viernes, 28 de enero de 2011

LOS HÉROES DIVERTIDOS



EL AVISPÓN VERDE
(The Green Hornet)
2011. Dir. Michel Gondry.


"Un héroe es siempre héroe por equivocación”
Umberto Eco


Esta deliciosa relectura de un personaje surgido por la radio norteamericana de 1936 para luego llegar al cine seriado en la Universal de los años cuarenta
y posteriormente ser una serie que no tuvo mucho éxito por la televisión de la segunda mitad de los años sesenta, excepto por colocar a Bruce Lee en el gusto juvenil, ha sufrido el golpe del rechazo y la indiferencia a pesar de ser una cinta con toda la intención de presentar el lado ligero, cómico, iconoclasta, de la figura del héroe. Mucho tiene que ver el guión y la actuación del estupendo Seth Rogen en el rol principal, aunque precisamente esa sería la primera pista para no tomar “en serio” a un icono de la cultura popular norteamericana.

Britt Reid (Seth Rogen) es el joven, parrandero y solitario hijo del millonario dueño del periódico “Centinela” en Los Ángeles. La muerte del padre lo convierte, repentinamente, en dueño del diario. Por azares del destino (un café mal preparado) se enlaza con un joven mecánico, genio científico, de origen chino, Kato (Jay Chou) con el cual descubre el goce de ayudar a los demás. Haciéndose pasar por criminales anónimos (“El avispón verde” es el seudónimo que se vuelve popular) que finalmente defienden la moral y la paz de su ciudad, ambos entran en competencia con el malvado dirigente de las pandillas, narcotraficantes y malvivientes de la ciudad: Chudnofsky (Christoph Waltz); descubren la corrupción oficial (David Harbour); se enamoran de la treintona e inteligente secretaria a fuerza, periodista subestimada y criminóloga experta Lenore (Cameron Diaz).

La cinta es iconoclasta y su tono es el humor. Conociendo los antecedentes extraordinarios de Rogen
( “Piña express” o “Ligeramente embarazada”) se descubren los intereses expresivos detrás de la producción. El joven Britt no se redime ni se convierte milagrosamente en inteligente dueño de periódico: su vulnerabilidad y limitaciones se contrastan con el joven empleado que le descubre maravillas inverosímiles (autos prácticamente indestructibles y salvavidas) y armas graciosísimas (la pistola con balas de gas) para darle el sentido de sueño inherente en el género (la manera en que selecciona su nombre). Kato
es el joven huérfano e inteligente que salió adelante debido a los obstáculos vividos y cuyo potencial se desarrolló gracias al apoyo del periodista que fue su mentor y frío protector. Igualmente humano con defectos (no sabe nadar) y emociones (se prenda de la entusiasta Lenore), finalmente debe aceptar ser el patiño, segundo héroe, poder detrás del trono.

El frívolo rechazo del espectador acostumbrado a los elípticos “Batman” de Nolan o los reduccionistas discursos pacifistas de “Iron Man” de Favreau hacia esta película se debe a la tremenda seriedad que se espera de estos personajes de fantasía. De ahí que el público que está acostumbrado a la acción pura e irreflexiva rechace, por ejemplo, al profundo “Hulk” de Ang Lee, contra el conformista “Hulk” de Leterrier. Esta visión de un héroe que es básicamente un ser como cualquiera que lee estas líneas (o las escribe) con libertades en personajes laterales (el malvado dueño de la ciudad o el corrupto alcalde) permite un sentido del humor gracias al desparpajo y la falta de solemnidad: tono que se siente desde el prólogo donde Chudnofsky (un ridículo y grotesco hampón interpretado por el maravilloso Christoph Waltz) demuestra su hegemonía al falso valentón que quiere retarlo (un James Franco tan versátil y excelente que aparece sin crédito en la cinta y fuera compañero perfecto de Rogen en la inigualable obrita maestra “Piña express”).

Uno agradece que Hollywood ofrezca estos productos de alta mercadotecnia con un gran sentido cinematográfico. Se pregunta el motivo de que se haya seleccionado a Michel Gondry
un director empeñado en mostrar un mundo intelectualizado que se adentra en la fantasía o la poética del absurdo ( “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” o “La ciencia del sueño”) pero al notar el desarrollo de la cinta, se explica que era necesario combinar humor con libertad creativa para darle un tono alejado de convenciones y permitir cierta originalidad, toda ella plena de gracia.