martes, 18 de septiembre de 2018

LOS TIEMPOS QUE SE VIVEN


HACIA LA LIBERTAD
(Razzia)
2017. Dir. Nabil Ayouch.



         “Dichoso aquel que puede actuar acorde con sus deseos” es un viejo proverbio bereber que sirve como epígrafe al inicio de esta deslumbrante coproducción francoárabe que nos muestra a cinco personajes reprimidos o afectados por la tradición religiosa, el conservadurismo social, las políticas seudointegradoras , la discriminación racial y hasta por la destrucción de los sueños. El realizador Ayouch nos ofrece un resumen de la gente que vive en el Marruecos actual y a los cuales clasifica como una “mayoría silenciosa”. La acción inicia en 1982 en un pueblito de la Cordillera del Atlas marroquí donde el maestro Abdallah es querido por sus alumnos y él encuentra muy satisfactoria su labor de enseñanza. Vive un romance con la viuda Yto, cuyo hijo pequeño es Ylias. Cierto día llega un inspector que le obliga a impartir sus lecciones en el idioma árabe cuando los niños solamente entienden el dialecto bereber. Esto produce un caos y al maestro no le queda otra salida que abandonar el pueblo rumbo a Casablanca.

Abdallah, el maestro obligado a dejar
sus clases por la "arabización" en 1982
(Amine Ennaji)

El tiempo se traslada, entonces, a 2015 en esta ciudad donde conoceremos al judío Joseph, a quien le gusta que le llamen Joe, dueño de un bar donde toca el piano y tiene entre sus empleados a Ylias, ya cuarentón. También aparecerá Hakim, joven que vive en el barrio popular de Medina, cuyos sueños para convertirse en estrella de rock, al estilo de Freddy Mercury, su ídolo, están condicionados por la desaprobación paterna y la burla de sus vecinos. Aparte está Salima, una mujer que ha dejado atrás las tradiciones de sometimiento femenino, vive en un departamento de clase media alta, tiene disputas con su marido porque éste no acepta muchas de sus actitudes (fumar, vestir ropa moderna y provocativa, además de juntarse con otras mujeres que asisten a la casa de Yto, ya sesentona, para bailar y convivir dentro de modos inaceptables por la tradición). Y finalmente conocemos a Inés, quinceañera de clase alta que vive su soledad por la desatención de su madre, se encuentra en medio de una total confusión sexual (virginidad, lesbianismo, seducción) debida a la rebeldía.

Joe, el judío y el soñador Ylias
(Arieh Worthalter y Abdellah Didane)
El desdeñado Hakim
(Abdelilah Rachid)
La solitaria Inés
(Dounia Binebine)

Cada uno de estos personajes mostrará cierta debilidad: Joe vivirá negando su raíz judía que le afectará en la búsqueda del amor. Hakim reprimirá la furia contra su inconmovible padre para explotar en el momento menos adecuado. Inés querrá pertenecer a alguien o algo, pero sufrirá el rechazo indirecto. Salima buscará su espacio personal porque ya no acepta el machismo tradicional ni desea continuar con las represiones musulmanas. Todos ellos se encontrarán de alguna u otra manera afectados por una manifestación explosiva de quienes exigen derechos y oportunidades laborales; o por la violencia que se desata en una fiesta de jóvenes ricos, indiferentes a las necesidades sociales, viviendo al día con sus emociones primarias.

La sesentona Yto
(Nezha Tebbai)

Solamente nos quedan Abdallah, el maestro frustrado, cuyo sueño lo volvió un ser amargo. Yto, quien viajó a Casablanca en busca de quien fue su único amor, sin jamás encontrarlo. Ylias, adulto que vive de sueños, admirando la película Casablanca (Curtiz, 1942), la cual repasa constantemente y narra hechos a Joe que le ha contado un vecino: dónde se encontraba en la misma ciudad el aeropuerto del final de la película, los chismes de que Bogart e Ingrid Bergman se besaban a escondidas cuando no filmaban, o el significado de la letra de “As Time Goes By” cantada en la admirada película. De esta manera, el epígrafe de la cinta se vuelve contra sí mismo: no hay dicha ni se vive acorde con los deseos; el panorama es triste, los obstáculos mayores por la ignorancia y la terrible tradición oscurantista. No obstante mueve a la reflexión: nos ha permitido adentrarnos dentro de una sociedad considerada lejana y que, sin embargo, nos toca de otras maneras: revisemos las nuevas censuras y lo políticamente incorrecto.

La rebelde Salima
(Maryam Touzani)

Como corolario de estas tristes “mayorías” sin alternativa de solución, Joe, atribulado y resentido le confesará a Ylias que ninguna porción de Casablanca fue filmada en Marruecos, para añadirlo al retrato general de amargura. Sin embargo, el epílogo será esperanzador: Salima, embarazada del hijo que tendrá, del cual nunca informó al marido que la abandonó, entra al mar, mira al horizonte y sonríe, como un pequeño triunfo dentro de su espacio personal.
El realizador marroquí Nabil Ayouch presenta su sexto
largometraje luego de haber llamado previamente 
la atención en Cannes