PARTIR
2009. Dir. Catherine Corsini.
Suzanne (Kristin Scott Thomas, espléndida) es un ama de casa común y corriente, casada con un médico, Samuel (Yvan Attal) y quien, luego de quince años, decide regresar a su profesión de kinesióloga. Para ello, han decidido construir su espacio en un cuarto de triques. Contratan a un hombre que envía a su empleado Iván (Sergi López) y con el cual Suzanne empieza a tener cierta confianza brindándole ayuda y apoyo. Un accidente hace que Suzanne se acerque más con el hombre quien, cierto día, la besa. Ella se confunde pero se da cuenta que en realidad está enamorada. Tiene relaciones sexuales con Iván. Suzanne se lo cuenta a su marido y decide abandonarlo (lo mismo que a sus dos hijos adolescentes: un joven que será solidario con ella; una jovencita que no lo acepta). Inicia una etapa nueva en su vida al lado del hombre que le apasiona y llevando una vida de miseria.
No puede narrarse más sin revelar ciertas sorpresas en un argumento que, en realidad, no es original. El tema es manido y algunas situaciones son predecibles, pero lo que sostiene a esta película es su apego al género del melodrama y sus convenciones, además del tono, el ritmo, y más que nada, la imagen del amor loco: una atracción plena de pasión que va más allá de cualquier norma; transgrede el orden moral; desequilibra a la persona que descubre al otro ser que le complementa y que le responde, donde la sexualidad es solamente una parte de la entrega. Suzanne sabe que está enamorada. Iván es el hombre que la satisface plenamente y son felices juntos, en lo cotidiano o en la vacación inesperada, en el dolor y la miseria.
El melodrama que lleva a las lágrimas por la impotencia; el obstáculo que se opone a la felicidad; las acciones extremas que son producto de una obnubilación y quebrantan reglas, son meros ingredientes que recuperan un género siempre querido y perseguido en todas las cinematografías del mundo. La realizadora Corsini nos cuenta otra historia de adulterio pero será la forma aquello que marque la diferencia como usualmente sucede. La simple infidelidad confesada, el robo, la venta de un reloj, la súplica por el ser amado.
Y luego está el reparto. Kristin Scott Thomas es una actriz completa que de repente produce una mirada que expresa toda su carga interna. Sin ser un símbolo sexual, tiene el histrionismo para transformarse y evitar la vulgaridad mientras acaricia el cuerpo del tipo rudo y pasa sus manos por espalda, brazos, nalgas. La transformación de mujer sumisa y contenta con su situación burguesa a mujer que pasa hambre y se queda sin dinero o llega a extremos que en una condición previa jamás hubiera pensado realizar, son ejemplos de una variable que modifica viejas tramas.
Sergi López es tan ambiguo como siempre: sin cuerpo esbelto, convence como seductor;
Yvan Attal muestra su versatilidad cuando lo vemos vulnerable en otras cintas y ahora es el esposo constante y exigente, implacable.
De Catherine Corsini conocíamos previamente “El ensayo” otra historia de sometimiento amoroso aunque con menos fuerza y ruptura que la cinta que ahora nos ofrece esta muestra anual del reciente cine francés.
Pasará por diversas salas y la Cineteca Nuevo León. No desaproveche estas alternativas de gozar un cine realizado con otro tipo de sensibilidad aunque el tema sea universal.