Sobre todo cine, efemérides y mucho más: inquietudes que deseo compartir... luego, el infinito.
martes, 28 de septiembre de 2010
KIM NOVAK O LA BELLEZA
En la caja con tres DVD que sacó Sony Pictures llamada “The Kim Novak Collection” se tiene la oportunidad de conocer cinco películas donde la estrella luce su belleza absoluta de diferentes maneras: con cabellos castaños o rubios platinados; en colores o blanco y negro; como actriz pasional, secretaria, bruja irónica, muchacha de pueblo o bailarina de centro nocturno; en vistosos ajuares lujosos o sencillos vestidos que, de todas maneras, eran diseños preciosistas del extraordinario vestuarista Jean Louis durante su etapa exclusiva dentro de la Columbia Pictures. Hay que aclarar que Novak es el mejor ejemplo de una estrella, jamás actriz. Su presencia valía por todo lo demás. Sus directores eran quienes sabían cuidarla y hacerla sobresalir contra toda limitación.
Admirando sus películas uno debe reconocer que era un rostro equilibrado, con rasgos finos, sin defectos notorios donde nariz, ojos, boca, mentón, frente eran casi perfectos (y digo “casi” porque la perfección no existe, solamente la tendencia a ella). Si aparte se le añade un cuerpo que tenía las formas precisas con piernas torneadas, busto promedio, cintura ajustada, no queda más que reconocer que fue la heredera absoluta de Rita Hayworth como belleza de la ya mencionada Columbia cuando llegó el relevo natural por la edad. En los cincuentas, cuando Novak debutó y tuvo su mejor etapa, estuvo entre los 21 y 27 años de edad: Hayworth, en ese mismo lapso había pasado la mitad de la treintena para pasar a la década siguiente con notorio envejecimiento. Ni modo, la ley de la vida y los bíblicos recuerdos de que “hay un tiempo para cada cosa”.
Esta caja espléndida es también una demostración significativa de lo que fue el cine norteamericano de los años cincuenta. “Picnic” (Joshua Logan, 1955) muestra la imagen de los pueblos pequeños del centro de Estados Unidos en una fiesta tradicional donde los habitantes se reunían y es interesante la forma en representar a la represión o tensión sexual; “Lágrimas de triunfo” (Jeanne Eagels, George Sidney, 1957) es la biografía, bastante romántica y alejada de la verdad, de una actriz que fue aclamadísima en los escenarios teatrales de los años diez y veinte, sobre todo por la obra “Lluvia”, quien moriría relativamente joven luego de caer en la droga y el alcohol; “Sus dos cariños” (Pal Joey, George Sidney, 1957) es la adaptación de una comedia musical atrevida para su tiempo, acerca de un vividor que buscaba establecer su propio centro nocturno con base en sus amoríos hacia una exvedette, ahora viuda rica, de sociedad, repartido con una bella y dulce corista; “Sortilegio de amor” (Bell, Book and Candle, Richard Quine, 1958) fue también la adaptación de una popular obra teatral donde una bruja moderna, y existencialista, fascinaba a un hombre de negocios para que la enamorara sin imaginar que ella sería la que caería presa de la pasión para perder sus poderes; “Medianoche pasional” (Middle of the Night, Delbert Mann, 1959), un excelente melodrama que sigue teniendo fuerza, muestra el romance que ocurre entre un hombre casi sesentón y su secretaria veinteañera. El guión no cae en lugares comunes de arpía interesada que quiere aprovecharse de un hombre con posibilidades económicas: es el amor, el dilema del amor, la búsqueda del amor, las dudas del amor.
Biografías inventadas, melodramas pasionales, dramas o comedias musicales originadas en los escenarios, y la fantasía absoluta como ejemplos de los géneros que eran explotados usualmente por las diferentes productoras de Hollywood. En este caso, Columbia Pictures con su estrella de moda que cautivó la mirada (y seguramente propició el deseo) de nuestros padres y abuelos. Kim Novak ahora tiene 77 años, pinta al óleo y está casada con un veterinario. Mantiene su belleza y una figura relativamente esbelta, con esos cabellos rubios.
No es de extrañarse que Hitchcock la haya buscado para su obra maestra (bueno, una de ellas) de 1958: “Vértigo (De entre los muertos)”; o que Preminger la haya seleccionado como la mujer que cuida a Sinatra mientras pasa su angustia del retiro de las drogas en “El hombre del brazo de oro” (1955); y que Billy Wilder la considerara como la prostituta pueblerina que redimirá y salvará, irónicamente, a un matrimonio en la atrevida “Bésame tonto” (1964). De hecho, su etapa trascendente en el cine reside en estos ejemplos. Fue estrella magnética que quedó en la mente y en el recuerdo. Lo que siguió más adelante no importó porque la plena belleza y las variaciones sobre ese mismo tema se colmaron en unos cuantos años.
sábado, 25 de septiembre de 2010
CULPA Y EXPIACIÓN
SED DE SANGRE
(Thirst / Bakjwi)
2009, Corea del Sur. Dir. Park Chan-Wook.
Al terminar esta película, comienzan a descubrirse los créditos generales de la misma. Uno se sorprende, por ignorante y desmemoriado, cuando lee que la trama está inspirada en la novela naturalista “Thérèse Raquin” de Emile Zolá. Y es que luego de haber visto la historia de un cura católico cuyo sometimiento voluntario a un experimento médico le produce la muerte para resucitar como vampiro y vivir, por lo tanto, otro tipo de apasionada existencia, aunque dividida con la carga ético-moral de su sacramento y las necesidades de su nueva condición inhumana, al lado de una mujer rencorosa y fatua a la cual convierte en su pareja, no hacemos hincapié en el génesis de su relación y la pasión desbordante que lleva a tomar una final decisión.
La trama, fuera de la creación accidental del vampiro, sigue fielmente a la novela francesa. Un reencuentro del sacerdote Sang-hyeon con quien fuera su amigo de infancia, el enfermizo y frágil Kang-woo, ahora casado con la mujer que protegió su madre desde que era niña, Tae-ju, provoca que renazcan viejos sentimientos. Tae-ju vive frustrada porque su marido es débil y no la satisface en la cama. Sang-hyeon llega en el momento adecuado para dar rienda suelta a su pasión. La mujer se provoca heridas que el sacerdote descubre en sus piernas cuando van a hacer el amor y ella las atribuye a un sádico marido. Ambos deciden eliminarlo.
