. Filmada en los
espléndidos bosques y campos de Winnipeg con un par de actores solventes,
estamos ante otra de tantas cintas que, sin presupuesto ni publicidad, pasan
desapercibidas. Rescátela usted.