MAESTRAS DEL ENGAÑO
(The Hustle)2019. Dir. Chris Addison.
La obesa Penny (Rebel Wilson) es una estafadora que busca
conmover a sus víctimas para sacarles dinero. Deseosa de encontrar nuevos
horizontes decide mudarse a Francia, a un lugar llamado Beaumont-Sur-Mer,
porque está lleno de millonarios. En el tren donde viaja conoce a Josephine
(Anne Hathaway), otra estafadora de altos vuelos quien vive en esa ciudad
francesa. Al verla como rival, Josephine intentará por todos los medios
posibles deshacerse de ella; al no lograrlo, la integra a su grupo hasta que
llega el momento de hacer una apuesta: quien logre estafar a un joven y
billonario creador de apps, Thomas (Alex Sharp) se quedará. Quien pierda,
deberá irse de la ciudad.
Segunda lectura de una comedia original filmada en 1964 con
Marlon Brando y David Niven llamada Dos seductores (Bedtime Story, Ralph
Levy) que luego daría lugar en 1988 a una nueva versión con Steve Martin y
Michael Caine bajo el título de Dos pícaros sinvergüenzas (Dirty Rotten
Scoundrels, Frank Oz) que dio lugar a una comedia musical en Broadway con
regular éxito que fue creciendo con los años. Ahora tenemos la versión
“femenina” donde se cambian los géneros para aprovechar la nueva tendencia de
propiciar vehículos fílmicos para mujeres (y lo que antaño se denominaba como
“minorías”). No obstante, la cinta no aporta nada nuevo para hablar de la
superioridad de las mujeres.
Niven y Brando (1964)
Caine y Martin (1988)
Lo que era comedia de aventuras enloquecidas en pos del
éxito criminal, sin juicios morales, dando su merecido a los estafadores para
luego beneficiarlos con la promesa de un futuro más prometedor y riesgoso ahora
se ha vuelto una comedia convencional donde se confunden verdad y mentira, se
nota predecible lo que va a suceder, y se cae en el sentimentalismo barato. Las
estafas llegan a ser tan pueriles e insustanciales que no llegan al asombro,
mucho menos a la carcajada y su repetición aniquila al posible encanto del
espectador. El cambio de género ya no se basa en la situación sino en el físico.
El personaje de Penny se ha creado para lucimiento de la
obesa Rebel Wilson (quien también aparece como productora) que utiliza su
físico como medio para la comicidad. Por desgracia, su actuación es tan
predecible y sus gestos tan comunes, y ya estereotipados si se le han conocido
sus anteriores papeles, que carece del ingenio y la donosura de una Melissa
McCarthy, otra comediante que sabe utilizar su cuerpo pero posee la
versatilidad y el talento para tornarse creíble. El humor se ha apagado: lo que
era delicioso en Brando y en Martin, ahora se ha trasladado al lugar común de
la comedia contemporánea. No existe la ligereza necesaria para ser amenazante
como hermana loca y violenta; tampoco se nota cambio alguno de su actitud,
durante toda la película. Rebel Wilson sigue siendo ella misma: una cómica mediocre
al estilo capulinesco: antipática y vulgar.
Anne Hathaway posee elegancia y refinamiento. Aparece muy
bella con vestuario espectacular. Uno se convence de la belleza que le permite seducir
a sus cortejantes hasta llegar a la superficialidad absoluta. Lo más triste es
que el contraste hace notar que no hay química entre ella y su compañera de
película. No obstante, se extraña al suave Niven y al astuto Caine. La película
quiere retomar el sentido de las comedias del Hollywood de los años sesenta
(los créditos son animados, al estilo de las viejas películas de Blake Edwards
o Michael Gordon, pero hasta ahí) pero termina siendo una película pesada (como
su intérprete), pobre en su alcance, sin nada de inspiración o atractivo.