Sobre todo cine, efemérides y mucho más: inquietudes que deseo compartir... luego, el infinito.
sábado, 18 de septiembre de 2010
LA TRANSFERENCIA AMOROSA
EL REFUGIO
(Le Refuge)
2009. Dir. Francois Ozon.
Mousse (Isabelle Carré, extraordinaria) sobrevive a la sobredosis de heroína que se inyectaron tanto ella como su amado Louis (Melvil Poupaud, el actor de “Tiempo de vivir”, otra de las joyas de Ozon)). En el hospital se descubre que está embarazada. Decide seguir adelante con la gestación. Meses más tarde, vive en una casa de playa que le ha prestado un viejo amante. Recibe la visita de Paul (Louis-Ronan Choisy, quien es, además, cantante y compositor de la música de la cinta), hermano de Louis, quien está en camino hacia España. De esta manera iniciará una relación que llevará a una gran compenetración entre ellos, la revelación de secretos y cierto tipo de redención.
Quizás la mejor de las películas del 14° Tour de Cine Francés (junto con “Partir” ) que ya está a punto de terminar donde el maestro Ozon nos ofrece un punto alto de su dominio del cine. De la sordidez de una pareja drogadicta que ya no tiene lugares en sus brazos para inyectarse la heroína en sus venas para llegar a la muerte del hombre hasta la dulzura de una relación peculiar de pareja con su cuñado, estamos ante una historia de transferencia de emociones.
Mousse trae a Louis dentro de ella en la descendencia inesperada. Paul es el hermano menor, adoptado, que siempre estuvo enamorado del otro, del legítimo, del que cayó en desgracia (tiene sus fotos de infancia; lo siente frente a él cuando está acostado con Mousse). Mousse y su futuro hijo son la oportunidad de alargar ese amor. Louis transferido, convertido en presencia indirecta. Paul, homosexual abierto que busca al ser apropiado, al Louis que ya no está sobre la tierra. Por eso, cuando ocurre el nacimiento de una niña, Louise, su madre tomará la decisión menos correcta pero más adecuada.
Ozon va complementando a sus personajes para volverlos redondos. Mousse será acosada por un turista que gusta de mujeres embarazadas. Ella acepta acompañarlo a su cuarto con vista al mar pero no le permite tener sexo: solamente le pide que se coloque detrás de ella para mecerla en una especie de ritual de la memoria de los tiempos felices. Sufrirá otro acoso por parte de una mujer en la playa que le aconseja, le pide que goce del embarazo, hasta que ella se sienta atemorizada. E indirectamente, el acoso de su virtual cuñado quien llega para satisfacer su propio deseo de estar cercano a ella, a la sensación del movimiento del feto en el vientre de quien es un símbolo. De ahí que su final sea exacto, correcto, sin reclamos.