sábado, 23 de febrero de 2019

LA MUERTE DEL HIJO


VENGANZA
(Cold Pursuit)
2019. Dir. Hans Petter Moland.
El limpiador de nieve en Kehoe, Colorado, ganador de un premio como ciudadano ejemplar, Nels Coxman (Liam Neeson) pierde a su único hijo cuando éste es atacado y muerto por los miembros de una banda de narcotraficantes. Le han inyectado heroína para que parezca una sobredosis, algo que no le va al padre porque su hijo no era drogadicto. Luego, gracias a un compañero de trabajo del difunto, se entera que todo fue un error, que el muchacho era inocente, pero se le culpó por el robo de un paquete de droga. La esposa de Nels, Grace (Laura Dern), lo abandona al no soportar la soledad ni la supuesta indiferencia de su marido quien desconocía hasta el mínimo detalle de gustos y aficiones del hijo. Es entonces que Nels inicia la búsqueda y eliminación de los asesinos aspirando a llegar a la punta superior de la organización, al jefe de la banda.
Es una cinta sobre venganza, pero estamos en las antípodas de Búsqueda implacable (2008 – 2014). No tenemos a un exagente federal que casi llega a la invulnerabilidad. Ahora sigue siendo un padre de familia cuyos seres queridos son forzados a la muerte y sufrimiento, pero es el ciudadano del año, alguien que por años ha vivido una existencia normal, rutinaria, en un pueblo rodeado de nieve, alejado de la mancha pueblerina, al cual una falla del destino le ha alterado la vida. Su decisión de lavar la afrenta sirve como purificación y le ofrece otra meta para purgar su condena: haber perdido al hijo que tuvo cerca, amó pero sin tener la oportunidad de profundizar en la relación.
Y aquí es donde el realizador Molander nos enfatiza su punto de partida: la figura del hijo que se tornará constante iniciando un ciclo de errores y venganzas complementarias. La narrativa nos introduce en el mundo de las mafias donde los pactos permiten la coexistencia pacífica mientras no se metan unos con los otros. Luego de los primeros asesinatos de compinches del traficante mayor Trevor (Tom Bateman), ante la ignorancia de quien fuera el culpable de sus desapariciones (porque Coxman los mata y tira a un río profundo), atribuye el comienzo de una guerra interna con los nativos americanos, la otra organización criminal que domina al pueblo de Kehoe, por lo que manda matar al hijo del jefe de la otra banda criminal: ahora será, entonces, pleito entre capos. Se define que la única manera para quedar en paz será un hijo por otro: el de Trevor, al cual también busca Coxman.
Nueva lectura, ahora en versión norteamericana,  de Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014) que el mismo realizador noruego Moland filmara en su país, la cinta sigue precisamente ese orden narrativo: cada vez que muere alguno de los integrantes de estas bandas, aparece el nombre de la víctima en pantalla dando lugar a la ordenación eliminatoria para que la cinta tenga su toque de fino humor. No es simplemente la consumación de la venganza: es la serie de crímenes que muestran un absurdo existencial, una forma de supervivencia que se encuentra siempre al borde, en la línea que separa vida y muerte, donde el mínimo error lleva a la desaparición. Los personajes son redondos y nos vamos enterando de secretos y fetiches (el seductor de camareras, la pareja homosexual, el matón a sueldo que posee su propia ética que se contrapondrá con el sentido del honor entre criminales).
Lo mismo ocurrirá con la ley y el orden. Imposible pensar que un ciudadano ejemplar, galardonado por la propia sociedad, sea criminal. Los policías del lugar (un hombre mayor pragmático y una joven con sentido particular sobre el deber) llegan a métodos nada ordinarios para conseguir sus informaciones. El hijo del mafioso será un niño fuera de lo común al cual le gusta la música clásica, teme al abusador de su clase, sufre las exageraciones disciplinarias de un padre sin escrúpulos, manteniendo su inocencia.
Venganza sufre de un título infame que alejará a espectadores que crean que es otra cinta “palomera” como clasifican odiosamente los “reseñadores” al entretenimiento mal entendido. Si se explicara o se utilizara ese “orden de desaparición” que le da matiz y justificación a la trama, esa “fría persecución” del título original. Estamos ante una espléndida cinta de conjunto actoral. Neeson es un punto de partida para que se conjuguen ironías y confusiones que irán provocando toda una serie de muertes como tragedia de Shakespeare para que se cumpla el destino de un hombre condenado a la eterna soledad: por eso los padres victimados terminan viéndose las caras, ya sin esperanza, tal vez cuestionándose lo que vendrá para ellos…
El realizador Moland.