Ahora, recapitulando imágenes de la cinta, cae uno en la cuenta de que escenas aparentemente exageradas (aunque adecuadas para el ámbito fantástico, de terror) son los equivalentes visuales de las descripciones que Zolá realiza en su novela (a la cual revisé para escribir este comentario):
“El artista se dio media vuelta con brusquedad y se encontró cara a cara con Teresa. Se estuvieron mirando durante unos segundos. Luego, con violento ademán, Laurent se inclinó y apretó a la joven contra su pecho. Le echó hacia atrás la cabeza, aplastándole la boca con la suya. Ella reaccionó con rebeldía salvaje, arrebatada; y, de pronto, se entregó, dejándose resbalar hasta el suelo. No cruzaron ni una palabra. El acto fue silencioso y brutal”.
No ocurre de tal manera en la cinta, pero claro que los encuentros iniciales, sensuales, de ambos personajes, los llevan a volar por los cielos, a romper un lavabo de baño y tirar la cubierta trasera de un sanitario. Por supuesto que hay besos apasionados y roces de pieles. Son los matices pasionales, los equivalentes visuales y metafóricos de una trama tan vieja como la vida misma, el mejor cine de amor loco o la vulgaridad rampante de las telenovelas.
Tae-ju y Sang-hyeon planean la muerte del esposo y amigo. En ambos traerá el remordimiento y la carga pesada (literalmente) del recuerdo. Las dificultades de la relación llevan a la conversión de la mujer en vampiro cuando muere durante una confrontación y éste la resucita con su sangre para que ambos puedan compartir la eternidad. Y las cosas siguen cambiando, la trama continua adelante, pero eso ya será cuestión de su propio descubrimiento como espectadores.
Es el personaje de un sacerdote católico que debe colocar al amor, su conciencia de tiempo que llevará a una segura soledad, antes de los principios morales, los mandamientos eclesiásticos, la santidad del sacramento, lo que asombra de esta cinta para el establecimiento de una perversión necesaria. Su variable como vampiro es que no mata inocentes: bebe la sangre de pacientes en coma del hospital donde rinde servicios voluntarios. Cuando la mujer lo lleva por caminos impensados, el hombre imagina un panorama normal e ingenuo; ella no tiene escrúpulos ni cree en una vida más allá de la muerte.
Los temas principales de pasión, culpa, expiación, aunados con las consideraciones morales del personaje principal son los elementos magnéticos de esta cinta extrema y extraordinaria. Park Chan-wook es un realizador que transforma una vieja novela del siglo XIX en fuente de motivación para dar rienda suelta a sus propias obsesiones, ya mostradas en cintas como Oldboy, por lo que despierta nuestra admiración por su sensibilidad, talento e imaginación.
En la función que me tocó disfrutar había varias parejas que reían de algunas cuestiones porque se quedaban en la anécdota y su representación directa. Craso error que le invito a no cometer cuando vaya a ver esta asombrosa película. Y lea la novela de Zolá que se puede encontrar fácilmente por la red.
SERES: LA NADA ABSOLUTA
SERES: GÉNESIS
2010. Dir. Ángel Mario Huerta.
Este comentario podrá parecer predecible para quienes conocen mi animadversión contra aquellos jóvenes que se meten a hacer cine mexicano copiando modelos de Hollywood. Por otro lado, también he hecho público mi rechazo contra “Inspiración” (2007), la cinta anterior (ópera prima) de Ángel Mario Huerta, el realizador regiomontano también responsable de estos “seres”.
Fui con mente abierta, esperando que un milagro hubiera ocurrido y que este joven director, con su producción previa, habría aprendido algo, aprovechado la experiencia y hecho caso de las críticas serias y razonadas hacia la mencionada “Inspiración”, pero es inútil esperar talento de quien no lo tiene y, mucho menos, cierta inteligencia en la manera de acercarse a un tema tan repetido, ofreciendo un matiz interesante, pero “lo que natura no da…”, bien dice el refrán y Ángel Mario Huerta es nítido ejemplo de ello.
La trama es acerca de un grupo de investigadores patrocinados por cierta empresa que anda en busca de unos códices mayas que predicen el fin del mundo. Quieren unirlos con fenómenos que están sucediendo (una pareja desaparecida en un lago; una familia donde solamente queda la hija pequeña, ovnis en el cielo, etc…) para explicarlos y relacionarlos con esta anunciada catástrofe.
Un grave problema es el ritmo: completamente disparejo. Otro reside en la dirección de actores que no reaccionan ante lo que está sucediendo a su alrededor. Más que nada, una trama con inexistente interés que insiste en rendir homenaje a Pedro Ferriz (“un mundo nos vigila”) y abiertamente a Jaime Maussán (quien aparece un breve momento junto con dos personajes que se burlan del asunto y que están metidos con calzador) con aquello de que los extraterrestres “están entre nosotros”. Con tan frívolas referencias tenemos, entonces, una muestra de la "cultura" de creativos y "creadores".
La triste copia de un género norteamericano por excelencia da lugar a efectos especiales baratos y los famosos “seres” dan pena ajena en su concepción, ya que parecen haber sido modelos defectuosos del ya viejo “E.T.”, manufacturados en China, y adquiridos a precio de ganga por la casa productora. El viejo truco de la niña poseída por un ser extraño al mostrarse sus ojos azulosos lo hemos visto desde que Televisa filmaba sus cintas de terror con ídolos juveniles (Tatiana, Pedrito Fernández) en los años ochenta. O el efecto de mostrar ovnis sobre el cielo regiomontano, pero más aún, como si fuera una "Misión imposible" de DePalma, ¡con ovnis que entran al túnel regio sin afectar a ningún coche!
Si la blandengue “Inspiración” denotaba un discurso de clase, dedicado a la gente “bonita” y al“terrible” problema de que “una niña linda no me hace caso y debo ganármela”, en esta igualmente blandengue cinta tenemos el inicio (porque la amenaza temible es que será una trilogía) de otro discurso que no nos cambia la vida, que el truculento Emmerich ya nos los lanzó a la cara con su sobreproducida “2012” en cuanto a discurso maya, y que muchos talentos nos han asombrado en múltiples ocasiones previas con sus monstruos digitalizados en pantalla para reiterar aquello de que están entre nosotros. Un argumento muy al estilo mexicano-sampetrino, donde el personaje de un genio matemático lleva el sobrenombre con la palabra en inglés “ufo”, en lugar de la nacional “ovni”, porque “suena más chic, ¿comprendes?”.
