VENGANZA
(Cold
Pursuit)2019. Dir. Hans Petter Moland.
El limpiador
de nieve en Kehoe, Colorado, ganador de un premio como ciudadano ejemplar, Nels
Coxman (Liam Neeson) pierde a su único hijo cuando éste es atacado y muerto por
los miembros de una banda de narcotraficantes. Le han inyectado heroína para
que parezca una sobredosis, algo que no le va al padre porque su hijo no era
drogadicto. Luego, gracias a un compañero de trabajo del difunto, se entera que
todo fue un error, que el muchacho era inocente, pero se le culpó por el robo
de un paquete de droga. La esposa de Nels, Grace (Laura Dern), lo abandona al
no soportar la soledad ni la supuesta indiferencia de su marido quien
desconocía hasta el mínimo detalle de gustos y aficiones del hijo. Es entonces
que Nels inicia la búsqueda y eliminación de los asesinos aspirando a llegar a
la punta superior de la organización, al jefe de la banda.
Es una cinta
sobre venganza, pero estamos en las antípodas de Búsqueda implacable (2008 – 2014). No tenemos a un exagente federal
que casi llega a la invulnerabilidad. Ahora sigue siendo un padre de familia
cuyos seres queridos son forzados a la muerte y sufrimiento, pero es el
ciudadano del año, alguien que por años ha vivido una existencia normal,
rutinaria, en un pueblo rodeado de nieve, alejado de la mancha pueblerina, al
cual una falla del destino le ha alterado la vida. Su decisión de lavar la
afrenta sirve como purificación y le ofrece otra meta para purgar su condena:
haber perdido al hijo que tuvo cerca, amó pero sin tener la oportunidad de
profundizar en la relación.
Y aquí es
donde el realizador Molander nos enfatiza su punto de partida: la figura del
hijo que se tornará constante iniciando un ciclo de errores y venganzas
complementarias. La narrativa nos introduce en el mundo de las mafias donde los
pactos permiten la coexistencia pacífica mientras no se metan unos con los
otros. Luego de los primeros asesinatos de compinches del traficante mayor
Trevor (Tom Bateman), ante la ignorancia de quien fuera el culpable de sus
desapariciones (porque Coxman los mata y tira a un río profundo), atribuye el
comienzo de una guerra interna con los nativos americanos, la otra organización
criminal que domina al pueblo de Kehoe, por lo que manda matar al hijo del jefe
de la otra banda criminal: ahora será, entonces, pleito entre capos. Se define
que la única manera para quedar en paz será un hijo por otro: el de Trevor, al
cual también busca Coxman.
Nueva lectura,
ahora en versión norteamericana, de Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014)
que el mismo realizador noruego Moland filmara en su país, la cinta sigue
precisamente ese orden narrativo: cada vez que muere alguno de los integrantes
de estas bandas, aparece el nombre de la víctima en pantalla dando lugar a la
ordenación eliminatoria para que la cinta tenga su toque de fino humor. No es
simplemente la consumación de la venganza: es la serie de crímenes que muestran
un absurdo existencial, una forma de supervivencia que se encuentra siempre al
borde, en la línea que separa vida y muerte, donde el mínimo error lleva a la
desaparición. Los personajes son redondos y nos vamos enterando de secretos y
fetiches (el seductor de camareras, la pareja homosexual, el matón a sueldo que
posee su propia ética que se contrapondrá con el sentido del honor entre
criminales).
Lo mismo
ocurrirá con la ley y el orden. Imposible pensar que un ciudadano ejemplar,
galardonado por la propia sociedad, sea criminal. Los policías del lugar (un
hombre mayor pragmático y una joven con sentido particular sobre el deber)
llegan a métodos nada ordinarios para conseguir sus informaciones. El hijo del
mafioso será un niño fuera de lo común al cual le gusta la música clásica, teme
al abusador de su clase, sufre las exageraciones disciplinarias de un padre sin
escrúpulos, manteniendo su inocencia.
Venganza sufre de un
título infame que alejará a espectadores que crean que es otra cinta “palomera”
como clasifican odiosamente los “reseñadores” al entretenimiento mal entendido.
Si se explicara o se utilizara ese “orden de desaparición” que le da matiz y
justificación a la trama, esa “fría persecución” del título original. Estamos
ante una espléndida cinta de conjunto actoral. Neeson es un punto de partida para que se
conjuguen ironías y confusiones que irán provocando toda una serie de muertes
como tragedia de Shakespeare para que se cumpla el destino de un hombre condenado
a la eterna soledad: por eso los padres victimados terminan viéndose las caras,
ya sin esperanza, tal vez cuestionándose lo que vendrá para ellos…
El realizador Moland.