LUZ DE INVIERNO
(Nattvardsgästerna)1962. Dir. Ingmar Bergman.
El pastor Tomas Ericsson (Gunnar Björnstrand) oficia una
misa donde solamente tiene 5 feligreses, un organista y un sacristán. Sigue
todo el ritual hasta la comunión. Al terminar, atiende a una pareja que busca
su consejo: el marido Jonas sufre una crisis existencial porque teme la
explosión de una bomba atómica a cargo de los chinos. Tomas, entonces, se da
cuenta que no puede ayudarle porque él mismo lleva tiempo viviendo sus propias
dudas. La pareja se despide porque la mujer, embarazada, debe ir a casa, pero
expresa que Jonas volverá. Mientras tanto, Marta (Ingrid Thulin), la maestra
del lugar, enamorada de Tomas, le deja una larga carta que nosotros escuchamos
de sus labios cuando Tomas la lee: le declara su amor pero también reclama su
indiferencia. Igualmente, acepta su ateísmo que, no obstante, la acerca al
pastor. Jonas retorna para que Tomas le confiese que ha perdido la fe luego de
la muerte de su esposa y al recordar las atrocidades que atestiguó durante una
guerra. Jonas sale y va a suicidarse en un río.
Gunnar Björnstrand, Max Von Sydow
y Gunnel Lindblom, actores estables
en el cine del maestro Bergman
La segunda cinta de la que se ha llamado la trilogía sobre
el silencio de Dios (la primera fue A
través de un espejo oscuro, 1961, y la tercera fue El silencio, 1963) nos habla precisamente de la falta de fe de un hombre
de Dios quien se siente inepto para su oficio y su momento de verdad será bajo
la frase de Cristo “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, momento crucial que
tuvo el Señor en su punto más alto de sufrimiento. Tomas recriminará el amor de
Marta y la tratará con crueldad dejando clara su posición como hombre
vulnerable que no puede demostrar afecto. No obstante, a pesar de ello, porque
ya no hay fe, ya no se cree en Dios, ya no hay amor, Tomas iniciará otra misa
con el “Santo, santo, santo, es el señor Dios…” porque es su misión en esta
vida. Ha descubierto sus debilidades y limitaciones: queda la expectativa, la
esperanza, de que alguna vez el Señor vuelva a hablarle. Hay tanto de que
hablar luego de ver esta película, tan simple (80 minutos, cámara casi
estática, espacios cerrados más que los abiertos) como compleja (el discurso
filosófico, acorde con su tiempo pleno de censuras, temores y amenazas, resulta
ahora tan vigente), pero requiere que primero se le vea y se le comprenda, se
deje uno llenar de ella para luego ir soltándola poco a poco con la mente, la
memoria… Mejor detenerse aquí y ojalá que esta nota le motive a buscarla y verla...
Bjornstrand con Ingrid Thulin