La cinta me devolvió a los tiempos del cine mexicano que narra sabrosamente Ricardo Garibay, en sus tiempos cuando era guionista, y habla de productores que pedían a los escritores meter unos “mounstros” y unas “nalguitas” para darle gusto a todos los públicos. Faltaron algunas "canciones" para complementar ese retorno al pasado nacional. No me imagino cómo fueron las sesiones de creación de argumento y guión cuando uno escucha diálogos absurdos y se encuentra con situaciones tan tontas, tan “clonadas” de otras cintas, pero lo más triste: sin despertar alguna emoción ni asombro en el espectador. La cinta no es ridícula porque ni siquiera hay una pizca de humor que haga sonreír. Causa vergüenza (y sopor), nunca hilaridad.
Y luego está el reparto principal con los roles que les tocaron. La película llega a ambicionar la creación de una franquicia (bueno, a fuerza así será, por el mismito realizador, con su trilogía planeada) a través de esos personajes que aspiran a ser "Cinco" Fantásticos. Por ejemplo, el malogrado Arturo Delgado hasta saca un sombrero como elemento de identificación al estilo Indiana Jones; Alejandra Barros, como ejecutiva, es una subFamke Janssen de “X-Men”; Humberto Busto (tan desagradable para quien esto escribe que no comprende sus múltiples intervenciones en cine) en el patiño pequeño y “nerd”; o Gonzalo Vega hablando inglés para mostrar su cosmopolitismo, adecuado para un empresario regiomontano, aunque a Monterrey se le nombre “Ciudad de las Montañas” para no identificarla directamente, pero en otro momento, se le eche de cabeza al dar como referencia, al “Cerro del Mirador”, poner una lata de Tecate en primer plano o simplemente las noticias las ofrezcan los locutores matutinos de Televisa Monterrey... ¡en un noticiero de Televisa Monterrey!
Si acaso, debo mencionar el gusto de ver a varios de los actores regios que uno acostumbra disfrutar en teatro y que aquí, al menos, tienen una exposición con mayor público, aunque los créditos se pasan tan velozmente que no hay mucha oportunidad para identificarlos: Paco Segovia, Sergio Duarte, Carlos Gueta, César Cubero, Leonor González, entre otros.
Y ya me he extendido mucho en una película que no vale la pena y que, aparentemente, no tendrá el “éxito” de la anterior “Inspiración”, entonces distribuida por la “mundialísima” Fox y ahora, limitándose a la “nacionalita” Corazón Films. Esta cinta viene a ser emblemática de un triste, y alto, porcentaje de realizadores que no tienen la menor idea de lo que quieren transmitirle a un público. Uno no está peleado con un cine comercial: Hollywood lo realiza espléndidamente bien, y en ocasiones con discursos inteligentes. Lo malo es realizarlo en nuestro país sin tener recursos, ni talento, ni ideas, ni coherencia, ni reparto, ni nada.
Para quitarme el mal sabor de boca me metí luego a ver "Sed de sangre", otra curiosidad excepcional del cine coreano, que ya les comentaré más adelante...
sábado, 18 de septiembre de 2010
LA PREMISA TRAMPOSA
SIN RASTRO ALGUNO
(Sans Laisser de Traces)
2010. Dir. Grégoire Vigneron.
Partamos de una premisa inaceptable: un ejecutivo de empresa, próximo a ser nombrado director general, reencuentra a un viejo compañero cuya suerte, evidentemente, no ha sido tan agraciada como la suya. Luego de veinte años de no verse, le invita una copa y le cuenta un secreto largo tiempo guardado: el robo de una fórmula química que no estaba patentada y que con el paso de los años ha dejado millones a la compañía. El hombre se siente mal hacia la persona que defraudó. El amigo le dice que vayan a verlo, le cuente y se quite de encima ese peso. Las cosas no salen como se esperaban: el amigo golpea al defraudado y lo mata.
Al inicio de la cinta vemos al elegante Etienne Meunier (Benoit Magimel, con su magnética presencia) ser escoltado por un policía hacia un cuarto de interrogatorios. Mientras tanto, escuchamos su voz que explica que en esta vida lo que importa son tres cosas, de la cual la más importante es el azar: que todo suceda en el momento preciso. Así entramos a una película donde el personaje principal tiene la vida perfecta exceptuando por un remordimiento. El encuentro casual con el amigo lo llevará hacia un camino opuesto, aparentemente, cuando en realidad ha sido el azar que lo ha colocado en una ruta inesperada para que finalmente todo alcance un orden.
La película es impecable en su narración. El reparto es espléndido (Magimel luce como hombre de distinción: uno siente la seda de su camisa a través de la vista) y lo que sucede sería excelente si no fuera por esa premisa tramposa que fue un truco fácil para dar inició al desarrollo de una disertación sobre el destino que nos corresponde. ¿Imagina usted a un empresario astuto, inteligente, riquísimo, confesando un secreto que pone en juego su honor a un tipo mediocre, pobre, al cual no ha visto en veinte años? Por eso la desechamos y nos quedamos con la forma, con el estilo, con esa presencia avasalladora y el histrionismo largo tiempo comprobado de Magimel. Es una cinta que alcanza a las almas ingenuas que se dejan apantallar con facilidad. Quien nombra a Hitchcock como referente por la transferencia de la culpa no tiene la menor idea del improperio que está rebuznando.
LA TRANSFERENCIA AMOROSA
EL REFUGIO
(Le Refuge)
2009. Dir. Francois Ozon.
Mousse (Isabelle Carré, extraordinaria) sobrevive a la sobredosis de heroína que se inyectaron tanto ella como su amado Louis (Melvil Poupaud, el actor de “Tiempo de vivir”, otra de las joyas de Ozon)). En el hospital se descubre que está embarazada. Decide seguir adelante con la gestación. Meses más tarde, vive en una casa de playa que le ha prestado un viejo amante. Recibe la visita de Paul (Louis-Ronan Choisy, quien es, además, cantante y compositor de la música de la cinta), hermano de Louis, quien está en camino hacia España. De esta manera iniciará una relación que llevará a una gran compenetración entre ellos, la revelación de secretos y cierto tipo de redención.
Quizás la mejor de las películas del 14° Tour de Cine Francés (junto con “Partir” ) que ya está a punto de terminar donde el maestro Ozon nos ofrece un punto alto de su dominio del cine. De la sordidez de una pareja drogadicta que ya no tiene lugares en sus brazos para inyectarse la heroína en sus venas para llegar a la muerte del hombre hasta la dulzura de una relación peculiar de pareja con su cuñado, estamos ante una historia de transferencia de emociones.
