domingo, 30 de junio de 2019

POBRE, SIN INSPIRACIÓN


MAESTRAS DEL ENGAÑO
(The Hustle)
2019. Dir. Chris Addison.
         La obesa Penny (Rebel Wilson) es una estafadora que busca conmover a sus víctimas para sacarles dinero. Deseosa de encontrar nuevos horizontes decide mudarse a Francia, a un lugar llamado Beaumont-Sur-Mer, porque está lleno de millonarios. En el tren donde viaja conoce a Josephine (Anne Hathaway), otra estafadora de altos vuelos quien vive en esa ciudad francesa. Al verla como rival, Josephine intentará por todos los medios posibles deshacerse de ella; al no lograrlo, la integra a su grupo hasta que llega el momento de hacer una apuesta: quien logre estafar a un joven y billonario creador de apps, Thomas (Alex Sharp) se quedará. Quien pierda, deberá irse de la ciudad.
         Segunda lectura de una comedia original filmada en 1964 con Marlon Brando y David Niven llamada Dos seductores (Bedtime Story, Ralph Levy) que luego daría lugar en 1988 a una nueva versión con Steve Martin y Michael Caine bajo el título de Dos pícaros sinvergüenzas (Dirty Rotten Scoundrels, Frank Oz) que dio lugar a una comedia musical en Broadway con regular éxito que fue creciendo con los años. Ahora tenemos la versión “femenina” donde se cambian los géneros para aprovechar la nueva tendencia de propiciar vehículos fílmicos para mujeres (y lo que antaño se denominaba como “minorías”). No obstante, la cinta no aporta nada nuevo para hablar de la superioridad de las mujeres.
Niven y Brando (1964)
Caine y Martin (1988)
         Lo que era comedia de aventuras enloquecidas en pos del éxito criminal, sin juicios morales, dando su merecido a los estafadores para luego beneficiarlos con la promesa de un futuro más prometedor y riesgoso ahora se ha vuelto una comedia convencional donde se confunden verdad y mentira, se nota predecible lo que va a suceder, y se cae en el sentimentalismo barato. Las estafas llegan a ser tan pueriles e insustanciales que no llegan al asombro, mucho menos a la carcajada y su repetición aniquila al posible encanto del espectador. El cambio de género ya no se basa en la situación sino en el físico.
         El personaje de Penny se ha creado para lucimiento de la obesa Rebel Wilson (quien también aparece como productora) que utiliza su físico como medio para la comicidad. Por desgracia, su actuación es tan predecible y sus gestos tan comunes, y ya estereotipados si se le han conocido sus anteriores papeles, que carece del ingenio y la donosura de una Melissa McCarthy, otra comediante que sabe utilizar su cuerpo pero posee la versatilidad y el talento para tornarse creíble. El humor se ha apagado: lo que era delicioso en Brando y en Martin, ahora se ha trasladado al lugar común de la comedia contemporánea. No existe la ligereza necesaria para ser amenazante como hermana loca y violenta; tampoco se nota cambio alguno de su actitud, durante toda la película. Rebel Wilson sigue siendo ella misma: una cómica mediocre al estilo capulinesco: antipática y vulgar.
         Anne Hathaway posee elegancia y refinamiento. Aparece muy bella con vestuario espectacular. Uno se convence de la belleza que le permite seducir a sus cortejantes hasta llegar a la superficialidad absoluta. Lo más triste es que el contraste hace notar que no hay química entre ella y su compañera de película. No obstante, se extraña al suave Niven y al astuto Caine. La película quiere retomar el sentido de las comedias del Hollywood de los años sesenta (los créditos son animados, al estilo de las viejas películas de Blake Edwards o Michael Gordon, pero hasta ahí) pero termina siendo una película pesada (como su intérprete), pobre en su alcance, sin nada de inspiración o atractivo.