EL
DEPREDADOR
(The
Predator)2018. Dir. Shane Black.
En esta nueva secuela de la popular franquicia iniciada en
los tiempos de Reagan con su estrella favorita (Schwarzenegger), tenemos al
francotirador McKenna (Boyd Holbrook) como héroe principal en una ingeniosa
trama donde un monstruo fugitivo se estrella nuevamente en una selva para
iniciar sus persecuciones y ataques, pero la trama se complica cuando un
inteligente niño autista produce una señal que permite que otro depredador con
mascotas asesinas llegue en búsqueda del primero. Todo es complejo para describir,
pero lo más interesante es que en esta cinta, al héroe se le multiplica al
colocarlo entre un grupo de soldados que traen problemas psicológicos o como
consecuencia del combate. Vienen a ser sus corifeos, lo mismo que una
contraparte científica y otra némesis intransigente.
Boyd Holbrook, un nuevo héroe
adecuado para nuestros tiempos
La cinta mantiene sus secuencias de acción, los efectos
especiales y los puntos extremos cuando se va llegando al desenlace de la
trama. No obstante, posee la cualidad del humor con ese grupo de locos inocentes
y audaces que dan lugar a referencias fílmicas y a proveer el sentimentalismo
esperado cuando debe incluirse una solución drástica. Por otro lado, es una
película del magnífico Shane Black, quien fuera uno de los soldados
sacrificados en la cinta original y quien luego, ya como director, se ha
distinguido con la frescura de sus creaciones muy singulares para el cine
norteamericano de este siglo (Entre besos
y tiros con una narración fluida, la genial sátira Dos tipos peligrosos donde satirizaba a los años setenta con su
mundo pornográfico o la segunda secuela de Iron
Man).
Los locos graciosos que aportan la ligereza
como metáfora de esta era en que vivimos
(Alfie Allen, Keegan-Michael Key, Thomas Jane,
Augusto Aguilera, Boyd Holbrook, Trevante Rhodes)
Es interesante notar que mientras en la cinta original el
depredador llegaba a una selva donde debía salvarse a un personaje importante
de las guerrillas centroamericanas, en la primera secuela eran pandillas en Los
Ángeles y ahora se retorna a la selva, con narcotraficantes, para proseguir a
las áreas suburbanas. El mundo ha evolucionado pero los villanos siguen
cambiando solamente de rostro, nacionalidad o circunstancia. Holbrook, el actor
principal es más blando que Schwarzenegger para adecuarse a la imagen
convencional, menos fornida, del héroe en estos tiempos, pero la inclusión de esos seres graciosos
también nos habla de la ligereza en la cual vivimos, sin que la cinta pierda su
interés. Es necesario hacer reír en medio del caos para que éste sea soportable:
¿no es lo que sucede con Trump, Peña Nieto y lo que se acerca? El depredador es una cinta armónica,
graciosa, equilibrada…
Shane Black, uno de los mejores directores
del cine norteamericano de hoy