Mousse trae a Louis dentro de ella en la descendencia inesperada. Paul es el hermano menor, adoptado, que siempre estuvo enamorado del otro, del legítimo, del que cayó en desgracia (tiene sus fotos de infancia; lo siente frente a él cuando está acostado con Mousse). Mousse y su futuro hijo son la oportunidad de alargar ese amor. Louis transferido, convertido en presencia indirecta. Paul, homosexual abierto que busca al ser apropiado, al Louis que ya no está sobre la tierra. Por eso, cuando ocurre el nacimiento de una niña, Louise, su madre tomará la decisión menos correcta pero más adecuada.
Ozon va complementando a sus personajes para volverlos redondos. Mousse será acosada por un turista que gusta de mujeres embarazadas. Ella acepta acompañarlo a su cuarto con vista al mar pero no le permite tener sexo: solamente le pide que se coloque detrás de ella para mecerla en una especie de ritual de la memoria de los tiempos felices. Sufrirá otro acoso por parte de una mujer en la playa que le aconseja, le pide que goce del embarazo, hasta que ella se sienta atemorizada. E indirectamente, el acoso de su virtual cuñado quien llega para satisfacer su propio deseo de estar cercano a ella, a la sensación del movimiento del feto en el vientre de quien es un símbolo. De ahí que su final sea exacto, correcto, sin reclamos.
LOS JUNIORS DE HOY
JUEGOS INOCENTES
2007. Dir. Adolfo Martínez Orzynski.
La ópera prima del nieto de Gilberto Martínez Solares lo inscribe dentro de la tradición Galindo, Cardona, Gazcón, que había asolado a la industria fílmica nacional, perpetuando dinastías aunque sin mejoras creativas, en los años ochenta. Usualmente, de la calidad de los abuelos la costumbre residía en la decadencia generacional y aquí no se aplica excepción alguna.
La cinta se inscribe dentro del género de los “reventones” juveniles (en pareja o en grupo). Ya fueran tan vulgares como asépticos (para nuestros ojos actuales) desde los años cincuenta ( “Juventud desenfrenada”, “Estos años violentos”) para llegar a las inofensivas “orgías” de la década siguiente ( “Los jóvenes”, “La edad de la violencia”, “Los juniors” , precisamente) o con mayor audacia en los setentas (“Fin de fiesta”, “El reventón”, “Las reglas del juego” o la singular “La fuerza inútil”), el hecho es que ya son un estereotipo que no escandaliza.
Con argumento del productor Luis Bekris (y otros dos ilustres desconocidos) con larga carrera en el cine mexicano (podemos ubicarlo desde “La chamuscada” y “La mansión de la locura” hasta “El vampiro teporocho” y muchos títulos más), tenemos a un grupo de muchachos, estudiantes de preparatoria, donde la mayoría son adinerados (uno de ellos vende droga; otro es el paria) que van de fin de semana a la casa de uno de ellos, Armando (Ignacio Riva Palacio, queriéndose parecer a Gael todo el tiempo), cuya gran finalidad es acostarse con la chica virgen que le gusta, Ana (Abril Reyes: la única de las actricitas que tiene bello rostro). Lo demás es alcohol, drogas, sexo. Sus vecinos son un tipo perverso y voyeurista (José Alonso) casado con una mujer a la cual desprecia (Lourdes Munguía); además, una pareja de viejos homosexuales: un senador (Ramón Menéndez) y Coco (Miguel Coutourier).
La trama mete elementos esperados: uno de los jóvenes va en moto con su novia a comprar comida y sufren un accidente. Llega la policía que le encuentra un carrujo de marihuana. Debe llamar a Armando para que le ayude a sobornar a los policías y lo interrumpe en el momento en que estaba a punto de tener relaciones sexuales con Ana a la cual deja drogada en la cama, mientras otro de los jóvenes coloca una cámara de video para filmar lo que deberá suceder después. Mientras Armando anda fuera, sus amigos siguen drogándose y causando desmanes en el lugar. El vecino aprovecha el momento para ir a violar a Ana, la cual había sido toqueteada previamente por otro de los jóvenes. Ahí está la cámara de vídeo…
Hay muchos detalles suprimidos que no valen la pena de elaborar porque en realidad no hay mucho para ello. Las psicologías de los jóvenes están prefabricadas: de pronto se odian y luego se aman y llegan al coito o prefieren no hacerlo. La droga permite que las represiones salgan a flote. Los personajes laterales no están bien dibujados y aceptamos al “mirón” por lo que sale en pantalla y porque su mujer le llama “perverso” sin mayores antecedentes. No es el tipo de cinta redonda que da lugar a aceptar elipsis narrativas, porque, al contrario, en otras situaciones habla mucho de otras cuestiones sin importancia. Las dosis de suspenso no están equilibradas y las cosas suceden porque debe haber una manera de terminar la película que inicia con parte de la escena final que luego ofrece otra mínima sorpresa.
Luego está el elenco juvenil. Muchos de los integrantes estaban haciendo su primer papel. Las muchachas aparecen con poca ropa y llegan a la desnudez gratuita. Los jóvenes son más púdicos, pero lo que es un denominador común es su fealdad (en la foto al lado está el desagradable Alberto Reyes, quien interpreta al joven reprimido). Ninguno de ellos alcanza a tener los mínimos atributos que conforman a un galán o una estrellita de Azteca o Televisa. Lo que sería cualidad en otro tipo de cinta, aquí decepciona porque se nota que la única búsqueda de atención hacia el público potencial era el morbo.
Aparece Ignacio Guadalupe como uno de los policías corruptos (y ese será el elemento más positivo del elenco adulto, incluyendo a Menéndez, en su última cinta antes de fallecer). Una película de 90 minutos de duración se eterniza de manera agobiante y llega a aburrir, lo que no habla bien del nieto del regiomontano Martínez Solares: pero, bueno, seguramente seguirá adelante porque pertenece a los restos y estertores de la “industria fílmica mexicana” (Cardona III, Galindo Jr., etc.).
miércoles, 15 de septiembre de 2010
LA DULCE CURSILERÍA
EL ENCANTO DEL ERIZO
(Le Hérisson)
2009. Dir. Mona Achache.
Paloma (Garance Le Guillermic) tiene once años. Una niña precoz que filma una videopelícula que dejará como testamento ya que dentro de cinco meses se suicidará. Vive en un lujoso departamento en el edificio con varios pisos que administra y cuida la conserje Renée (Josiane Balasko), una mujer solitaria, viuda, letrada, quien vive con un gato gordo y flojo. Ha muerto uno de los inquilinos y se ha mudado un japonés acomodado, el Sr. Ozu (Togo Igawa) quien comienza a sentir afecto y atracción hacia la conserje.
