SOLTERAS
2018. Dir. Luis Javier
Henaine.
Ana (una estupenda Cassandra Ciangherotti) le reclama a su
novio Gabriel (Pablo Cruz) que no le haya dado el anillo ni fijado una fecha
para la boda, mientras están precisamente en la iglesia durante la boda de una
amiga. Gabriel le dice que es preferible cortar su relación, ante lo cual Ana
empieza a llorar, gritar y llegar al grado de que Gabriel la arrastre por el
suelo mientras ella se aferra a su pierna cuando el joven quiere salir del lugar.
Ana queda decepcionada. Se torna intolerable, bebe mucho, hasta que se entera
que una de sus amigas acaba de recibir el anillo de compromiso. Le reclama que
no puede ser posible, que ella es más bonita, a lo que la amiga le responde que
tomó un curso para pescar marido. Al principio Ana se resiste a asistir, hasta
que no encuentra otra solución. Ahí compartirá clases con otras mujeres que
viven sus circunstancias y los anhelos por encontrar al hombre con el cual
casarse. Ana, entonces, podrá conocer a Diego (Juan Pablo Medina) con el cual
inicia una relación que la llevará a mentir para alcanzar su propósito. Todo
servirá como lección brutal, pero definitiva, para la vida de Ana.
Lo que parece ser una comedieta tonta, misógina y
completamente superficial, va cambiando de tono y ritmo porque en realidad, más
que la historia de una chica estúpida cuyo único fin en la vida es llegar al
matrimonio antes de cierta edad, se convierte en la historia de un crecimiento
personal. La gimoteada Ana que sufre el rompimiento de sus relaciones luego de
diez años de noviazgo irá cambiando de etapas como usualmente se clasifica en
la pérdida (negación, ira, negociación, depresión y aceptación) porque ella no
puede admitir el cierre y está enojada pero piensa que apareciendo sin aviso
previo ante Gabriel permitirá que se negocie el retorno al estado anterior.
Sorpresivamente, se enterará que su amado ahora ofrece una cena para la familia
de su nueva novia ante la cual se muestra desnuda. El alcohol y la depresión la
orillan a tomar el curso recomendado.
Mientras intenta seguir los consejo de su maestra Lucila
Moreau (Gabriela de la Garza) aceptando citas con diversos hombres, muchos de
ellos en diversos estados extremos de patetismo, el azar la lleva a conocer al
arquitecto Diego con el cual comienza a salir y encuentra gustos afines. De esta manera, Ana se va
acercando a su meta. Diego es una gran posibilidad de realización personal,
pero, de pronto, algo sucede que la hace reflexionar. Primero es una mentira,
luego es una posible infidelidad, finalmente es la aceptación de su realidad: Ana
ha cambiado. El duelo le ha servido para contemplarse y valorarse, además de
priorizar sus anhelos y pretensiones.
Si la cinta alcanza su objetivo y logra escapar de la
comedieta fácil, se debe a Cassandra Ciangherotti. Hija de Fernando
Luján, descendiente de la dinastía Soler, con rasgos que la acercan mucho a su
abuela Mercedes, ha alcanzado un estatus singular, de reconocimiento del
talento que corre por sus venas. Iniciando su carrera a través de estupideces
como la relectura de Hasta el viento tiene miedo o Kada Kien su Karma
para irse consolidando (El baile de San Juan, Viaje redondo, Las
horas contigo) hasta llegar a ser reconocida como gran actriz (El club
de los insomnes, Las niñas bien o siendo lo único bueno en la
fallidísima Tiempo compartido), aquí demuestra que tiene el suficiente
magnetismo personal y la calidad actoral para sacar adelante una película por
sí sola. Aunque las demás actrices son competentes, Cassandra se lleva la
película: estando en pantalla uno no puede dejar de verla, disfrutarla.
La maravillosa Cassandra Ciangherotti,
digna hija de su padre Fernando Luján
Solteras no deja de ser una cinta ligera, por lo
tanto, amena. Sin embargo, no se regodea en la comicidad barata ni cae en
lugares comunes. El guion del realizador Henaine (sobrino nieto de Capulina) y
Alejandra Olvera Ávila hubiera caído en la misoginia si la trama se hubiera
quedado en la frustración de las mujeres buscamaridos y terminado con la
complacencia del matrimonio. Ana viene a ser una aspiración para toda mujer que
desea encontrarse a sí misma: casarse no es reprobable pero no debe tomarse
como fin último. ¡Ah, pero Cassandra Ciangherotti!
El realizador de Solteras, sobrino nieto
de Capulina, ofrece una buena película