sábado, 18 de septiembre de 2010

LA PREMISA TRAMPOSA


SIN RASTRO ALGUNO
(Sans Laisser de Traces)
2010. Dir. Grégoire Vigneron.



Partamos de una premisa inaceptable: un ejecutivo de empresa, próximo a ser nombrado director general, reencuentra a un viejo compañero cuya suerte, evidentemente, no ha sido tan agraciada como la suya. Luego de veinte años de no verse, le invita una copa y le cuenta un secreto largo tiempo guardado: el robo de una fórmula química que no estaba patentada y que con el paso de los años ha dejado millones a la compañía. El hombre se siente mal hacia la persona que defraudó. El amigo le dice que vayan a verlo, le cuente y se quite de encima ese peso. Las cosas no salen como se esperaban: el amigo golpea al defraudado y lo mata.

Al inicio de la cinta vemos al elegante Etienne Meunier (Benoit Magimel, con su magnética presencia) ser escoltado por un policía hacia un cuarto de interrogatorios. Mientras tanto, escuchamos su voz que explica que en esta vida lo que importa son tres cosas, de la cual la más importante es el azar: que todo suceda en el momento preciso. Así entramos a una película donde el personaje principal tiene la vida perfecta exceptuando por un remordimiento. El encuentro casual con el amigo lo llevará hacia un camino opuesto, aparentemente, cuando en realidad ha sido el azar que lo ha colocado en una ruta inesperada para que finalmente todo alcance un orden.
La película es impecable en su narración. El reparto es espléndido (Magimel luce como hombre de distinción: uno siente la seda de su camisa a través de la vista) y lo que sucede sería excelente si no fuera por esa premisa tramposa que fue un truco fácil para dar inició al desarrollo de una disertación sobre el destino que nos corresponde. ¿Imagina usted a un empresario astuto, inteligente, riquísimo, confesando un secreto que pone en juego su honor a un tipo mediocre, pobre, al cual no ha visto en veinte años? Por eso la desechamos y nos quedamos con la forma, con el estilo, con esa presencia avasalladora y el histrionismo largo tiempo comprobado de Magimel. Es una cinta que alcanza a las almas ingenuas que se dejan apantallar con facilidad. Quien nombra a Hitchcock como referente por la transferencia de la culpa no tiene la menor idea del improperio que está rebuznando.