Los personajes son frescos pero tan falsos que se notan construidos como seres de cuentos de hadas. Es posible pensar que en la Francia de primer mundo haya niñas tan brillantes e inteligentes como Paloma que cada noche roba una pastilla de ansiolíticos de la cómoda de su madre para preparar su inexplicable y anunciado suicidio, que son artistas naturales para el dibujo y la realización de tarjetas tridimensionales. Igualmente debe haber gordas conserjes que hayan sido brillantes alumnas de Liceo, lectoras voraces que pueden citar a Tolstoy y nombrar a su gato León para que alguien “pesque la trivia en el aire” y reciba una lujosa edición de “Anna Karenina”, , admiradoras del cine de Ozu que, casual y coincidentemente, será el apellido del caballero que ha llegado a vivir al edificio para compartir el vídeo de “Las hermanas Munekata” (Ozu, 1950). También otoñales señores orientales que son ricos, inteligentes, místicos, seductores caballerosos, con sus costumbres trasladadas a casa.
Usualmente, en cada Tour del Cine Francés aparece la película complaciente y cursi que fue muy taquillera, engañosa, manipuladora, para lograr que un público ingenuo y soñador se enganche con lo que se le está contando sin deseos de reflexión más que mero entretenimiento. Esta cinta tiene su encanto prefabricado. Uno disfruta de la cinta por razones laterales, pero sabe que está en el peor de los mundos posibles (al estilo de la deleznable “Amelie” o las vomitivas “Mi gran fiesta judía” o “¿Cambiamos pareja?” ). El reparto es excelente: Balasko
está perfecta como la gorda matrona que se va transformando; Garance
(bello nombre que nos recuerda a “Los hijos del paraíso”) es una niña talentosa; Igawa
tiene temperamento y presencia, pero todo termina siendo tan irredento y mal filmado como un accidente que sucede repentinamente para llegar a la última frase de la cinta que manda todo al traste pero explica sin limitaciones las altas ventas de la novela en que se basó y la “alegría” que inspira. No vale la pena continuar.
domingo, 12 de septiembre de 2010
CLAUDE CHABROL (1930 - 2010)
Ha fallecido a los ochenta años.
En 1958 deslumbró a la crítica con "El bello Sergio".
Al año siguiente, "Los primos" hablaba de las perversiones de la juventud
y luego "Leda" desenmascaraba a la clase media burguesa y provincial.
Así siguió por más de setenta títulos que, afortunadamente, pudimos gozar en
su mayoría por nuestras pantallas grandes o por los cineclubes o por la televisión.
Acaban de salir dos colecciones en DVD que reunen muchas de sus grandes películas
de los años setenta y ochenta: "Las dulces amigas", "La mujer infiel", "La bestia debe morir", "El carnicero", entre otros. Chabrol fue, como sus colegas de movimiento, admirador del cine norteamericano clásico y su tributo usualmente era a Hitchcock, el suspenso, la intriga, la perversión...
Los Tours de Cine Francés siempre lo seleccionaron porque su cine era exitoso, de calidad, sujeto a exportación. Así pudimos ver "La dama de honor", "Gracias por el chocolate", "La mujer partida en dos", "La comedia del poder", "La flor del mal"...
En la Cineteca Nuevo León se acaba de exhibir "Inspector Bellamy", su último largometraje donde se notaba su tendencia de los últimos años: ya no importaba la narrativa sino la reflexíón; sucedían los hechos para cuestionarlos, no tanto para que nos sorprendieran...
Quienes estamos cercanos a la sesentena, siempre le agradeceremos que nos abriera nuestros ojos juveniles al cine que aparentemente era fácil y comercial, cuando en realidad disectaba las terribles verdades de una sociedad hipócrita y deshonesta; su cine era elegante; sus actores interpretaban a esos personajes con una dignidad física que ocultaba la suciedad interna.
La Nueva Ola Francesa fue un parteaguas del cine universal: influencia para otras cinematografías; producto de personas inteligentes, talentosas, con grandes bagajes literarios, musicales, de cultura general, que nos hizo crecer como espectadores.
Descanse en paz uno de sus grandes pilares.
Querido Chabrol.
sábado, 11 de septiembre de 2010
LA VERDADERA NATURALEZA
EL RAPTO
(Rapt)
2009. Dir. Lucas Belvaux.
NOTA: Este comentario revela algunas situaciones de la película. Si no la ha visto, mejor léalo después.
Stanislas Graff (Yvan Attal) es el presidente de un corporativo industrial que tiene nexos con el gobierno. Su posición es tan importante que el mismo presidente francés lo invita a acompañarlo a un viaje a China. La cinta nos muestra su fría relación familiar, el empleo cotidiano y el almuerzo de negocios, la escapada con la amante, las noches de juego donde pierde grandes cantidades de dinero. De pronto, una mañana, su auto es emboscado por un grupo de secuestradores enmascarados. Lo raptan y llevan a un lugar oculto donde le cortan un dedo para enviarlo a su familia y solicitar cincuenta millones de euros.
El consejo de administración discute el apoyo económico porque es demasiado dinero. La esposa, al pedir el dato de la totalidad de sus recursos, descubre que solamente posee veinte millones. La investigación policiaca pone al descubierto los amoríos, la pérdida de dinero en el juego y descuidos administrativos. Los delincuentes son implacables: cincuenta millones o nada. Así van pasando los días hasta que pasan dos meses. Un último intento de entrega del dinero que finalmente han aceptado los secuestradores da lugar a la muerte de uno de ellos y la captura del otro. Stanislas es liberado con la promesa de que entregue el dinero o matarán a personas inocentes. El hombre vuelve a su vida cotidiana pero es natural que haya cambios en todos los aspectos de su vida…
La película está dividida en dos partes: la más extensa, muy bien filmada, con un ritmo que nunca pierde y mantiene interesado al espectador donde se alternan las narraciones de lo cotidiano con el secuestrado y las realidades de la vida práctica entre empresarios, policía y familia. La otra es la consecuencia y sus implicaciones que ocupan los últimos veinte minutos.
Entonces no es la simple película de intriga y suspenso. Los momentos del secuestrado son intensos y desgarradores para el espectador. Uno imagina que el tipo está revalorando el pasado contra su presente. Se siente el miedo ante la amenazante pérdida de la vida. Hay vulnerabilidad y sumisión, antes de alcanzar los tiempos del enfrentamiento y la derrota de los secuestradores.
Las secuencias de la familia oscilan entre la realidad económica, la soberbia de la madre del secuestrado, los hallazgos sobre la vida oculta del padre, marido e hijo, además de los tratos con la policía y los representantes de la compañía. Se siente la revuelta moral: se va a pagar una cantidad exorbitante para que finalmente pueda ser que asesinen a la víctima; no es práctico, pero por el otro lado estaría una muerte sobre la conciencia colectiva. La madre, aristócrata por antonomasia, deja ver su temor ante la ruina.
