viernes, 14 de septiembre de 2018

¿EL TRIUNFO DE LA MÁQUINA?


UPGRADE: MÁQUINA ASESINA
(Upgrade)
2018. Dir. Leigh Whannell.



         En un futuro pleno de tecnología, el mecánico Grey (Logan Marshall-Green) sigue adherido a las viejas costumbres. Arregla y maneja autos convencionales cuando ahora son robóticos, que ni siquiera requieren ser conducidos, aparte de escuchar discos de vinilo y desconocer los dispositivos en casa. Su esposa Asha (Melanie Vallejo) es una ejecutiva, al día, que trabaja en una corporación que implementa todos estos avances. Cierto día, cuando regresan de una fiesta, su auto es intervenido, los lleva hacia un barrio bajo en los suburbios donde la pareja es atacada por un grupo de maleantes: la mujer es asesinada y Grey resulta con lesiones que lo dejan parapléjico. Un eminente y joven científico, Eron Keen (Harrison Gilbertson), cliente del mecánico Grey, lo visita en el hospital y le ofrece implantarle en su cuerpo un microprocesador que servirá como sistema operativo y le permitirá volver a utilizar sus extremidades. Como Grey está deprimido y no desea vivir, lo acepta con la intención de buscar a los asesinos de su esposa. La operación tiene éxito, Grey permanece en su estado inmóvil frente a la sociedad, pero en privado inicia su búsqueda: lo que no ha esperado es que el sistema operativo se comunique a través de su cerebro y lo convierta en una máquina hábil para la defensa personal y el enfrentamiento con sus enemigos, a los cuales va encontrando.

La felicidad efímera
Stem, el implante
La lucha moral

         En el ámbito del realizador David Cronenberg, donde el cuerpo es el medio para dar paso a las emociones, el autor completo Leigh Whannell nos ofrece otra incursión en la inquietud acerca de la inteligencia artificial, la preponderancia de las máquinas y su dominio sobre el ser humano. Stem, el nombre de su implante, comienza a seducirlo ante la fuerza y el poder que le brinda a su recipiente para que inicie una lucha entre los límites éticos y morales de Grey contra la frialdad implacable de una máquina. Viene a ser una explicación colateral: ante un grupo de jóvenes que se divierten con la realidad virtual con la cual pasan de días a semanas, se escucha la explicación de que “ese mundo es mejor que en el cual vivimos”. Grey se convierte en una especie de Jekyll y Hyde con dos personalidades simultáneas, o como una relectura del Frankenstein al revés, donde un sistema operativo se transforma en Dios para que la vida continúe.

El refuerzo del bien
El poder de la máquina
y, al fondo, la enajenación
de la realidad virtual
El otro ente superior: la verdad

         Como aparente antagonista tenemos a la detective Cortez (Betty Gabriel, la sirvienta sometida en Huye) quien no se explica la presencia de Grey en las escenas de crímenes cuando está impedido muscularmente. De forma indirecta, la buena policía será el reforzamiento moral para Grey cuando las cosas vayan alcanzando un extremo. Y el verdadero asesino de la esposa resulta ser otro ente avanzado que representa a los intereses comerciales de corporaciones ambiciosas aunque con un extraordinario giro de trama que se irá dando hacia el final de la película donde se tendrá salida hacia las realidades distintas: una que resulta mejor, imaginada, a aquella en la cual vivimos.

Un realizador genial e inteligente

         Leigh Whannell, actor y guionista (El juego del miedo y secuelas, La noche del demonio y secuelas), cercano colaborador del eminente James Wan, apenas en su segunda cinta como realizador demuestra que conoce la atmósfera en que debe moverse y termina estando a la altura de los objetivos que se ha trazado. Una cinta muy satisfactoria porque no deja interrogantes dentro de ese mundo distópico que hemos visitado en otras oportunidades (Terminator, Blade Runner y su secuela extraordinaria Blade Runner 2049, o de manera más “amable” en Las mujeres perfectas, por mencionar pocos ejemplos). Realidad virtual contra el poderío de la máquina.