La segunda parte revela la verdadera naturaleza del secuestrado. Se le ha liberado con la condición de que firme tres pagarés por una suma que deberá entregar en tres ocasiones diferentes. Si no lo realiza, se matará a una persona inocente a la cual se le colocará uno de los pagarés para que la culpa caiga sobre él y poner en su contra a la opinión pública. El hecho se repetirá otras dos veces.
Y como todas las cosas han cambiado, ya no le importa a Graff. Esa culpa que se desea anunciar ante la opinión pública le favorece sin pagar un solo centavo. Ha perdido empleo; se ha vuelto muy rico al vender sus acciones: se ha separado de su mujer; ahora vive solitario y aunque se le está investigando al pensar la policía que fue un autosecuestro para pagar sus deudas, esas acciones de los raptores serán para su provecho.
Nuevamente el Tour de Cine Francés nos ofrece una historia trillada para darle la vuelta de tuerca que no está alejada de la realidad en una sociedad materializada donde los valores se han trastocado para proponer una lectura de la realidad contemporánea. Otra imagen de cómo la corrupción alimenta a los seres que ya son corruptos pero que nunca serán vencidos por tortura, ni taimados ante la adversidad cuando haya dinero, posesiones, placeres, de por medio.
El realizador y guionista Lucas Belvaux, de origen belga, con una larga carrera participando como actor en cintas de Losey, Chabrol, Boisset (en esta cinta aparece como el piloto del helicóptero) ya había demostrado su calidad, ganando diversos premios por cintas anteriores que dirigió. Es la primera que se estrena en pantalla grande aquí en Monterrey. Yvan Attal demuestra su extrema calidad y versatilidad, otra vez (sus tres últimas cintas se exhiben en este ciclo), dando facetas varias a su personaje..
EL AMOR LOCO
PARTIR
2009. Dir. Catherine Corsini.
Suzanne (Kristin Scott Thomas, espléndida) es un ama de casa común y corriente, casada con un médico, Samuel (Yvan Attal) y quien, luego de quince años, decide regresar a su profesión de kinesióloga. Para ello, han decidido construir su espacio en un cuarto de triques. Contratan a un hombre que envía a su empleado Iván (Sergi López) y con el cual Suzanne empieza a tener cierta confianza brindándole ayuda y apoyo. Un accidente hace que Suzanne se acerque más con el hombre quien, cierto día, la besa. Ella se confunde pero se da cuenta que en realidad está enamorada. Tiene relaciones sexuales con Iván. Suzanne se lo cuenta a su marido y decide abandonarlo (lo mismo que a sus dos hijos adolescentes: un joven que será solidario con ella; una jovencita que no lo acepta). Inicia una etapa nueva en su vida al lado del hombre que le apasiona y llevando una vida de miseria.
No puede narrarse más sin revelar ciertas sorpresas en un argumento que, en realidad, no es original. El tema es manido y algunas situaciones son predecibles, pero lo que sostiene a esta película es su apego al género del melodrama y sus convenciones, además del tono, el ritmo, y más que nada, la imagen del amor loco: una atracción plena de pasión que va más allá de cualquier norma; transgrede el orden moral; desequilibra a la persona que descubre al otro ser que le complementa y que le responde, donde la sexualidad es solamente una parte de la entrega. Suzanne sabe que está enamorada. Iván es el hombre que la satisface plenamente y son felices juntos, en lo cotidiano o en la vacación inesperada, en el dolor y la miseria.
El melodrama que lleva a las lágrimas por la impotencia; el obstáculo que se opone a la felicidad; las acciones extremas que son producto de una obnubilación y quebrantan reglas, son meros ingredientes que recuperan un género siempre querido y perseguido en todas las cinematografías del mundo. La realizadora Corsini nos cuenta otra historia de adulterio pero será la forma aquello que marque la diferencia como usualmente sucede. La simple infidelidad confesada, el robo, la venta de un reloj, la súplica por el ser amado.
Y luego está el reparto. Kristin Scott Thomas es una actriz completa que de repente produce una mirada que expresa toda su carga interna. Sin ser un símbolo sexual, tiene el histrionismo para transformarse y evitar la vulgaridad mientras acaricia el cuerpo del tipo rudo y pasa sus manos por espalda, brazos, nalgas. La transformación de mujer sumisa y contenta con su situación burguesa a mujer que pasa hambre y se queda sin dinero o llega a extremos que en una condición previa jamás hubiera pensado realizar, son ejemplos de una variable que modifica viejas tramas.
Sergi López es tan ambiguo como siempre: sin cuerpo esbelto, convence como seductor;
Yvan Attal muestra su versatilidad cuando lo vemos vulnerable en otras cintas y ahora es el esposo constante y exigente, implacable.
De Catherine Corsini conocíamos previamente “El ensayo” otra historia de sometimiento amoroso aunque con menos fuerza y ruptura que la cinta que ahora nos ofrece esta muestra anual del reciente cine francés.
Pasará por diversas salas y la Cineteca Nuevo León. No desaproveche estas alternativas de gozar un cine realizado con otro tipo de sensibilidad aunque el tema sea universal.
2009. Dir. Catherine Corsini.
Suzanne (Kristin Scott Thomas, espléndida) es un ama de casa común y corriente, casada con un médico, Samuel (Yvan Attal) y quien, luego de quince años, decide regresar a su profesión de kinesióloga. Para ello, han decidido construir su espacio en un cuarto de triques. Contratan a un hombre que envía a su empleado Iván (Sergi López) y con el cual Suzanne empieza a tener cierta confianza brindándole ayuda y apoyo. Un accidente hace que Suzanne se acerque más con el hombre quien, cierto día, la besa. Ella se confunde pero se da cuenta que en realidad está enamorada. Tiene relaciones sexuales con Iván. Suzanne se lo cuenta a su marido y decide abandonarlo (lo mismo que a sus dos hijos adolescentes: un joven que será solidario con ella; una jovencita que no lo acepta). Inicia una etapa nueva en su vida al lado del hombre que le apasiona y llevando una vida de miseria.
No puede narrarse más sin revelar ciertas sorpresas en un argumento que, en realidad, no es original. El tema es manido y algunas situaciones son predecibles, pero lo que sostiene a esta película es su apego al género del melodrama y sus convenciones, además del tono, el ritmo, y más que nada, la imagen del amor loco: una atracción plena de pasión que va más allá de cualquier norma; transgrede el orden moral; desequilibra a la persona que descubre al otro ser que le complementa y que le responde, donde la sexualidad es solamente una parte de la entrega. Suzanne sabe que está enamorada. Iván es el hombre que la satisface plenamente y son felices juntos, en lo cotidiano o en la vacación inesperada, en el dolor y la miseria.
El melodrama que lleva a las lágrimas por la impotencia; el obstáculo que se opone a la felicidad; las acciones extremas que son producto de una obnubilación y quebrantan reglas, son meros ingredientes que recuperan un género siempre querido y perseguido en todas las cinematografías del mundo. La realizadora Corsini nos cuenta otra historia de adulterio pero será la forma aquello que marque la diferencia como usualmente sucede. La simple infidelidad confesada, el robo, la venta de un reloj, la súplica por el ser amado.
Y luego está el reparto. Kristin Scott Thomas es una actriz completa que de repente produce una mirada que expresa toda su carga interna. Sin ser un símbolo sexual, tiene el histrionismo para transformarse y evitar la vulgaridad mientras acaricia el cuerpo del tipo rudo y pasa sus manos por espalda, brazos, nalgas. La transformación de mujer sumisa y contenta con su situación burguesa a mujer que pasa hambre y se queda sin dinero o llega a extremos que en una condición previa jamás hubiera pensado realizar, son ejemplos de una variable que modifica viejas tramas.
Sergi López es tan ambiguo como siempre: sin cuerpo esbelto, convence como seductor;
Yvan Attal muestra su versatilidad cuando lo vemos vulnerable en otras cintas y ahora es el esposo constante y exigente, implacable.
De Catherine Corsini conocíamos previamente “El ensayo” otra historia de sometimiento amoroso aunque con menos fuerza y ruptura que la cinta que ahora nos ofrece esta muestra anual del reciente cine francés.
Pasará por diversas salas y la Cineteca Nuevo León. No desaproveche estas alternativas de gozar un cine realizado con otro tipo de sensibilidad aunque el tema sea universal.
LA TRAGEDIA FRAGMENTADA
VAHO
2008. Dir. Alejandro Gerber Bicecci.
Felipe (Aldo Estuardo), encargado de un cibercafé que se entromete en las cuentas de correo de la muchacha que le gusta;
Andrés (Roberto Mares), aspirante a matachín, ayudante y cuidador de un padre alcohólico que también es plomero;
y José (Francisco Godínez), empleado en la fábrica de hielo de su padre quien desea independizarse como “trapero” callejero, son tres jóvenes que viven en Iztapalapa. Compañeros de primaria, se reencuentan para que el pasado los confronte nuevamente y les permita expiar culpas.
"Vaho", ópera prima en largometraje de su director, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, es un brillante ejercicio de estilo que juega con la narración fragmentada en el tiempo. Inicia en 1964 donde se muestra a una pareja: una joven prostituta y el chofer de un camión de hielo que llegan a la inmediación de un inmenso lago seco (el vaso de Texcoco) donde tendrán un coito apresurado. Ella se bajará del vehículo para curiosear un rato y luego, escuchar el llanto de un niño varón. Lo encuentra sobre el cadáver de su madre y se queda con él, dándole el nombre de su amante.
Corte al tiempo actual donde conocemos a los personajes mencionados y a las personas que les son cercanas: para Felipe es una madre empalagosa y una cliente que le gusta; para José es una muchacha que fue su amiga y ahora es amante; para Andrés es simplemente su padre que le preocupa, al grado de llevarle a un chamán para que lo cure.
La película hace referencia al Popol Vuh cuando los dioses crearon al hombre de maíz que era tan perfecto que le impusieron vaho sobre los ojos para que no pudiera ver con claridad y de esta manera evitar su superioridad hacia ellos. La metáfora es obvia y se reitera con estos personajes enceguecidos por la culpa o por el dolor cotidiano. Felipe trae consigo una tragedia indirecta; José vive ante el anhelo de la miseria mayor que la usual; Andrés no puede lograr que el padre se rehabilite ni olvidar al personaje femenino que fue crucial en su vida.
La excelencia de “Vaho” reside en la fuerza de sus tres desconocidos y nada ortodoxos intérpretes. Un trío de jóvenes actores con rasgos indígenas o toscos y sin atractivo: seres comunes y corrientes como los que se ven cotidianamente, alejados de la imagen estelar. Se refuerza con una narración que juega con el pasado, presente, pasado para ir atando cabos y de esta manera redondear la historia. Con espléndida fotografía (que intercala la celebración de la pasión en Iztapalapa sin que se confunda con la filmación específica de la cinta) y una edición inteligente, con continuidad y ritmo, que permite ciertas elipsis para evitar el tedio y la inutilidad de las largas secuencias acostumbradas por directores estúpidos como Carlos Reygadas o Amat Escalante, “Vaho” es una cinta que da idea del verdadero cine mexicano que se anhela. El que nos habla de idiosincracia, de obsesiones, de temas que son cercanos a nuestra realidad sociopolítica sin caer en panfleto ni discurso. Donde pasado sirve como referencia o explicación del amargo presente sin quedarse solamente en lo anecdótico.
La cercana visión de “Perpetuum Mobile” (Parada, 2009) con este “Vaho” (2008) finalmente distribuido, nos da la razón que entre la inmensa cantidad de productos inanes e inservibles que nos estrenan de la producción mexicana, hay películas que le dan sentido al como medio de expresión y no solamente como pretexto para jugar con una cámara (y luego dar pena ajena al ganarse premios y arrodillarse ridículamente como los regiomontanos nacos en la entrega del último Ariel cuando lo que deberían es temblar ante la responsabilidad).
No dejen de verla. Estará la semana entrante (del 14 al 19 de septiembre) en Cineteca Nuevo León con su espléndida proyección, clima y las mejores palomitas de todos los cines de Monterrey (y no me dan comisión por esto, conste).
sábado, 4 de septiembre de 2010
LA CRUEL PRISIÓN
CELDA 211
2009. España. Dir. Daniel Monzón.
Con Luis Tosar y Alberto Ammann.
Un prólogo muestra a un hombre en el proceso de abrirse las venas. Está dentro de una celda que obviamente será la que da título a la película. Luego pasamos a otro momento, al presente, cuando un joven, Juan Oliver (Alberto Ammann, excelente), pasea con dos policías por la prisión a la cual se incorporará al día siguiente como guardia. Ha venido para darse idea del trabajo y entrar en confianza. Le han explicado lo que no permiten que traigan los reos para evitar problemas. Un accidente (algo que cae del techo porque se están realizando trabajos de reconstrucción del lugar) produce que se golpee la cabeza, sangre y se desmaye. Sucede al mismo tiempo en que se alza un motín en el lugar. Los policías lo meten a la celda 211 y escapan porque no les queda tiempo.
Al recobrar el conocimiento se da cuenta de lo que está pasando. Se quita los cordones de zapatos, esconde su anillo de bodas y su cinturón. Sale y se enfrenta con Malamadre (Luis Tosar, en estereotipo de malvado, pero le sale muy bien) quien es el líder del movimiento. Explica que es un prisionero y que fue ingresado poco antes de que esto surgiera. La sangre la explica como agresión de los guardias. Malamadre lo hace desnudar para humillarlo y se burla de sus “calzones”. Así lo seguirá llamando.
A partir de aquí, la película se divide entre los esfuerzos de Juan por evitar que descubran su identidad y la manera en que trata de equilibrar la situación para evitar que las cosas lleguen a extremos mayores. Posteriormente, una cuestión particular (que no descubriré para que disfruten la sorpresa) hará que se trastoquen sus valores. Juan tendrá que cambiar su punto de vista y darse cuenta que ha vivido en la mentira y que hay una sociedad cruel, abusiva e inhumana.
La cinta tiene la cualidad de correr de manera vertiginosa sin detenerse a dar explicaciones (excepto unos retrocesos en el tiempo para que se comprenda mejor al personaje de Juan). Los personajes están redondos y lo que sucede es sólido: si acaso hay algunas convenciones para darle mayor énfasis melodramático, con tintes de destino trágico, a la trama (el espectador se dará cuenta del significado crucial que tiene ese prólogo mencionado con el final de la cinta y su sentido del azar). Y lo que es muy importante es que no trata de parecerse a alguna cinta con la misma trama hecha en Hollywood. La circunstancia española, la política española, el odio nacional contra los etarras.
Y lo que es más apasionante es el juego de la moralidad. El bien y el bueno se confunden con el mal y el malvado. Son espejos de doble cara. Se muestra el tono gris porque no hay absolutos. De alguna manera, en forma casi instantánea (no pasa mucho tiempo en la acción de la cinta: de un día a otro) tenemos una radiografía del mundo en que vivimos y cómo hemos cambiado en las formas de ver las cosas y de aceptarlas; de la aceptación hacia lo que antes era tabú; de la adecuación de rigidez hacia laxitud.
El realizador Monzón es un mallorquino cuarentón que no había ofrecido alguna cinta de impacto. Luego de este trabajo que se llevó todos los Goyas importantes de su año, las cosas deberán cambiar en su vida. El actor Ammann tenía solamente experiencia televisiva. Tosar ha sido villano reconocido en “Te doy mis ojos”, “Los lunes al sol”, entre muchas. No es una obra maestra: simplemente una cinta muy efectiva que tiene el acierto de meternos en la piel de su personaje más vulnerable para que nos demos cuenta que estamos viviendo tiempos frágiles. Sería una desdicha y una desgracia que no aprovecharan la oportunidad de disfrutarla en pantalla grande.
2009. España. Dir. Daniel Monzón.
Con Luis Tosar y Alberto Ammann.
Un prólogo muestra a un hombre en el proceso de abrirse las venas. Está dentro de una celda que obviamente será la que da título a la película. Luego pasamos a otro momento, al presente, cuando un joven, Juan Oliver (Alberto Ammann, excelente), pasea con dos policías por la prisión a la cual se incorporará al día siguiente como guardia. Ha venido para darse idea del trabajo y entrar en confianza. Le han explicado lo que no permiten que traigan los reos para evitar problemas. Un accidente (algo que cae del techo porque se están realizando trabajos de reconstrucción del lugar) produce que se golpee la cabeza, sangre y se desmaye. Sucede al mismo tiempo en que se alza un motín en el lugar. Los policías lo meten a la celda 211 y escapan porque no les queda tiempo.
Al recobrar el conocimiento se da cuenta de lo que está pasando. Se quita los cordones de zapatos, esconde su anillo de bodas y su cinturón. Sale y se enfrenta con Malamadre (Luis Tosar, en estereotipo de malvado, pero le sale muy bien) quien es el líder del movimiento. Explica que es un prisionero y que fue ingresado poco antes de que esto surgiera. La sangre la explica como agresión de los guardias. Malamadre lo hace desnudar para humillarlo y se burla de sus “calzones”. Así lo seguirá llamando.
A partir de aquí, la película se divide entre los esfuerzos de Juan por evitar que descubran su identidad y la manera en que trata de equilibrar la situación para evitar que las cosas lleguen a extremos mayores. Posteriormente, una cuestión particular (que no descubriré para que disfruten la sorpresa) hará que se trastoquen sus valores. Juan tendrá que cambiar su punto de vista y darse cuenta que ha vivido en la mentira y que hay una sociedad cruel, abusiva e inhumana.
La cinta tiene la cualidad de correr de manera vertiginosa sin detenerse a dar explicaciones (excepto unos retrocesos en el tiempo para que se comprenda mejor al personaje de Juan). Los personajes están redondos y lo que sucede es sólido: si acaso hay algunas convenciones para darle mayor énfasis melodramático, con tintes de destino trágico, a la trama (el espectador se dará cuenta del significado crucial que tiene ese prólogo mencionado con el final de la cinta y su sentido del azar). Y lo que es muy importante es que no trata de parecerse a alguna cinta con la misma trama hecha en Hollywood. La circunstancia española, la política española, el odio nacional contra los etarras.
Y lo que es más apasionante es el juego de la moralidad. El bien y el bueno se confunden con el mal y el malvado. Son espejos de doble cara. Se muestra el tono gris porque no hay absolutos. De alguna manera, en forma casi instantánea (no pasa mucho tiempo en la acción de la cinta: de un día a otro) tenemos una radiografía del mundo en que vivimos y cómo hemos cambiado en las formas de ver las cosas y de aceptarlas; de la aceptación hacia lo que antes era tabú; de la adecuación de rigidez hacia laxitud.
El realizador Monzón es un mallorquino cuarentón que no había ofrecido alguna cinta de impacto. Luego de este trabajo que se llevó todos los Goyas importantes de su año, las cosas deberán cambiar en su vida. El actor Ammann tenía solamente experiencia televisiva. Tosar ha sido villano reconocido en “Te doy mis ojos”, “Los lunes al sol”, entre muchas. No es una obra maestra: simplemente una cinta muy efectiva que tiene el acierto de meternos en la piel de su personaje más vulnerable para que nos demos cuenta que estamos viviendo tiempos frágiles. Sería una desdicha y una desgracia que no aprovecharan la oportunidad de disfrutarla en pantalla grande.
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